¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El ex sirviente empacaba sus cosas con desgano, pensando en lo rápido que fue comprarlo aunque su valor no valía casi nada.
-¡Quiero ese!-el hombre dueño de los esclavos entrecierra sus ojos sospechando de la rapidez para escoger a uno-pero...primero dime, ¿como es en forma laboral? Por sus golpes no puedo definir lo bueno que es-agarra la definida mandíbula del rizado observando cada moretón
-Sus moretones demuestran lo problemático que es, casi mata a mi mano derecha
-¿Que pasó con tu hombre de confianza?-indaga la mujer acariciando el cabello de su hijo
-Esta bien, no fue para tanto-habla pensando en lo bien que sería vender a ese esclavo que no servía para nada
-Erick, mi amor, ¿estas seguro que quieres a ese?-preguntaba la mujer dudando de la decisión de su pequeño hijo, pero este sonríe asintiendo conforme
Esas pocas palabras salir de la madre del ojiverde causaban una confusión al esclavo, lo estaban tratando como si de un perrito en abandono se tratara
-Es joven, madre, necesito alguien joven como mi empleado personal, no a viejos que se demoran siglos en servir, al final solo me va a servir para cocinarme y limpiar
El joven de ojos marrones no quería nada de ese niño, pero el seguía ayudandolo que causaba una molestia, cree que quiere mostrarle en su cara el poder que tenía con simples billetes en mano y eso comenzaba fastidiarlo.
Agarra sus cosas aplastandolas en su maleta, no se sentía listo para irse a la mansión de los Colón, voltea percatando cada detalle de ese cuarto desgastado.
Tan vació que anhelaba un regreso del cariño puro de Antana, el dulce tacto de su mano acariciando el rostro del pequeño rizado al dormir.
Suplicaba que todo era mentira sobre la muerte de su compañera de cuarto, casi siempre hablaban por chisme y tenía fe de eso, que solo sea un simple chisme por parte de los hombres.
Pero esa misma noche el amo a venganza le hace enterrar el cuerpo sin vida de su hermosa Antana.
Tan pálida estaba su piel, su rostro estaba lleno de golpes, sus ojos mieles que se iluminaban con la luz ahora estaban tan abiertos y con una vista de horror, no tenía ninguna prenda encima que enseñaba las líneas de sangre secas que transcurrían en su cuerpo.
Acariciaba su suave mejilla lagrimeando por el sufrimiento que seguro estaba antes de morir, la deja a un lado agarrando una pala sacando la tierra húmeda creando un hueco a la medida de su delicado cuerpo.
El vivir con ese hombre despreciable era horrible, siempre pasaban hambre, los golpes constantes sin falta y las ojeras que los acompañaban por no pegar el ojo en toda la noche.
Las pisadas eran duras al entrar a la mansión de la familia Colón, podía percatar las empleadas que vestían con uniformes de color gris con blanco, era algo nuevo para él.
El azabache permanecía en el rincón del nuevo cuarto del sirviente Pimentel observando como dejaba sus cosas en un lugar adecuado.
-Te dije que no tenías que hacer esto, Erick, de verdad lo agradezco pero no es correcto
-Perdón, tenía que hacerlo, aunque estaba muy molesto por tu actitud, no podía permitir que te sigan maltratando, Joel-se dirige directo al pequeño armario de madera abriendola para encontrar un uniforme perfectamente colgado-ponte este uniforme, Samanta va a venir para entregarte tus deberes
Los golpes se eliminaron de la vida del sirviente, pimentel, ahora su dueño era el Joven Colón y tenía estrictamente servirle sólo a él.
-¿Desayunaste, Joel?-cuestiona al de cabello ondulado tecleando en la pantalla de su teléfono
-No joven, Erick, las empleadas me avisaron que primero tengo que esperar a que usted termine
-Antiguas reglas tontas-ríe deteniendose de usar su teléfono-ve comiendo el pan-el sirviente se niega-es una orden, Joel, tengo una cita en una hora y no se que ponerme-habla frustrado pasando su mano en su rostro
-¿Una cita?, ¿Que es eso, joven Erick?-pregunta agarrando el pan que es entregado a sus manos mordiendolo un poco
-Una cita...es cuando dos personas que se gustan salen a comer en un restaurante o en un lugar que gusten compartir, pero en mi caso no es así
-¿Por qué lo dices?-dejan el pan en el plato observando como el ojiverde se acerca a él-perdón, si pregunto mucho, mejor no me diga
-Tranquilo, Joel, no soy mis padres, antiguamente entre los empresarios millonarios para unir riquezas unían a sus hijos sin importar el afecto entre los dos, solo querían unir sus fortunas-charla decaído-eso se acabó en la parte de mi familia cuando uno de los Colón se acuesta con una persona de clase baja dejandola embarazada
-¿Entonces que tiene que ver eso?, si ya terminó eso en tu familia, no tienes la obligación de ir con un millonario
-Eso me decía pero al enterarse de la traición entre los millorarios comenzaron hablar, claramente a al hermano de mi bisabuelo le cambiaron el apellido y lo tiraron lejos por dañar nuestra imagen, para luego seguir después de años la misma tradición, estúpida
-Eso es horrible, tú no te vas a estar con una persona que amas
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.