SEXUALIDAD

29 1 2
                                    

Damos por normalizado tanto acoso que no nos movilizamos porque a las mujeres que recogen la fresa cada verano en el sur de España las acosen sexualmente en el trabajo. Porque eso pasa en la mayoría de trabajos, a la mayoría de las mujeres. Porque no hay manera de detenerlo mientras el sistema siga favoreciendo a los agresores y no a las agredidas. el punto no es que todos los hombres acosan, si no que todas las mujeres han sido acosadas. Sin excepción. Y ahí está el problema, en una sociedad en la que un género entero sufre faltas de respeto por parte del otro. Educamos a una parte de la población bajo las directrices de ignorar, caminar rápido y nunca jamás contestar. Todas las mujeres saben que deben agachar la cabeza, pasar desapercibidas y no contestar a vejaciones. Porque si lo hace, la probabilidad de que ese hombre responda con una agresión, violación o una cuchillada es muy alta. No educamos a los hombres para que no hagan eso. No les decimos que acosar está mal. Porque bajo la explicación de que ellas se sienten incómodas, y la idea de cómo ellos se sentirían si fuera al contrario, es un sin sentido. Porque aunque una mujer increpara en la nocturnidad de la calle a un hombre, éste no se sentiría amenazado porque no siente intimidación ninguna por parte de una mujer. Porque el hombre aún es superior.

SEXUALIZACIÓN

El cuerpo de la mujer se ha sexualizado como imagen de culto del hombre para su disfrute. Usándose como reclamo publicitario en ventas de coches y en carne de vacuno. En la actualidad, el debate entre la sexualización y uso del cuerpo de la mujer como reclamo para la venta de productos aún es un tema tabú. La población tiende a identificar claros ejemplos de marketing si la mujer sale desnuda o semidesnuda para anunciar una fragancia. Pero resulta menos evidente el uso de esta hipersexualización en la sociedad cuando hablamos de presentadoras de televisión con minifaldas o escotes incómodos o incluso en el arte, tras la pantalla de humo del feminismo liberal.

La gente está incómoda con la sexualidad que no es para consumo masculino.

ERYKAH BADU

La cuestión necesaria para distinguir marketing de liberación femenina es si esa mujer, cuyo cuerpo está siendo expuesto, está siendo explotada por una marca o la industria para vender más. ¿Ese producto se podría comercializar y publicitar sin la imagen de esa mujer? ¿Y con la misma imagen pero de un hombre? Si las respuestas son no, se está sexualizando a esa mujer. Si un producto es bueno, no necesita explotar el cuerpo ni la silueta de una mujer para aumentar sus ventas. Si el marketing de una campaña fuera bueno, no usaría los pechos de una mujer de manera sugerente para que compres más naranjas. Si la publicidad estuviera de verdad protegida y regulada, no aparecerían mujeres semidesnudas en las marquesinas de autobús ni fachadas en obras anunciando algo completamente irrelevante a la imagen que muestran. Una mujer que no se gusta a sí misma no puede ser libre y el sistema se ha encargado de que no lleguen a gustarse nunca.

Una mujer que no se gusta a sí misma no puede ser libre y el sistema se ha encargado de que no lleguen a gustarse nunca.

BEATRIZ GIMENO

También sabemos que la visibilidad de la mujer y de los diferentes físicos existentes es importante, pero no necesaria. Todo el mundo sabe que hay mujeres delgadas, con curvas, con piel de naranja, con celulitis, con pechos desiguales...Los hombres lo saben porque esas son las mujeres reales. Las mujeres lo saben porque lo ven en el espejo a diario. Por lo que una campaña de ropa interior o crema corporal que reúna a mujeres con distintas tallas de pantalón, no hará que nos sintamos mejor con nuestro cuerpo. No necesitamos que haya más variedad de cuerpos "consumibles" para la sociedad actual. Queremos que nuestro físico no sea más que nosotras. Por eso el objetivo no debe ser ampliar el canon estético, sino destruirlo. Los cuerpos no son productos.

BEBER VINAGRE: manual sobre feminismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora