No tenían la intención, pero se conocieron.
No lo pensaron, pero se preocuparon del uno por el otro.
No lo soñaron, pero se alejaron hasta volverse un recuerdo difuso.
Y no se les ocurrió, pero se reencontraron.
◇Tododeku.
◇Yaoi.
◇Historia Corta.
◇N...
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Y ahí estaba Midoriya, llorando con una sonrisa, sin poder creer lo que tenía al frente.
—Ven, joven Midoriya. ¡Esta es tu Academia de Héroes!
Desde que conoció a All Might y héredo su poder, todo le había salido casi bien. Dejó de ser una Normal para pasar a tener Singularidad. Se volvió más fuerte física y mentalmente, y consiguió que su madre dejara de culparse por todo.
Después de limpiarse los ojos, se recostó sobre su cama para sacar el collar que una vez le dio a su persona amada. Lo miró con detalle y lo besó.
—Lo logré, Sochan. Conseguí entrar a la U.A, pronto seré el Héroe que he querido ser... Ojalá pudieras ver todo lo que conseguí con esfuerzo y tu apoyo —jugaba delicadamente con el sol entre sus dedos, formando una pequeña sonrisa.
Impresionante y tristemente, Izuku había perdido parte del recuerdo físico de Shochan. Siempre, en los recuerdos, se veía borroso, aunque la sonrisa lo iluminaba hasta más no poder.
—¿Dónde estarás, Shochan?...
—¡MIDORIYA! —una pelirroja azotó la puerta y se montó sobre él— ¡¿Entraste?! —lo agitó de arriba para abajo por su camisa.
—¡Nouchan, calma! —la tomó muy fuerte de los brazos para detenerla— ¿Me quieres matar?
—¡Perdón, perdón! ¡Es que te llamé una y otra vez y no me contestaste! —se bajó de él. Ella se acostó con él en la cama, viéndolo fijamente, esperando su respuesta— ¿Y bien? ¡¿Entraste?! —a el pecoso le parecía muy gracioso la ansiedad de su amiga— ¡Habla, me tienes en suspenso!
—
¡Lo logré, seré un Héroe!
—¡TE FELICITO, MIDOCHAN! —se lanzó a abrazarlo con todas sus fuerzas. Ambos comenzaron a reír y llorar de felicidad. La chica lo cargó ya en el suelo— Y querrás decir seremos.
—¿También entraste?
—¡Sí, sí, sí!
—¿E-están bi-bi-bien? —Inko los veía desde la puerta asustada. Midoriya aún no le había contado sobre su carta de aceptación, y al verlos llorar esperó lo peor.
—¡Mejor que nunca! —la pelirroja cargó al pecoso sobre su hombro— ¡La U.A nos ha aceptado!
