Siempre he sido una persona solitaria, alguien en quien desconfiar plenamente como si de un bicho raro se tratase, pero no culpo a la gente por tratarme de esa manera pues yo misma me había buscado aquella reputación por mi carácter de mierda.
Inclu...
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(Llorad conmigo leyendo esto.)
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Me levanté de la cama cuando apagué la alarma del móvil y miré mi cuarto algo dormida. Era sábado y mi tío estaba con música tibetana en el salón, haciendo vete a saber qué.
En fin, bajé con el pijama puesto y lo vi haciendo taichí de nuevo, ya lo veía hasta normal.
-¿Por qué huele a marihuana? -Pregunté oliendo un poco.-
-Incienso de marihuana, querida e inocente sobrina. -Rodé los ojos y fui a la cocina a hacerme el desayuno.-
En cuanto me lo preparé, me senté en la mesa del salón y mi tío estiró sus huesos para mirarme sonriente.
-Adivina qué. -Vino ilusionado hacia mi y se sentó en frente.-
-Tío, no estoy para adivinanzas. -Él rió un poco y asintió.- ¿Es algo malo?
-Depende de como te lo tomes. -Alcé las cejas y lo miré expectante.- Me han aceptado en tu escuela para dar clases de filosofía.
-¿Perdón? -Comenzó a carcajear por mi reacción.- ¡No te rías y cuéntame qué demonios has hecho para que te admitan!
-Bueno, simplemente dejé un currículum y me llamaron. -Contestó feliz.-
Me sobé el puente de la nariz estresada. ¿Ahora tendré que aguantar a mi tío en horario escolar? Me voy a pegar un tiro.
-¿No te hace ilusión?
-Ni un poco. -Me miró haciendo un puchero y yo suspiré.- No me gusta porque sé que me vas a estar observando todo el rato.
-Puede ser, podría hacerlo. -Bufé molesta y él rió.- Tranquila mujer, no quiero meterme en tu vida escolar.
-Más te vale.
Miré la hora del móvil y me levanté de la silla, había citado a Neil para aclarar las cosas.
Se suponía que no iba a ser complicado, solamente follábamos, no teníamos ningún compromiso amoroso.
Al menos, yo.
Recogí los trastos sucios de mi desayuno y fui a cambiarme el mugroso pijama por algo más decente. Cuando estuve lista, bajé las escaleras y me despedí de mi tío para poner rumbo al sitio donde habíamos quedado.
Se trataba de un descampado que estaba cerca de nuestras dos casas, solía ser nuestro punto de encuentro para hablar cualquier tema.
Luego acabábamos follando en su coche.
Aún no tenía claro qué era para Kuroo. Es decir, no me había dicho nada de ser pareja y solamente me había dado unos besos el día anterior. Obvio que sentía algo por él, algo que hacía mucho que no sentía, pero me daba miedo que Kuroo solamente me quisiera para un rato.
