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Vió como partía su amiga, no sabía si algún día la volvería a ver ya que no se acordó de preguntarle su número o alguna red social.

— ¡Hola! — dijo Jin llegando.

— ¡Hola! — contestó Irene, quien aún se encontraba recargada en el portón.

— ¿Me estabas esperando? — se encaminaron abrazados al interior de la casa.

— Sí, pero me estaba despidendo  de Jiwoo. — cerró la puerta una vez que entraron.

— ¿Estaba aquí? — no era la primera vez que Jin venía a su casa, es más la vista cada sábado, pero ella jamás ha ido a la suya.

— Sí, pero ya no va a volver a venir — con un poco de tristeza anunció — Irá a vivir a Japón. — ambos se encaminaron a la sala. — Hace unos días me había dicho que siempre quiso ir ahí y creo que es genial que tenga la oportunidad. — Jin quien la había estado escuchando atentamente tomó un semblante triste, casi imperceptible.

— Jisoo siempre quiso ir a Japón — dijo rompiendo el silencio — Obligó a mis papás pagarle clases extra del idioma. — sonrió, pero sus ojos reflejaban nostalgia. — Fue su sueño, pero nunca lo cumplió. — su novia se acercó a él y le dió un abrazo. Contadas eran las veces que hablaban de ella, como dijo antes, siquiera la mención era como un tabú.

— Cambiando de tema. — volteó más energético a ver a Irene — Traje kimchi que preparó mi mamá. — fue a donde lo traía guardado.

— ¿Ya llegaron? — lo recibió y fue a guardarlo.

— Llegaron ayer, pero se irán de nuevo el siguiente fin de semana. — se encaminó de nuevo a la sala para prender la televisión. — Más tarde preparemos algo para que lo pruebes — su voz ahora era animada.

Volvieron a reposar sus cuerpos en el sillón para ver un maratón de películas, pero la atención que le prestaban no era mucha.


Parecía ser un día común en la escuela, tomaban notas, a veces ponían atención y otras veces solo se la pasaban platicando

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Parecía ser un día común en la escuela, tomaban notas, a veces ponían atención y otras veces solo se la pasaban platicando. El timbre de cambio de hora había sonado, pero la tenían libre.

— Esta tarde le iré a comprar cuerdas a mi guitarra ¿me acompañas? — se le había roto una el fin de semana mientras practicaba con ella.

— Sí, y de ahí a tu casa, no quiero llegar a la mía. — rió la mayor. — Mi mamá desde ayer me dice que vayamos de compras, pero sabes que de eso nada sale bien. — su madre siempre le reclamaba algo cuando salían, ya sea de su estilo de vestir o porque no estudió diseño de modas al igual que ella.

— Deberías ir con tu mamá, tal vez y esta vez sea diferente. — iban en los pasillos a encontrarse con sus amigos, rosé sentía las miradas sobre ella, pero no quería tomar el importancia.

— ¡Hola! — las saludó Taehyung para que se acercaran. Ambas lo hicieron saludando con la mano e Irene se acercó a su novio con un abrazo y este le dio un beso.

— Nos hubieran esperado en el jardín, es más vuelta por acá. — comentó Irene, ya que la carrera universitaria de ellos era distinta y por ende era otro camino el que debían tomar.

El celular de la rubia vibró nuevamente, decidió por fin ver a qué se debía. Era un mensaje con sus fotos "estas solo son las primeras, si me sigues ignorando enseñaré más. " su semblante palideció rápidamente, llamando la atención de sus amigos.

— ¿Qué pasa? — preguntó taehyung. Ella empezó a negar con movimientos rápidos de cabeza, esto no le podía estar pasando. Las lágrimas amenazaban con salir.

El sonido del celular de los cuatro llamó su atención, quedaron asombrados a lo que veían. Miraron a su amiga.

— No pasa nada, tranquila. — Irene trató de calmarla, pero en ese momento lo único que pensaba era en desaparecer, rosé salió corriendo de ahí. Empezaron a seguirla, pero fue en vano, la perdieron entre la gente.

Dejó de correr, sus piernas estaban cansadas y no daban para más. Las lágrimas salían sin cesar, no podía contenerlas. Caminó, sentía que su vida se desplomaba ¿Qué le diría su mamá si las fotos llegaban a su poder? Ahora toda la escuela las había visto, se sentía terriblemente mal. No quería vivir así, no con ese sentimiento, con esa ira y angustia, se sentía humillada.

Jisoo iba corriendo, estaba escapando de Yongsun quien no le había dado permiso de salir. Todo el día la había tenido encerrada ya que se enteró de lo de Irene, ella creía que se debía a que debido a su estancia como alma perdida se estaba haciendo maligna.

Cuando la calma llegó a ella dándose cuenta que había perdido a la chamana empezó a caminar, no podía sentir dolor físico, pero sí sentía el agotamiento. Estaba cerca de un puente, casi nadie pasaba por ahí, ni un alma.

Entonces la vio, era Roseanne amiga de su hermano, estaba llorando desconsolada. Dudaba entre  acercarse o no, pero de repente vio sus intenciones, quería saltar de ahí. Corrió hacia ella.

— ¡PARA! — gritó esperando ser escuchada.

— ¡Aléjate! — temblorosa estaba tratando de subir, pero sus manos no sentían la suficiente fuerza.

— Tranquila. — Jisoo ya había llegado a un lado de la rubia. — Tiene que haber una solución, no estás sola. — quiso convencerla con sus palabras.

— Mi vida está arruinada. — su voz estaba cortada, su cara totalmente roja y mojada por las lágrimas.

— Tranquila, no tomes decisiones apresuradas. Te ayudaré yo si no tienes quién. — se acercó sigilosamente más a ella. — No estás sola. — tomó su mano, la cual se encontraba más arriba dado a que por fin subió.

Rosé se impacto ante el tacto de la pelinegra, era frío, sabía lo que eso significa. Jisoo, aprovechó su sorpresa y agarró su mano atrayendola hacia ella, logró su objetivo y ambas chocaron contra el frío pavimento

Se quedó un rato recostada, le dolía todo y no sabía por qué. Abrió los ojos y no había nadie a su lado ¿A dónde había ido rosé?.

Empezó a correr para buscarla desesperadamente, no podía dejar que lo hiciera. Ya estaba en una zona con más personas, la búsqueda le sería más difícil. Sintió como alguien chocaba contra su cuerpo.

— ¡Fíjate por donde vas! — le reclamaron. ¿La podían ver?, ignoro eso y siguió corriendo. Escuchó que alguien gritaba el nombre de la rubia.

— ¡ROSÉ! — con la mirada también la comenzó a buscar, hasta que sintió como unos brazos la rodeaban.

— Tranquila, aquí estamos. No estás sola. — esa voz le sonaba conocida.

Volteó a ver quién era. Era Irene, y a su lado venía Seokjin y Taehyung.
Cuando se separó del abrazo que la mayor le proporciona, vio su reflejo en la vitrina de una tienda, era ella en el cuerpo de Rosé.






Espero que les guste.
Espero apoyen esta historia, es la primera vez que escribo. Trataré de subir capítulos los fines de semana.

-A






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