Capítulo 15

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—¡Jacob! —Exclamó Nala desde el sofá, yo estaba en la ducha, y cuando la oí, no pude evitar salir corriendo de la ducha y atinando a coger una toalla, llegué al salón resbalándome y casi cayéndome al suelo, pero Nala estaba bien y tumbada tranquilamente.

—¿Qué ha pasado? —Pregunté evaluando el peligro que corría mi impronta, pero mi lobo frustrado no encontraba nada de peligro, ella estaba a salvo y riéndose de mí.

—Nada, ¿me traes la bolsa de patatas? —Preguntó con un precioso puchero, mirándola fijamente me di cuenta de cómo la brillaban los ojos de la diversión de haberme hecho salir de la ducha y por casi haberme caído.

—Eres lo peor. —Dije en un suspiro, cogí la bolsa de patatas y la dejé en la mesa, fingí irme, pero luego salté sobre mi pequeña presa haciéndola gritar.

—Jake, me estas mojando. —Exclamó riéndose al mismo tiempo que intentaba separarme de ella, pero me incliné más y comencé a dejar besos por su rostro, cuello y hombros.

—¿Te estoy mojando? ¿Y por qué he tenido que venir mojado? —Pregunté antes de comenzar a besarla lánguidamente, sin prisas, dejándome saborear su deliciosa boca.

—Lo siento, pero me daba pereza moverme. —Dijo tras el beso, me abrazó por los hombros y me hizo pegarme a ella, pero intenté no aplastarla con mi peso. —¿Me perdonas?

No pude responderla, estaba demasiado concentrado en los besos húmedos que estaba dejando en mi cuello, si no paraba, conocería el hambre que tenía mi lobo de ella.

—Pequeña brujita, te perdono, ahora me voy a terminar de duchar, si necesitas algo, mueve ese culo. —Dije antes de levantarme con cuidado de que no se me cayera la toalla y que Nala no viese como mi amiguito se había despertado por culpa de sus besos. Volví a la ducha y no pude evitar recordar los besos que acababa de repartir Nala por todo mi cuello, tampoco pude evitar cerrar los ojos y dejar que mi mano derecha se encargase de las consecuencias de esos increíbles besos.

Quince minutos más tarde, salí del cuarto vistiendo unos vaqueros recortados, una camiseta negra y mis deportivas, Nala ya se había vestido con un vestido marrón, ya que teníamos cena en casa de mi padre, la dichosa cena que Rachel se vio obligada a aplazar. Nala me dio la mano y fuimos hacia la camioneta, la abrí la puerta y la cogí de las caderas para ayudarla a subir, pero la senté frente a mí y me coloqué entre sus piernas.

—¿Fingimos que estás enferma y nos quedamos en casa? —Pregunté mientras besaba su cuello, casi rozando su piel, para tentarla un poco, Nala cogió el pelo de mi nuca y llevó mis labios sobre los suyos.

—No, Jake, quiero ir. —Dijo Nala cuando separó sus labios de los míos, me dio un pequeño beso en la nariz y se giró para ponerse el cinturón. La cena fue muy tranquila, todos apreciaban mucho a mi impronta, incluso Paul intervino en la conversación y todo, cosa que me sorprendió gratamente, creo que le caía bien mi impronta.

Nala se quedó dormida en el coche, cuando volvíamos a casa, se había apoyado en mi hombro antes de cerrar los ojos, incluso se había aferrado con fuerza a mi brazo, como si la fuese a dejar sola en algún momento. Cuando llegamos a casa, la cogí en brazos como si fuese una princesita y ella suspiró satisfecha, notaba que era yo, incluso en sueños. Entrando en casa noté un hedor horrible, el maldito hedor del chupasangre que se la llevó en su momento, por lo que salí de nuevo y volví al coche, antes de hacer nada, debía sacar a Nala de aquí.

Conduje con ella sobre mí, era lo único que evitaba que me transformase dentro del coche, no sabía hacia donde iba, hasta que aparqué en casa de mi padre. Haciendo que salieran papá, Rachel y Paul, dejé a Nala sobre el sofá con cuidado y corrí hacia el bosque. Cuando salté para que apareciese mi lobo, noté como Paul estaba detrás de mí, me había seguido, vio en mi mente lo que había ocurrido y aulló alertando a los demás. Seguí corriendo hasta mi casa y vi al mugriento chupasangre con una sonrisa dirigida hacia mí.

La imprimación del Alpha  |JACOB BLACK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora