Capítulo 16

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Cortadle el paso por el norte. —Gruñí persiguiendo al maldito chupasangre, toda la manada menos Collin, Brady y Leah, quienes estaban en casa de mi padre con todas las improntas.

Ha saltado por encima de un árbol. —Informó Jared desde su posición, el chupasangre siguió corriendo hasta que cambió de rumbo.

¡Vuelve a la Reserva! —Exclamé a punto de perder los papeles, estábamos casi en Canadá, y ahora el chupasangre tenía ventaja. —¡Corred!

Todos corrimos con toda la máxima fuerza, nuestras patas rozaban el suelo de lo rápido que íbamos, logramos alcanzar al chupasangre, pero esquivó mi mordisco y giró precipitadamente hacia First Beach. Lo seguimos como pudimos, pero saltó y se hundió en el agua desapareciendo.

Buen trabajo, chicos. —Dije intentando levantar los ánimos, nadie quería que ninguna impronta fuese atacada, y esta sanguijuela quería acabar con ellas. Volvimos en un silencio bastante tétrico hacia la casa de mi padre, una vez que estuvimos en los límites, nos vestimos con pantalones recortados y fuimos hacia la casa.

Nada más verme, Nala corrió a mis brazos y hundió su carita en mi pecho, que era donde llevaba, así que la levanté por el culo y ella abrazó con sus piernas mi cintura y con sus brazos mi cuello.

—¿Estás bien? —Preguntó Noah contra mi cuello, yo asentí y la hice mirarme, juntamos nuestras frentes y nos besamos con dulzura, pero poco a poco el beso iba subiendo de temperatura, aunque nadie nos estaba haciendo mucho caso, los demás estaban igual con sus chicas. Después de dejar a Paul y Jared vigilando, monté en la camioneta con Nala y volvimos a casa, Nala iba agarrada a mi fuertemente, como había hecho antes.

—¿Seguro que estás bien? —Preguntó Nala de nuevo, asentí de nuevo y fijé la mirada en la carretera, no quería que supiese que estaba aterrado por perderla, porque me la quitaran. El camino a nuestra casa fue en un silencio un poco extraño, Nala sabía perfectamente que no estaba bien, pero no quería insistirme para que hablase, y se lo agradecí internamente.

Nada más llegar, Nala bajó por mi puerta y me dio la mano para el corto camino hacia la casa, pero en vez de soltarme al entrar, como hacía siempre, me llevó hasta la habitación, me hizo tumbarme en la cama boca abajo y rápidamente se puso mi camiseta como pijama. Se subió sobre mí y comenzó a echar crema y masajear mi espalda, y no pude evitar ronronear como un estúpido gato.

—¿Estás más relajado? —Preguntó Nala en mi oído tras haberse apoyado por completo en mi espalda tras media hora masajeándome, y comenzó a darme besos por el cuello y la espalda.

—Esto es la gloria. —Susurré con una sonrisa de satisfacción, me giré manteniéndola sobre mí y la abracé con fuerza contra mi pecho. Principalmente la abracé así para que no notase lo duro que me había dejado, y siempre me ponía así sin hacer nada, no quería saber que ocurriría cuando ella quisiese dar un paso más.

—Te quiero, Jake. —Susurró Nala antes de quedarse dormida sobre mi pecho.

La imprimación del Alpha  |JACOB BLACK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora