Capítulo 17

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Al despertarme al día siguiente, no noté el cuerpo de Nala sobre mi o a mi lado, y me puse alerta rápidamente, no quería que nada la pasase.

—¿Nala? —Pregunté en voz alta, si no me respondía, me daría un ataque al corazón o la versión lobuna, que no tenía ni idea de cuál era.

—¡En la cocina! —Exclamó Nala, y yo como un perrito faldero, corrí a la cocina, donde estaba preparando el desayuno vestida solo con mi camiseta, descalza y totalmente despeinada. —El desayuno está casi listo, iba a ir a despertarte.

—Huele genial, gracias pequeña. —Dije poniéndome tras ella y pegando su cuerpo al mío, estaba tan cálida y suave, que no pude evitar dejar besos sobre su cuello, detrás de la oreja, en la mejilla, a cualquier superficie que estuviese a mi alcance.

—Jake, ¿qué haces? —Preguntó Nala con una sonrisa, dejó los gofres sobre un plato y se giró para encararme, se colgó de mi cuello y saltó para que la cogiese. —Así me puedes besar mejor.

Comencé a besarla suavemente, con calma, pero mi impronta quería más, y tiró del pelo de mi nuca para juntarla más a ella, lamí su labio inferior y luego la besé con fuerza, no quería hacerla daño, pero mi lobo quería más, mucho más.

—El desayuno se enfría. —Dijo Nala después de unos quince minutos besándonos, yo me reí y la abracé con cuidado.

—Creo que el desayuno has sido tú. —Contesté sentándome en una silla con ella sobre mi regazo, se giró y acercó los platos a nosotros.

—¿Crees que he hecho demasiada comida? —Preguntó nerviosa, pero yo no creía que hubiese demasiada, solo había gofres, tortitas, huevos revueltos, tostadas, zumo y café.

—No creo. —Contesté llenando mi plato con cosas variadas, y efectivamente, media hora después, nos habíamos comido todo, aunque el que se había comido casi todo, había sido yo.

—Jake, ¿hoy también tienes que irte a dar caza a los vampiros esos? —Preguntó girándose sobre mí para mirarnos de frente, la notaba triste, pero prefería verla segura a verla triste.

—Si, pero más tarde, ahora podemos hacer lo que quieras. —Respondí intentando levantarla el ánimo, funcionó a medias, ya que sonrió levemente. —Y mañana vuelven mis amigos vampiros, conocerás a mi mejor amiga y nos ayudarán a detener a esos chupasangres.

—¿Tú crees que la caeré bien? —Preguntó Nala escondiéndose en mi cuello, la acaricié su pelo despeinado y la abracé.

—Por supuesto, Bella es muy simpática. —Contesté con una sonrisa incómoda, por suerte, su rostro estaba en mi cuello, hacía eso cuando quería decirme algo que le daba vergüenza. No quería que nadie le dijese que había estado enamorado de Bella, porque esos sentimientos ya no existían, murieron al conocer a Nala, pero no quería que ella se sintiese incómoda.

El resto de la mañana lo pasamos tumbados en la cama, Nala tumbada sobre mí mientras nos contábamos todo sobre nuestras vidas, lo que nos gustaba, lo que odiábamos, lo que nos daba asco... Todo, bueno, todo menos los sentimientos hacia Bella.

Al final, Nala se quedó dormida sobre mi pecho, y yo no pude sentir nada más que amor hacia ella, estaba demasiado adorable sobre mí, con la boca abierta, su mejilla sobre mi corazón y su pelo sobre mi cuerpo y la cama. Me rompía el corazón tener que despertarla para decirla que me tenía que ir, pero no me quedaba otra, era por su seguridad, aunque al día siguiente llegarían los Cullen y me ayudarían a dar caza al maldito aquelarre que ponía en peligro a mi razón de vivir.

La imprimación del Alpha  |JACOB BLACK|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora