El Tulpa

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El año pasado, estuve seis meses participando en algo que fue llamado como “experimento psicológico”. Encontré un anuncio en el periódico local donde decían que buscaban una persona imaginativa, con ganas de ganar dinero, y cuando vi que era el único anuncio para el cual estaba cualificado, los llamé y concertamos una entrevista.

Me dijeron que todo lo que tenía que hacer es estar en una habitación, solo, con sensores en la cabeza para leer mi actividad cerebral, y mientras yo estaba allí, tenía que visualizar un doble de mí. Lo llamaron mi “Tulpa”.

Eso parecía demasiado fácil, y yo acepté cuando me dijeron cuanto me iban a pagar. El siguiente día, volví. Ellos me dejaron en una simple habitación con una cama, y me pusieron los sensores en la cabeza, y los conectaron a una caja pequeña negra en la mesa de al lado. Me hablaron durante el proceso de visualización de mi doble, y me explicaron que si estaba aburrido o inquieto, en lugar de moverme, tendría que visualizar mi doble, o intentar interactuar con él, y así sucesivamente. La idea es estar con él todo el tiempo que esté en la habitación.

Pero tuve unos problemas los primeros días. Estaba más controlado que cualquier sueño despierto que hubiera tenido antes. Me imagine a mi doble unos minutos, y creció la distracción. En el cuarto día, como sea, pude hacer que estuviera “presente” las seis horas enteras. Me dijeron que lo estaba haciendo muy bien.

La segunda semana, me dejaron en una habitación diferente con altavoces en las paredes. Me dijeron que querían ver si podía hacer aparecer al Tulpa en un ambiente con distracciones. La música era discordante, desagradable, perturbadora, e hizo que el proceso fuera un poco más difícil, pero, sin embargo, me las arreglé. La siguiente semana pusieron música aún más inquietante, con gritos, y voces guturales hablaban en alguna lengua extranjera. Me reí de eso, yo ya era un profesional para entonces.

Después de un mes, empecé a aburrirme. Para animar el ambiente empecé a hablar con mi doble. Teníamos conversaciones, jugábamos a piedra-papel-tijera. Me lo imaginaba bailando break dance o haciendo malabares, o lo que sea que captara mi atención. Pregunté a los investigadores si mi estupidez afectaría negativamente al estudio, pero ellos me dieron coraje para seguir.

Por tanto, jugamos y nos comunicamos, y fue divertido por un tiempo… y después se volvió un poco raro. Le hablé sobre mi primer día y me corrigió. Yo dije que ese día llevaba una camiseta amarilla, y él me dijo que era verde. Lo pensé un momento y estaba en lo cierto. Me asustó, y hablé de ello con los investigadores. “Estás usando una forma de acceder con tu subconsciente” explicaron. “Tú sabes en un nivel que te equivocas, y tu subconsciente te corrige”.

Lo que había sido espeluznante, de repente molaba. ¡Estaba hablando con mi subconsciente! Me costó un poco, pero descubrí que puedo preguntarle cosas a mi Tulpa y acceder a partes de mis recuerdos. Podía recordar páginas enteras de libros que había leído, o cosas que había aprendido e inmediatamente olvidado en el instituto. Estaba bien.

Eso fue el tiempo en el que empecé “a llamar” a mi doble una vez fuera del centro. No mucho, al principio, pero estaba tan acostumbrado a imaginarlo que ya se me hacía raro no verlo. Cuando estaba aburrido, veía a mi doble. A veces empezaba a hacerlo todo el rato. Con el tiempo se volvió como un amigo invisible. Me lo imaginé cuando salía con mis amigos y visitaba mi madre; a veces hasta en una cita. No necesitaba hablar en voz alta, yo era capaz de tener conversaciones con él sin tener que ser escuchado por nadie.

Sé que puede sonar raro, pero fue divertido. No solo sabía todo lo que había olvidado, sino que parecía que estaba en contacto conmigo. Usaba un lenguaje corporal del cual no me había percatado. Por ejemplo, se reía mucho de mis bromas, y se acercaba a mi cuando hablaba. Y otras cosas que he notado. La cita estuvo bien.

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