XLI

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Los días habían pasado lo suficientemente rápido, había logrado mantenerme ocupada con un sinfín de cosas, desde las relacionadas con la escuela y el hospital incluso hasta algunas de la boda y cosas por el estilo.

Aunque eso no quitaba que extrañara a Niall, cada día me hacía más falta y pasaba los días contando los que nos faltaban para poder vernos.

Solo cuatro días después de que Niall se fue y en un momento en el cual no tenía nada que hacer recordé que Tara me había mandado un par de números telefónicos, todos de planeadoras de bodas que ella aseguraba que eran confiables y hacían un espectacular trabajo.

Adjunto a los números estaban sus respectivas páginas web y después de ver cada una con detalle y teniendo en mente lo que imaginaba para ese día logre reducir las opciones a tres chicas.

Claramente había tenido una larga llamada con Niall, le dije la idea que tenía, los colores, el lugar y como era de esperarse, estuvo completamente de acuerdo y me aseguro que le gustaba mi idea aunque me dio un par de detalles que le gustaría incluir, junto a algunos comentarios al respecto.

Después de una llamada a las tres chicas y hablar con Niall sobre ellas elegí a una, que siendo sinceros fue con la que más conecté, comprendió mi idea, las bodas que ha planeado sin duda han sido hermosas y fue naturalmente amable y simpática conmigo.

Al día siguiente habíamos tenido una videollamada los tres, quería que Niall se sintiera cómodo con ella, de la manera como yo lo hacía y así fue.

Camila era linda, tenía treinta y siete pero podías asegurarle que se veía de treinta, desde el primer momento me hizo sentir cómoda, me escucho y no podía esperar menos de alguien con quien iba a llevar todo el proceso de uno de los día más importantes en mi vida, tenía ideas fantásticas y comprendió completamente que los días que podía poner mi total y completa atención en la boda eran los fines de semanas, pero que durante el resto de la semana podíamos avanzar alguna que otra cosa y así es como ambas nos acoplamos.

Llevábamos dos fines de semana juntas, el primer par de días nos dedicamos a concretar la idea que tenía, escribiendo y borrando en varias ocasiones hasta que pareció que estuvo listo y teníamos una especie de boceto del cual podíamos empezar con todo.

Al siguiente fin de semana visitamos un par de lugares, catedrales e iglesias que ella misma se había encargado de elegir con forme a mis ideas, literalmente nos llevamos ese fin de semana en eso y caminamos muchísimo.

Julia venía conmigo, me daba sus opiniones y ayudaba en algunas cosas, no sabía que haría sin ella y su compañía.

Habíamos decidido cambiar la fecha de la boda a finales de marzo, después de considerar el clima y las fechas disponibles e internamente agradecí eso, hacía que tuviera más tiempo para todo y que pudiera tomarlo más con calma.

Este fin de semana sería diferente, me dedicaría completamente a pasarla con Niall y celebrar su cumpleaños, no podía negar que lo extrañaba con cada fibra de lo que soy, no podía esperar por verlo y tirarme entre sus brazos.

Pero como es su nueva y al parecer favorita costumbre, se negó a decirme la hora en la que llegaría y durante toda la semana estuvo esquivando aquella pregunta cambiándome el tema.

Subí al auto agradeciendo mentalmente que por fin y después de una larga semana era viernes y soltando un pesado suspiro mientras pasaba mis manos por mi pelo, deshaciendo la coleta y volviendo a hacerla, acomodando de nuevo los mechones de pelo y aquellos pelitos rebeldes que durante el transcurso del día empezaban a aparecer.

Hice una rápida parada a un supermercado, solo para comprar algunas cosas que faltaban y una que otra golosina que se me antojaban desde hace varios días.

I could fall in love; n.h. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora