LII

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La primera idea que surco en mi mente cuando dijeron aquello fue huir a donde sea que Niall estuviera.

Cuando el director anuncio que tendríamos un par de días libres sin duda fue como si me quitaran un peso de encima, a pesar de que solo serían dos días, cuatro si contamos el fin de semana me era más que suficiente para correr a los brazos de Niall.

Tal vez eran todos los meses que llevamos de esta manera que junto al tiempo que pasamos mal hacía que el sentimiento se intensificará.

Extrañaba a Niall, de una manera que incluso provocaba una fuerte presión en mi pecho y que cada día solo se intensificaba más, no salía de mi cabeza, ni un solo segundos, despertaba e iba a dormir pensando en él.

Y era extraño, no es que nunca lo extrañara, siempre lo hacía, pero estos últimos días era de una manera distinta, más intensa, una constante necesidad de tenerlo conmigo, la idea de que si el me lo pedía dejaba todo para embriagarme en él.

Entonces aquí estaba, después de un vuelo de catorce horas, habiendo comprado el primero que encontré, empacado en quince minutos y corrido al aeropuerto para poder llegar, todo a contra reloj y parecía casi imposible.

—Lo siento, solo tome el primer vuelo que encontré— deje un beso sobre la mejilla de Tara y movió suavemente su cabeza.

—No importa, ya había despertado y estaba lista— se encogió de hombros y me hizo un movimiento de manos esperando a que la siguiera —Cuando me llamaste estaba terminando de maquillarme—

—Muchas gracias— hice una ligera mueca y soltó una risa antes de que entráramos a un auto.

—Amelia, es divertido ser parte de estas cosas— aseguró.

El sentimiento de necesitar a Niall empezaba a disiparse con cada minuto que pasaba y ahora era la emoción que empezaba a crecer en mi pecho, los nervios y la felicidad que invadían mi cuerpo.

Todavía era temprano, casi las cinco de la mañana y me había sentido mal al tener que llamar a Tara a esta hora, pero no tenía otra opción.

Entramos a aquel hotel y mientras subíamos por el elevador me mantenía jugando con las mangas de la sudadera que me cubría.

—Lo más seguro es que se esté duchando— murmuró abriendo con cuidado y entrando antes de mi para asegurarse de que no estuviera —¡Niall!— gritó mientras me señalaba que entrará.

—¡Tara, me estoy duchando, dame cinco!— su voz resonó detrás de una puerta y mi corazón dio un vuelco.

Me adentre en la habitación, dejando mi única maleta a un lado y pasando mi vista por el lugar, como era de costumbre, Niall no tenía un gran desastre y lo único que estaba fuera de lugar eran un par de prendas sobre la cama y todo lo que solía usar para su cabello.

—Espera, te vez muy linda ahí— moví mi cuerpo que le daba la espalda a Tara, apenas y me había acercado al gran ventanal que proporcionaba la mayoría de la iluminación en el cuarto, el sol empezaba a salir, el cielo empezaba a aclararse y las luces de los edificios empezaban a ser apagadas.

Levante mis comisuras en una ligera sonrisa mientras el sonido de la cámara de su celular se había presente un par de veces.

—Los dejaré, no ha de tardar en salir— se inclinó y ambas depositamos un beso de despedida en la mejilla de la otra.

Dio media vuelta y salió de prisa cuando el sonido del agua chocando contra la baldosa del baño se detuvo.

Un par de minutos después la puerta del baño se abrió, sus manos sostenían una toalla mientras intentaba secar su cabello y solo llevaba unos jeans.

I could fall in love; n.h. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora