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Daniel

Fui a la pieza de Valen antes de ir al chino, para preguntarles que les gustaría de cenar, ya que seguramente Kiara se iba a quedar también.

—...Confundido?.—escuché y me mandé antes de que piensen que estaba escondido escuchándolos—¿De verdad te gustan los chicos?. —vi como Valen levantó levemente el ceño.

Kiara se acercó a él lentamente y se empezaron a besar, sentí como si me presionaran el pecho.

—¡Era obvio!. —exclamé, algo mío, aunque muy en el fondo, sabía que esto iba a pasar, solamente lo ignoraba.

—¿No sentís nada por mí?. —Valen negó ante la pregunta de Kiara—No mientas, nene. Yo sé que sí. —lo señaló con el dedo índice acercándose de nuevo. Tensé la mandíbula.

—Basta, Kiara. —habló alejándola, mientras me miraba. Se hacía el boludo como los mejores.

Solamente quería salir de ahí, me pinchaba el estómago y el pecho, me picaban mucho los ojos, y sentía que en cualquier momento me iban a fallar las piernas e iba a caer al piso, pero no, no pasó eso, solamente me quedé ahí inmóvil.

Tomé todo el aire que pude y les di la espalda para irme, no quería ver a ninguno, tenía la idea masoquista de golpear una pared para sentir los dedos más livianos.

—¡Dani!, eu, no te vayas, vení. Escuchame, por favor. —suplicó, aunque yo estaba negado—Dani. —se me puso en frente agarrando los costados de mi cara —Por favor.—se le escaparon unas cuantas lágrimas, eso hizo que también yo empiece a llorar.

—¿Qué, Valentín?. —traté de mantener mi postura pese a lo débil y usado que me sentía.

—Te juro que nada que ver. —giré los ojos.

—No me jodas, Valentín. Se te hizo costumbre andar cuerneando, boludito. —me llegó a doler a mí lo que le dije.

Yo sabía que iba a pasar esto, capaz que fue mi culpa, e hice que Valentín quiera volver a estar con Kiara, o que se vuelva a confundir como dijo ella.

—Nada que ver, vos sabés como soy. —corrí sus mano de mi cara, me hacía peor.

Alcé los hombros.

—No sé, Valentín. —se acercó a abrazarme, se lo correspondí.

—¿Nos podemos sentar a hablar?.  —me pidió, pero me negué, seguía con la firme idea de que esto iba a volver a pasar.

—No, Valen. Me voy. —intenté alejarme, pero se me aferró al brazo.

—Dani, te juro que nada que ver.—largué una risa sarcástica.

—¡Te vi, Valentín!, cuando no te alejaste a penas se te acercó a la boca y menos cuando te empezó a chapar, si seguías confundido te hubieras hundido solo. —hablé sin pensar. La escena se seguía reproduciendo en mi cabeza, cada vez más rápido, y al mismo tiempo más punzante. Como cuando le ponés menta a la coca cola y esperás a que salte la tapa y se libere la botella.

—Daniel, hablemos por favor.—siguió insistiendo—te amo.

—¡Basta!, no quiero saber nada más, basta. —salí del departamento, y empecé a caminar hacia mi casa, no tenía ganas de aguantar las escusas de Valentín.

Estaba cerca de la entrada del edificio de mi casa, estaba un poco histérico, solamente quería llegar y no cruzarme a ninguna persona conocida, porque sino me la iba a agarrar con ese alguien, y nadie merecía aguantar mi mal humor.

Crucé las plantas que habían alrededor del portón, y cuando me dirigía a la puerta, vi a Kiara sentada en los escalones que me separaban del edificio.

Puteé la vida entera, ¿no podía esperar aunque sea una semana para venir a hacerse la víctima?.

—Dani. —suspiró en una sonrisa—Pensé que no te iba a encontrar, quiero hablar con vos.

—Ahora no, Kiara. Andate por favor. —le pedí intentando pasar por al lado de ella, pero me frenó poniéndose adelante.

—De verdad, quiero hablar con vos antes de irme.—fruncí el ceño.

—¿Te vas?. —asintió—¿A dónde?.

—A Tierra del Fuego. —no lo podía creer.

—¿O sea, que venís, cagás mi relación, te venís a hacer la víctima ahora y te tomás el palo?. —largué la segunda risa sarcástica del día.

—N-no es tan así, Dani. —levanté las cejas.

—¿No?, entonces como es. ¿Querías aclarar las cosas con Valentín, para ser amigos y él te besó?—suspiré —Sos increíble, Kiara. Siempre te defendí, boluda. Sos como el fuego, por donde pasa quema todo y le chupa un huevo el daño que hace. Me terminé quemando las manos, y todo por confiar en vos, te juro que no lo puedo creer—veía como intentaba encajar alguna oración, pero no la dejaba —Ojalá que el frío congele un poco tu personaje, y todos vean como sos fuera de tu actuación de "Kiara buenita". —frunció los labios y se puso roja. Estaba enojada.

—¿Sabés qué?. Yo besé a Valentín, porque si no hubieras aparecido vos, y él me decía que de verdad me ama, me hubiera quedado. Solamente quería saber que le pasaba con vos, y pude comprobar que solamente está probando, sos una experiencia para él, Dani. —se rió—A vos te queda mejor el personaje de buenito y calladito, cornudo.—me golpeó el pecho con el dedo índice. Es algo que siempre hacía cuando me quería hacer sentir menos.

—Tenés que aceptar que no todos van a estar bajo tus pies, y no me arrepiento un carajo de hacerte sentir mal cuando estabas con Valentín. —tensó la mandíbula, sentía que en cualquier momento me bajaba de una cachetada—Lo que pasa es que a vos siempre te pesó más el rencor que cualquier cosa, hasta que nuestra amistad de años.—tenía las manos en puños y su mirada era puro odio—Permiso. —dije y entré al edificio dejándola ahí sola.

Una vez que estuve adentro de mi departamento, me senté en el piso y sentí como se me inundaron los cachetes de lágrimas.

Lo que me dijo Kiara me dolió muchísimo, también me dolió lo que le dije a ella y a Valentín.

Sentía pesado el cuerpo, pero el sentimiento solamente era físico, no sabía que era lo que me pasaba.

Empecé a sacar mis conclusiones.

Capaz que le dije todo eso a Valentín y le eché la culpa a él porque simplemente me quería alejar. Negué lo quiero muchísimo, aunque ahora prefiero estar lejos de él, aunque sea por un tiempo.

Cerré los ojos y dejé de procesar todo intencionalmente, ya que mi cabeza lo hacía por sí sola.

Me acosté en el piso, lloré, pegué uno que otro grito, pataleé.

Lo hice acordándome de lo que me decía mi mamá de chico, que por más que llorara, pataleara, gitara, hiciera miles de berrinches, no iba a conseguir nada, pero ayudaba a sacar ese sentimiento de frustración. Pero todos esos berrinches tienen un solo cupón, de único uso.

Me sentía ese nene de cinco años, llorando porque no quería comer cierta verdura que había en el plato.

Solamente que ahora no me quería comer algunos replanteos.

FIN 

 


buenasss ¿cómo va?

y se marchó

no me gustó el final, de todas maneras falta el epílogo, lo subo en estos días

dejen las puteadas acá jeje

𝖈𝖍𝖆𝖏á🦅 𝖜𝖔𝖘𝖆𝖓𝖎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora