Quisiera estar tomando un café a las ocho de la mañana en medio de un desierto frio, donde yo me encuentre vestido de gala mientras escucho un piano de fondo con una melodía que acompañe mis noches de insomnio. No sé porque siempre elijo el mismo desierto, pero sí sé que no hay nadie, por ahora no está ni una persona.
Es difícil toparse con una persona que sepa tomar un buen café y sepa jugar con las emociones en palabras. Unos minutos con ese humano para entender su alma, sus palabras y su mirada; quiero y debo encontrarme con ese buen entendedor de aventuras para contarle mis viajes con café a los momentos donde creí que mi corazón se quebraría o a lo peor se congelaría para siempre.
Creo fuertemente que el desierto es un lugar único, un espacio donde asisten náufragos de los pensamientos extraños, creo que por esa razón me siento tan identificado, porque justamente soy alguien que exploro demasiado mis recuerdos perdidos, a esos los que te hacen pensar que estas en una película de Hollywood pero solamente estás viviendo en tu propia fantasía, esos recuerdos son los que escribo en un papel y dejo que vuelen por mi mente, dejando que se pierdan entre la arena y el viento de los inviernos largos, de eso que te enfrían el cuerpo.
Hablo de náufragos porque a medida que fui creciendo me di cuenta que son muchos los que andan solos divagando por sus mentes o por sus laberintos.
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Un Año Sin Rosas Ni Dioses
ŞiirSeguramente se te apagó el cigarro, se en frío el café, el vino ya no huele a uvas, el te es de jengibre y tús lágrimas se secaron por el frío que recorre en tu cuerpo.