" Abri las puertas del infierno y ahora no se como devolver sus demonios."
Me levantó al sentir un leve dolor en mi espalda, esta cama era demasiado dura. En cuanto abro mis ojos veo una bolsa de ropa, mi mirada viaja al reloj notando la hora que era.
— Mierda..— me levanto de la cama ignorando todas las marcas que tengo en mi cuerpo, tomo la bolsa y voy a la puerta grande.
Voy a la ducha abriendola en la parte fría, en cuanto cae en mi cuerpo suspiro aliviada. Mojó mi cabello y mi cara tratando de no recordar lo de anoche.
Eres una tonta... debías seducirlo pero no acostarte con el.
En cuanto terminó de ducharme lavo mis dientes con un cepillo que estaba en la bolsa, cuando termino lo vuelvo a dejar en la bolsa. Me miró al espejo viendo el vestido suelto en mi cuerpo, salgo del baño para bajar las escaleras con mis tacones en mano. Sin hacer ruido busco mi bolso y mi abrigo, cuando lo encuentro lo tomó.
— ¿Dónde está mi dinero?— junto mis cejas, la voz de la persona misteriosa se escucha seguido de un grito.
Me acercó más viendo como me da la espalda, hay un hombre recostado en la mesa. Los hombres que me trajeron lo sostienen mientras que el hombre que aún no se el nombre lo golpea con un martillo para ablandar la carne.
— Estoy perdiendo la paciencia...— vuelve y golpea al hombre pero esta vez en su rostro, el suelta un grito desgarrador. Retrocedo un poco hasta que choco con algo, el jarrón se rompe llamando la atención de todos.
— Ah...despertaste. — deja el martillo aún lado para verme, tiene un delantal blanco lleno de sangre. Sus manos igual están llenas de sangre, cuando me intenta tocar retrocedo.
— Vas a correr, verdad? — me da una mirada divertida, justo como pregunta corro.
Pasó aquel pasillo para dirigirme a la puerta principal, ahí hay unos guardias pero los esquivo lanzándole mi abrigo a la cara.
Todos los guardias se alteran al verme correr, intentó llegar al portón de salida. Y creo que podría haberlo alcanzado, a no ser por la tacleada que me dieron.
— Si que corres rápido.— me quejo adolorida, el me mira ahora de pie igual que sus guardias. Uno de ellos me ayuda a levantarme, el sujeto con el que estaba mira la mano de su guardia en mi cintura y mano. — Quita tus manos.— ordena con un tono que asusta a todos, me suelta.
El me sostiene, yo simplemente lo miró a la cara notando que todo esto le divierte. También puedo sentir un cambio de temperatura y mi falta de equilibrio.
— ¿ Te vas a desmayar?— me recuesto en su pecho, el se ríe un poco. Me carga en sus hombros por lo que ahora solo puedo cerrar los ojos.▪︎ ▪︎ ▪︎
— Va a estar bien, Señor Morreti. Simplemente tuvo un choque de adrenalina que su cuerpo no supo controlar por la falta de energía y de comida. En cuanto se levante, coma bien y descanse. Estará bien. — me muevo un poco en la cama, abro lentamente mis ojos sintiendo una caricia en mi mejilla.
— No esperaba que te desmayaras, que corrieras si. Pero no eso. — me levanto suave de la cama tocando mi cabeza, el se aleja un poco para sentarse en la cama.
— ¿Quién eres...?— preguntó pegando la sábana a mi cuerpo, el sonríe negando.
— Soy Maximilieano Morreti, tu dime Max. Para los demás soy Señor, y espero que no le digas mi nombre a nadie. — asiento cuando me señala con su dedo. Se levanta de la cama por lo que me muevo un poco aferrando la sábana a mi cuerpo.
— Soy el mafioso más buscado por el mundo, Soy el rey de las calles y ahora... tú eres mi mujer.— me tensó.
— No soy tu mujer y mucho menos quiero tener algo que ver contigo. — el rie poniendo mis pelos de punta.
— Que curioso... no recordé preguntarte si querías o no.— con fuerza jala las sábanas dejándome descubierta. Se acerca a mi como León a su presa, me acorrala contra la pared de la cama y su respiración.
— Escucha cariño... podemos hacer esto a las buenas, como lo hicimos anoche. O será a las malas y ya comprobaste que no tengo paciencia. — trata de tocar mi rostro pero alejo mi rostro, un poco de cabello termina en mi rostro cuando toma mi mentón con fuerza.
— Eres un hijo de...— pone su pulgar en mi boca, presiona su dedo dejándome sin hablar.
— Ya me han dicho muchos insultos, nena. Y todos me describen a la perfección. — retira su pulgar dejando un beso en mis labios con fuerza, se aleja de mi para caminar hasta la puerta. Antes de salir me da una mirada
— Date una ducha y ponte otra ropa, te espero para comer.— ordena, un sollozo abandona mis labios cuando cierra la puerta con fuerza.
Limpió mi mejilla con fuerza cuando una lágrima resbala por mi rostro, quiere ser un hijo de puta.
Le demostraré quién es la reina.

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El Rey De La Mafia #1
RomansEl es el rey... Es el rey en la cama. Es el rey en las calles. Es el rey de la mafia. Es el rey de mi corazón. Si el es un rey... ¿soy yo su reina,no? [Segunda historia: Madame] Historia en edición # 1 en muertes 27/julio/2022 #2 en parejas 27/ju...