El Rey De La Mafia #1

-1- (E)

" Dios me dijo que no había que temer, el diablo me aconsejó que me escapará y no me dejara encontrar"

Aferrarse a las cosas siempre fue mi mayor error, jamás pude pensar en lo doloroso que sería dejar ir eso a lo que tanto me aferre.

Luego de pasar de casa en casa, de familia en familia. No pude evitar aferrarme a la última que me aceptó como soy.

Me aferre a personas negativas y termine corrompida.

Me aferre a las drogas y al alcohol y termine en un hospital.

Me aferre a mi familia y no pude dejar que enteraran a mi padre adoptivo.

Me aferre a lo único que me quedaba y ahora estaba en una cama.

Tal vez era yo la de la mala suerte.

- Adiós mamá.- me despido de ella apagando su luz, puedo ver como cierra sus ojos lista para dormir.

Tal vez aferrarse a las cosas sea malo, pero para mi. Solamente hay una cosa que no me esta tan mal.

Me aferro al tubo de metal mientras doy una vuelta en el, mis pies quedan separados en el aire mientras caigo de una forma que enloquece al público. Suelto el tubo para desprender aquella suave tela de mi cuerpo, ahora mi cuerpo solo es cubierto por una ropa de encaje. Aquella pequeña tela la tiró para volver al tubo, termino mi rutina con éxito.

- Mesa 5, entregales esto.- me entregan una bandeja completa de alcohol y cigarros.

- No soy mesera.- intento negarme pero ella simplemente me deja eso de mala gana.

Ven... por eso las personas no progresan en la vida. Por ser tan...

- Su pedido.- entrego la bandeja viendo a varios hombres con armas y a dos tipos en la mesa. Dejó eso viendo como uno de ellos me devora con la mirada, hombre más asqueroso.

Antes de que pueda retirarme, puedo ver como el hombre en traje tiene un pedazo de tela en su regazo.

Un pedazo tela que conozco muy bien.

- Eres buena bailando, eres nueva verdad?- pregunta, lo ignoro sirviendo el vaso de alcohol. Al primero que se lo doy es al que me pregunta, al último al hombre en traje.

En cuanto se lo doy siento mi cuerpo temblar, su mano se extiende tomando el licor. Puedo ver como la manga de su traje se sube y deja ver algunos tatuajes. Su mirada choca con la mía, pestañeo varias veces perdiendome en su mirada. Me da una pequeña sonrisa que eriza mi piel.

Una alerta suena en mi cabeza en cuanto todos los guardias me miran y el chico en traje me analiza.

- No me pagan por hablar con los clientes, solo por atenderlos. Tengan linda noche. - como si fuera Flash, salgo corriendo de ahí.

Esa mirada...

Esas son de las que te invitan a pecar y a no volver sana.