La Balada Escarlata

62 7 3
                                    

   Sus voces se oían en todos los lugares, desde la costa, hasta más allá del pueblo. Nadie sabía de donde provenía aquella melodía, los rumores decían que venían del oeste del bosque sagrado, otro decían que venían desde las montañas. Esa dulce melodía, con esas voces vacías, emergían de las profundidades de una cueva, en aquella cueva, un grupo de mujeres cantaban una balada mortal, una balada que se llevaba las almas de aquellos hombres que alguna vez se llevaron la vida de una mujer.

   Su coro entre la penumbra de la cueva, hacían que el cielo se torne de un rojo, un rojo escarlata. Un hombre se hallaba tendido y amarrado a una enorme roca, gritando y suplicando por su vida, las mujeres lo rodeaban, cubiertas con túnicas. Una se abre paso entre las demás, sostiene una daga afilada entre sus manos. El hombre se la queda viendo aterrado.

   —¡Por favor! ¡Piedad, no era mi intención! —Grita el hombre arrepentido.

   La mujer se acerca cada vez más al hombre. Las demás dan un paso hacia atrás.

   —¿De qué se le acusa a este hombre? —Pregunta la mujer de la daga.

   —De golpear brutalmente a nuestra hermana Isidora hasta dejarla inconsciente, violarla y posteriormente abandonarla a un costado del camino, dejándola morir. —Responde una de ellas.

   La mujer de la daga lo observa con ojos penetrantes y fríos.

   —Y luego dices que no lo hiciste con intención —dice levantando la daga—¡Amordácenlo!

   —¡No! ¡No, por favor! ¡Tengo familia! —Grita desesperado el hombre.

   —Debiste pensarlo mejor antes de hacer semejante atrocidad —dice la mujer y lo apuñala en el corazón.

   El hombre muere y las mujeres toman su cuerpo y lo arrojan al acantilado que está cerca de la cueva, cae sobre los demás cuerpos que son comidos por los cuervos, entre otros animales. Se quitan sus túnicas y se miran entre ellas, rostros conocidos, todas son del pueblo, como María, dueña de una verdulería, Cecilia, es panadera, Emilia, la dueña de la mansión Caster, entre otras.

   —Vuelvan a sus hogares hermanas, ojalá nunca más nos volvamos a reunir, de ser así, otra hermana habrá caído —dice Emilia, la mujer de la daga.

   —¡Nunca más! —Gritan todas al unísono.

   Cada una comienza a retirarse del lugar, quedando Emilia y otra mujer.

   —Nos veremos pronto Isidora, dale mis saludos a tus hijos —le dice Emilia a la mujer que acusó al hombre y quién también trabaja de sirvienta en su casa.

   —Si señora, estaré en su casa a primera hora mañana —dice asintiendo.

   —Tranquila, Isidora, tómate el día libre y descansa.

   Isidora vuelve a casa después de varios días sin poder ver a sus hijos, ellos con una sonrisa en sus rostros gritan emocionados:

   —¡Mami, haz vuelto!

   —Sí mis hijitos, he vuelto a casa y no los volveré a dejar solos jamás —dice con lágrimas en los ojos— papi nunca más volverá a hacernos daño...

——————————————————————————————————————
Hola nuevamente, espero les haya gustado el relato, si es así, piquenle a la ★ y dejen sus comentarios😊 y como estamos en plena víspera de halloween, subiré otro relato mañana en la noche para que disfruten de este día del terror💀 que tengan un buen fin de semana, nos leemos prontito, buenas noches, byeee👻

Relatos para antes de Dormir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora