Claustrofobia.

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     Cada mañana el reloj marcaba las diez en punto y ella contaba los vértices y grietas de las murallas que la apricionaban, luego él entraba y la poseía. Ésta vez le susurró al oído que la amaba, lo vio en sus ojos; supo que jamás saldría de ahí.

Relatos para antes de Dormir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora