Partida.

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     Sentía que la vida se me iba, el cansacio era pan de cada día. Mi reflejo habla de los años vividos y que el tiempo llegaba a su fin. No me arrepentía de nada, hice todo lo que me propuse. Una empresa próspera y una gran familia.

     —Aquí tienes suegro, su té de bergamota —me ofrecía mi primera nuera como todas las tardes. Desde que enfermé ella se ofreció a apoyar con mis cuidados. Mi esposa ya había partido de este mundo hace dos años, pero desde que mi estado se agravó, la siento más cerca que nunca.

     —Gracias querida. —Mi temblorosa mano alzó la taza hacia mis labios fruncidos, bebí un gran sorbo, mi garganta seca se alivió por un momento.

     —Mi esposo es un gran hombre, señor, usted crió a un hombre ejemplar y estoy muy agradecida. —Comenzó a decir mi nuera.

     —Me alegro saber que hice un buen trabajo como padre, es lo menos que puedo hacer por mi familia —Digo orgulloso de mi labor.

     —En efecto señor, es lo menos que puede hacer por mi esposo, al igual que dejar la empresa a su mando. —dice sonriendo- Es usted muy generoso, señor.

     —Mi hijo es muy capaz, se merece esa posición —sonrío apenas, siento el pecho lleno de orgullo. De repente comienzo a toser demasiado que me cuesta respirar bien.

     —Cuidado señor, siéntese bien en la cama —dice mientras acomoda mis almohadas— le traeré otra taza de té.

     Regresa con la tetera y me ofrece otra taza. Apenas puedo sentir el agradable aroma a bergamota. De pronto la tos vuelve y me cubro con un pañuelo, era tal mi asombro al ver gotas de sangre, que volví a tomar otro sorbo de té, en cambio ella no se veía sorprendida.

      —Este té ayuda a camuflar el sabor del láudano, su innegable aroma es muy atrayente, comprendo porque es su té preferido —me quedo sin habla ante sus crueles intenciones.— Me hace feliz que pronto partirá de este mundo, solo espero que llegue a lo más profundo del infierno, viejo imbécil.

     Su fría sonrisa denota desprecio y cierta alegría al saber que pronto moriré. Intento alcanzar una campanilla que utilizo para llamar a la servidumbre, pero ella se da cuenta de inmediato y la quita de mi alcance.

     —¡¿P-por qué carajos haces esto?! ¡S-somos familia!

     —Verá pretendo que muera solo, lejos de su tan preciada familia. William pondrá la empresa a mi nombre una vez que usted fallezca para que los buitres de sus hermanos no intenten nada contra él, esa fue mi idea por supuesto, en cambio lo otro... —Se sienta a mi lado y me acaricia la mejilla, la esquivo.— En realidad somos tan familia como usted y mi querido William...

     Frunzo el ceño sin entender muy bien a qué se refiere o qué pretende con todo esto.

     —Mi madre, usted la conoció, era una muchacha muy joven y bella, trabajó en esta casa durante un año. Já, se enamoró de usted, no la culpo, era joven e ingenua, creyó en sus palabras y promesas de amor. —me mira fijamente y traga saliva —Entonces nací yo y usted la rechazó, le rompió el corazón, sospecho que le dio depresión post parto porque mi tía me confesó que se suici- murió. —Se seca una lágrima que se le escapó por la mejilla. Es cuando hago memoria, una muchacha con una cálida sonrisa y su cabello rojizo ondulado aparecen en mi mente.

     —K-katherine...

     —Así es, ella murió dos años después de que nací, tengo muy pocos recuerdos de ella, su olor aun permanece en mi memoria. Usted me la arrebató y ahora perderá todo lo que contruyó todos estos años.

     Entra en la habitación una figura con traje negro que se acerca cada vez más a la luz.

     —W-willy...

     —Hola padre —dice fríamente mientras toma posición junto a su esposa.

     —Fue idea de William lo del láudano —sonríe —ya tomas demasiados medicamentos y anestésicos naturales, una dósis diaria tarde o temprano sería mortal para usted.

     —Amo tanto a Amanda que haría cualquier cosa por ella, no merece más sufrimiento en su vida.

     —P-pero son hermanos.

     —Eso nunca nos detuvo —dice acariciando el vientre de su esposa. —Tendremos la familia feliz que Amanda no pudo tener.

     Mis ojos los sentía cada vez más cansados y me estaba quedando sin aire. Los observé marchándose de la habitación mientras le suplicaba a Dios que perdone mis pecados...

Relatos para antes de Dormir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora