CAPITULO 24 LA MALDAD PERSONIFICADA

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Albert y el Duque habían tenido una reunión privada, ya que éste último estaba seguro que Terry no aceptaría adelantos de herencia, así que decidió hablar con el futuro suegro, quien para él era un hombre inteligente y sosegado, no tan orgulloso y pasional como Terry. La conversación fue muy correcta y beneficiosa para nuestros protagonistas, ambos estuvieron de acuerdo en los términos de la fiesta teniendo en cuenta que los jóvenes no querían una gran reunión y dejarlos asegurados económicamente. El Duque le pidió encarecidamente a Albert que Terry no se enterará de la conversación, puesto que sabía que se opondría, lo que a Albert no le gustó mucho; sin embargo el Duque le argumento que conocía a su hijo y sabía lo terco que podría ser, fue bastante convincente.

 El Duque le pidió encarecidamente a Albert que Terry no se enterará de la conversación, puesto que sabía que se opondría, lo que a Albert no le gustó mucho; sin embargo el Duque le argumento que conocía a su hijo y sabía lo terco que podría ser, ...

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Patty también llegó para reunirse con las chicas en las alegrías y celebraciones por el compromiso y matrimonio de Candy, hubo muchas muestras de cariño y felicidad por la rubia. Estuvieron haciendo compras, contratos para flores, dulces, comida, vestidos, el aguar y el vestido de novia que fue hecho a medida con las mejores y más bonitas telas que pudieron encontrar, según la moda de la época. Fueron días agitados en los que los enamorados no pudieron estar juntos mucho tiempo, porque el recorrer tiendas, probarse vestidos y coordinar todo lo correspondiente dejaba agotada a Candy y sin tiempo.

Terry tuvo que conformarse en verla a la hora de la cena y enviarle todos los día hermosos ramos de flores, desde rosas rojas hasta narcisos.

Llegó el día en que Albert hablaría con la tía abuela Elroy, para esto La fue a recoger a la estación del tren y al ver que había llegado acompañada prefirió invitarla a un elegante restaurant pidiendo al personal de la casa de Chicago que llevara...

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Llegó el día en que Albert hablaría con la tía abuela Elroy, para esto La fue a recoger a la estación del tren y al ver que había llegado acompañada prefirió invitarla a un elegante restaurant pidiendo al personal de la casa de Chicago que llevara solamente las maletas de la matrona a la mansión, más no las de la peli roja. Muy sutilmente le comunicó a la intrigante muchacha que necesitaba hablar con la tía abuela y que los empleados la llevarían a su casa. Eliza sabía perfectamente que el jefe de la familia no sentía ninguna predilección por ella y lo veía como un aliado peligroso de Candy.

Cuando Albert le dijo a la tía que la reunión con los mayores del clan era para informarles que su hija adoptiva iba a contraer nupcias, la mujer protestó por considerar que era un asunto que no le interesaba particularmente.

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