Difícil vida

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Me levanté algo tarde y me puse lo primero que encontré sobre mis cajones, por suerte tía Kiara ya había pasado por ahí para dejarme la mochila lista. Me sentía al vivir de mi tía, pero la quería por eso.

Cogí la mochila y con la camisa mal abotonada corrí a la cocina para hacerme un emparedado y llevarlo en mi auto para matar el hambre que escocía mi boca.

Encontré a mi tía preparando waffles, vestía uno de esos vestidos simples que compraba en tiendas de segunda mano, no por falta de dinero para uno nuevo, simplemente así le gustaban.

-Buenos días tía-me acerqué a su mejilla, apoyé mi barbilla en su hombro-Y ¿Se puede saber que delicia está preparando mi tía favorita?

Suelta una risa y sigue cocinando.

-Tu única tía te está preparando unos waffles de desayuno-«Tía de la familia de papá...sí»

Los coloca en un plato y me los tiende con una sonrisa cruzando su semblante.

-Cómelos rápido o llévatelos, como quieras y no...no quiero, gracias.

-Gracias tía-volví a besarla-¿Mamá y papá se fueron ya?-pregunté suponiendo la respuesta.

-Si, cariño...-parece sentir pena por mí pero sonrío para que no lo note, mete la mano al bolsillo y saca un billete-Te dejaron esto.

-Bien, ya me voy se me hace tarde-troto hasta la salida.

-¡No olvides tu almuerzo, hay miel de maple en la repisa!-el grito se apaga aunque sé que falta más-¡Tus llaves!

Cojo todo lo que me pide y me zampo en el auto.

Mi queridísimo auto. Lo había pedido desde los catorce, claro que no podía usarlo en es entonces, pero ya con dieciséis y conociendo a mis padres debía ser precavido. Sin tía Kiara no lo hubiese conseguido, era muy insistente con mis padres sobre la idea de que podría tener más movilidad y cuando lo conseguí la llevé de paseo en agradecimiento.

-¡Oye tú! ¡Imbécil!-oí sus gritos y la clama abandonó mi día.

Cerré los ojos con fuerza y apreté el timón.

Tenía que haber salido antes, cogí mis waffles y los tiré debajo del asiento. Detuve el auto y abrí la puerta trasera con el mando de mi puerta.

-No pensabas dejarme ¿No idiota?-me dijo Jake.

-No, no...solo se me hizo tarde-excusé.

-Eso espero, idiota-respondió cerrando la puerta de zarpazo.

El inútil de mi hermano Jake, y era literal, es un inútil.

Había repetido dos veces de año yo llegué a igualarlo siendo él el mayor. No porque fuera un frikkie inteligente, aprobaba decentemente, pero él...era otro caso.

Y lo peor era que tenía que llevarlo al instituto y traerlo, pero no siempre iba solo.

Ha llegado a traer cuatro chicas en mi auto y a todos sus amigos locos.

Mi tía no lo soporta, mis padre ni si quiera se preocupan por su estado actual...él hace lo que quiere sin más.

-¡Acelera idiota!-me gritó.

-No puedo- contradije- Pasaríamos el límite.

-Maldito frikkie-maldijo.

Ya faltaban unas cuadras tan solo y no recibiría una multa por su culpa, no quería perder mi auto.

Al llegar bajó tirando la puerta y escupió el piso, típico de un animal como él.

Un grupo de chicas que estaban en la entrada se acercaron rápidamente a él.

Una increible coincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora