Capítulo 4

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Endymion bebió un largo trago de hidromiel mientras con la otra mano, retenía a Serenity a su lado. Hacía tiempo que no saboreaba una hidromiel tan fina. Y había algo en aquel lugar que le hacía desear ir apartando capa tras capa hasta descubrir toda la verdad sobre aquella mujer.

—Simple curiosidad —respondió Serenity, retorciendo la muñeca para liberarse de su mano—. Siempre conviene conocer al enemigo.

—Pero además, estáis deseando viajar, conocer lo que se esconde más allá de los confines de la bahía. ¿Por qué me habéis mentido antes, princesa?

—Mi casa está aquí. Aquí me necesitan, y no me llaméis princesa. No hay ninguna princesa en Ranrike.

—Cuando os conozca mejor, quizás os llame de una forma diferente.

Quizás incluso pueda llamaros amiga. Yo tengo la certeza de que los ranrikes y los vikingos pueden ser amigos. La hospitalidad de vuestro padrastro así lo ha demostrado. Quizás, algún día, vos también visitéis nuestra corte y conozcáis su esplendor.

—Pero yo no soy vuestra amiga.

—Sin embargo, yo no os considero ni a vos ni a ninguna de las personas que aquí viven enemigas. ¿Estáis buscando algo más que la amistad?

Se formó un hoyuelo en su mejilla. En aquella luz tenue, la cicatriz apenas se distinguía. —Son los hechos los que demuestran la amistad. Han pasado demasiadas cosas entre nuestros países y hay muchas razones para la desconfianza, Fueron los vikingos los que… —se interrumpió aterrada al darse cuenta de lo que había estado a punto de decir.

Una frase mal elegida, e Endymion podría haberse sentido ofendido. Había estado a punto de confesar la verdad. ¿Cuántas veces le había advertido Kenji que no lo hiciera? ¿Y qué haría Endymion  si supiera quién era su padre?

¿Consideraría una abominación aquella mezcla de sangres, como lo consideraba su tío el rey?

¿Comprendería las razones que habían impulsado a su madre a casarse con Kenji y aceptar el destierro de la corte? ¿Entendería los motivos por los que su madre había decidido ocultar al rey Apolo la existencia de su hija?

—El jaarl Zafiro dice que los vikingos desafían a nuestros barcos.

La mirada de Endymion se tornó glacial.

—Es Zafiro el que persigue a los barcos vikingos. Los vikingos nunca han querido enfrentarse a los habitantes de Ranrike, y nunca lo han hecho.

—¡Me alegro de oírlo!

Kenji le palmeó la espalda a Endymion y volvió a la mesa. Le hizo un gesto a Serenity con la cabeza, indicándole que continuara sirviendo. Ella le miró, pidiéndole en silencio que le indicara dónde había estado. Kenji se limitó a sonreír. Se proponía algo, pensó Serenity. ¿Qué clase de desastre tenía que solucionar aquella vez?

—Vamos, sentémonos, comamos y compartamos el pan. Éste no es lugar para hablar de política. Esta noche es para disfrutar y relajarnos a salvo de las tormentas de Ran.

—No podría estar más de acuerdo. Pretendo disfrutar esta noche hasta el final. Y ya han surgido inesperadas oportunidades —Endymion se encogió de hombros, pero continuaba sujetándole la mano a Serenity.

Serenity era intensamente consciente de la fuerza de aquellos brazos—. Es una suerte que vuestra hijastra haya sido tan atenta conmigo. Apenas he notado vuestra ausencia.

—¿Dónde está Rei, Serenity? —Kenji  entrecerró los ojos mientras jugueteaba con la hoja del cuchillo—. Es ella la que tiene la obligación de servir esta mesa. Y esta tarde nadie la ha visto.

UNA PRINCESA INDOMABLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora