Capítulo 15

671 56 2
                                    

Serenity continuó remando hasta que la quilla del barco rozó la arena, a pocos metro de la orilla. Entonces, incapaz de seguir soportando la tortura de no saber qué había sido de Kenji y Rei, soltó el remo y se levantó. Con la espalda empapada en sudor y las manos doloridas, contempló aquellas ruinas humeantes en las que no quedaba rastro alguno de vida.
¿Cuánto tiempo habría pasado desde que había visto los restos de su antigua casa? Seguramente, más que suficiente como para que cualquiera que continuara se hubiera acercado a la orilla. Pero no podían estar todos muertos.

Sin esperar a que Endymion diera la señal, saltó del barco. Sintió el agua helada empapando sus pantalones, pero continuó avanzando, ignorando las órdenes de Endymion que le pedía que regresara al barco.

Cuando llegó a la orilla, lo encontró todo abandonado en un silencio sobrenatural. Una bandada de gaviotas elevó el vuelo. Las cenizas y la madera renegrida todavía desprendían calor. Serenity  miraba aquel espectáculo de hito en hito. Era evidente que el incendio se había producido días antes.

—¡Kenji! ¡Rie! ¡Molly! ¡Nicolas! ¿Hay alguien ahí?

Serenity los llamaba una y otra vez, esperando contra toda esperanza estar equivocada y que aquello, más que resultado de un ataque, fuera producto de algún accidente en la cocina.

Las gaviotas parecían burlarse de ella con sus chillidos. Poco a poco, comenzó a salir un gato de entre los tablones. Tenía la piel parcialmente manchada. Al ver a Serenity, soltó un sentido maullido.

Serenity corrió hacia la gata y lo levantó entre exclamaciones. Luna ronroneó satisfecha. La aparición del gato generó en ella sentimientos contradictorios. Era evidente que Lunal no había comido desde hacía días y aquello la hundió. Rie jamás habría permitido que la gata estuviera en ese estado.

—Serenity, estás poniendo a todo el mundo en peligro al exponerte de esa manera —tronó Endymion —. Vuelve inmediatamente con el resto de los hombres. ¿Es que no sabes nada de estrategia?

—Acabo de encontrar a Luna, mi gata —Serenity se la mostró—. Pero parece que no hay nadie más. Y tampoco hay barcos. No hay nada.

—Quienquiera que haya hecho esto puede haberse ido ya —Endymion señaló hacia la línea de costa—. Las huellas de los guerreros en la arena indican el lugar en el que zarparon los barcos. Y hay manchas de sangre en la arena.

—¿Manchas de sangre?

—Lo siento, Serenity, pero es evidente que ha muerto alguien desde las últimas lluvias.

Serenity siguió su mano con la mirada y al ver la arena manchada de sangre tuvo que jadear para poder hacer llegar el aire a sus pulmones.

Aquello era producto de una incursión. No podía ser ninguna otra cosa.

Tenía que haber sido obra de los hombres de Zafiro. ¿Pero se habrían enfrentado a un jaarl sin haber recibido órdenes del rey? ¿Y su tío habría sido capaz de ordenar la destrucción de su hogar? Su madre podía haber perdonado el destierro, pero Serenity jamás perdonaría lo que le habían hecho.

—Éste era el hogar de mi familia. Fue mi hogar desde el momento de mi nacimiento. Todavía distingo el telar de Rie entre los escombros.

Se abrazó al gato con fuerza. Temblaba de la cabeza a los pies. Para Endymion, aquélla era una casa en ruinas como otra cualquiera, pero Serenity estaba viendo su hogar. Conocía todas las tablas de madera quemada. ¿Cuánta gente habría muerto? ¿Dónde estaban los supervivientes? Si hubiera estado ella allí, ¿podría haber evitado aquellas muertes? La impotencia y el arrepentimiento la sofocaban. Enterró el rostro contra Luna e intentó luchar contra las lágrimas.

UNA PRINCESA INDOMABLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora