En los oídos de Serenity resonaban los gritos de alegría de la multitud cuando por fin llegaron al salón de banquetes nupciales.
Las paredes estaban cubiertas de los más finos tapices. Los barcos de Lindisfarne habían llegado cargados de oro y todos los vikingos de la corte se presentaron cubiertos de anillos y cadenas de oro. De hecho, iban tan enjoyados que más que personas de carne y hueso, parecían estatuas. Pero Serenity quería algo más. Ni los desfiles ni el lujo significaban nada para ella cuando lo único que hacía Endymion era mirarla furioso y contestar a sus preguntas con fríos monosílabos.
El vestido de novia le impedía moverse y respirar con libertad. Cuando se sentaba, le apretaba en los brazos y cuando se levantaba, todo el peso caía sobre los hombros. Afortunadamente, había conseguido que el diseño fuera al final una combinación de símbolos ranrikes y vikingos, y no daneses.
Pasara lo que pasara después del banquete, Serenity sabía que por lo menos podría estar sola en su casa y hacerse cargo de su vida. Sería ella la que decidiera qué lana era la más adecuada para hilar o el dibujo que tenía que tejer.
Y podría tocar la lira o jugar al tafl cuando le apeteciera. Las discusiones con Galaxia durante las semanas anteriores la habían dejado exhausta y con la sensación de que en la corte no tenía ni amigas ni aliadas.
-Serenity, presta atención -le avisó Galaxia, dándole un golpecito en el hombro-, el rey ha brindado por ti.
-Y yo he aceptado el brindis elevando mi copa y saludándole, como debe hacerse.
-Tienes que utilizar las palabras adecuadas. Hasta un niño las sabe y tú no eres ninguna estúpida, Serenity. Estoy segura de que tu madre te las ha enseñado -dijo Galaxia, furiosa-. Estás intentando deshonrar a tu padre mostrando su ignorancia.
-No es cierto.
Serenity tensó la mano alrededor del cuchillo que estaba utilizando para comer.
Resonó entonces la voz de Endymion, que aceptaba el brindis con gran formalidad. Galaxia sonrió triunfante.
-¿Lo ves? Endymion lo ha hecho como es debido.
Asomó una sonrisa al semblante de Endymion mientras alzaba su copa.
-Yo sólo he repetido lo que dijo Serenity, Galaxia. ¿Y no crees que la nueva saga que ha ayudado a componer mi esposa es encantadora? A Apolo parece gustarle.
En las pálidas mejillas de Galaxia parecieron dos manchas encarnadas.
-En ese caso, debo haber oído mal. Os suplico que me perdonéis, Endymion.
Serenity estudió el intrincado diseño del mantel que cubría la mesa mientras su mente corría a toda velocidad. Endymion había acudido en su ayuda. A lo mejor no estaba tan sola como pensaba.
Después de una serie de brindis formales, comenzaron a servir fuentes y fuentes de carne fuertemente condimentada. Afortunadamente, Galaxia evitó hacer más comentarios.
El tocado que acompañaba al vestido se le clavaba en la frente, provocándole un fuerte dolor de cabeza y los pies le dolían por culpa de aquellos zapatos absurdos que Galaxia había insistido en que se pusiera. Ansiaba marcharse de allí, pero no sabía ni cómo ni cuándo. Estaba convencida de que habría otra ceremonia que Galaxia había olvidado mencionar. Desmenuzó un pedazo de pan en la salsa y lo empujó con el cuchillo, mientras intentaba pensar en una excusa convincente para marcharse.
-¿Quieres que te saque de aquí tranquilamente o a la fuerza? -preguntó Endymion.
Posó la mano en la cintura de Serenity, enviando una corriente de calor por todo su cuerpo. Vestido con aquellos pantalones de cuero, la túnica de lana fina, la capa escarlata y por lo menos tres collares en el cuello, era la viva imagen de un guerrero vikingo.
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UNA PRINCESA INDOMABLE
AdventureLa batalla que se libraba era para conseguir su corazón. El peligroso guerrero Endymion Shields era un hombre de acción, más que de palabras. Sin apenas tiempo para pensar en amores ideales, se apropiaba siempre de cuanto quería, y la princesa Sere...