Capítulo 19.

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Pov Volkov

Mis manos se perdían explorando su cuerpo, tocando por donde se me daba la gana, acariciando su suave piel por donde yo quería. Por primera vez era consciente de lo posesivo que me había puesto en ese momento y eso era egoísta. Pero… joder, cómo me podía.
Con rapidez le quité su remera, mi vista se deleitó ante la perfección de su torso desnudo, y nuevamente mis manos no dudaron en recorrer cada centímetro de él.
Busqué sus labios por nueva cuenta, lo besé con la necesidad de ese momento, suspiró y sentí sus manos sujetarse a mi espalda con fuerza. Joder.
No tardé en apoyar nuestros cuerpos con descaro, sentí cómo se aferró a mí con fuerza haciendo mayor contacto en nuestras entrepiernas, restregando en un intento de sentir mejor la fricción entre las mismas.
Soltó un gemido entre nuestros besos que endulzó mis oídos, luego sus manos comenzaron a desabrochar mi camisa de forma algo torpe debido a que no nos separábamos ni un centímetro.

De un momento a otro soltó un quejido acompañado de un gesto de molestia y tembló como si se hubiera desequilibrado.

- ¿Qué sucede, Horacio? ¿Estás bien? - le pregunté enseguida a la vez que le daba espacio y lo miraba con preocupación.

- Sí, sí… es mi pierna. Aún me duele un poco - me miró con una pequeña sonrisa confirmando que estaba bien.

Me sentí un tonto. Horacio recién volvía del hospital y yo estaba siendo muy bruto.

Le estiré la mano y le sonreí torpemente.

- Venga, siéntate un momento. Debes descansar, Horacio - le dije mirándolo.

- Estás loco - soltó una pequeña risa y tomó mi mano para luego comenzar a dirigirse hacia la habitación llevándome con él.

- Horacio - le llamé sin entender su reacción.

- Ni de coña me dejas con las ganas, Volkov -

Pov Normal

Horacio había ido a tomar un baño mientras el comisario se encontraba recostado aún en la cama mirando el techo. Le vinieron mil cosas a la mente, revivió todos los momentos nada agradables que habían sucedido los últimos días y aún no creía que se encontraba ya luego de todo aquello acostado en su cómoda cama con Horacio tomando un baño en su departamento. Después de los hechos, aquello parecía un sueño.
Tenía tanto que decirle al de cresta, pero aún no lo había hecho y eso de alguna forma se sentía como un peso encima.

- ¡Bebé! ¡¿Puedes venir?! - el llamado de Horacio lo sacó de sus pensamientos.

Se levantó, se puso sus bóxers y se dirigió hacia el baño, abrió la puerta despacio encontrándose con Horacio sentado en la bañera con ésta llena de agua y una sonrisa muy amplia.

- ¿Me ayudas? Tengo miedo de hacerme daño - le dijo estirándole el champú.

Volkov sonrió ante la actitud del contrario y lo lindo que le parecía el verlo así.
Se acercó recibiendo aquella botella en sus manos y prosiguió a sentarse en una orilla de la bañera frente a su pareja.

Colocó de la sustancia en el pelo del menor y apartó aquel envase. Luego comenzó a masajear lentamente y con suavidad su cabeza creando espuma en sus cabellos.
Se sentía feliz tan sólo haciendo eso por Horacio, sin embargo aún tenía sus palabras atrapadas en la garganta y tal vez eso le provocó hacer alguna mueca, o tal vez era que el contrario lo conocía ya bastante, pero no pasó desapercibido el pesar de su comisario.

- ¿Cómo te sientes? - le preguntó Volkov aún masajeando su cabellera.

- Feo. Tengo que arreglar mi cresta, aunque...- Horacio se señaló su cabeza.

Yo, sinceramente... [ Volkacio ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora