Lejanía

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Katara solo deseaba que llegara la noche, miraba atentamente la playa desde su balcón.

La luz de la noche alumbraba toda la costa, se sentía todo en calma. La vista era bella, el viento era tan sutil que acariciaba toda su piel...

Pero necesitaba algo, a alguien que siempre estaba para ella pero, hace casi un mes, se había ausentado al reino Tierra a conversar con el Rey Kuei.

—¿Lo extrañas amiguito?— le preguntaba al pequeño Lémur que reposaba sobre la ventana.

Katara no había podido ir con el, se encontraba enferma, dolores de cabeza bastante recurrentes, así que el hecho de viajar en Appa no sería algo que le ayudara a mejorar.

Algo inusual porque Aang nunca viajaba solo, Katara siempre lo acompañaba. Le gustaba su compañía, ayudarlo en lo que fuera necesario, estar ahí para el.

Recordaba aquellos tiempos de guerra, donde se amaban, pero ninguno tenía el valor para decirlo.

Eran tiempos difíciles, pero ahora, todo es diferente. Aang terminó con la guerra, y por fin, lo que siempre deseó se hizo realidad, podrían estar juntos sin temer que uno fuera lastimado.

Habían pasado juntos ya 8 años. Los mas maravillosos de su vida. Viajar por todo el mundo, observar esas vistas únicas que solo se podían ver desde las alturas, ayudar edificar una ciudad y compartir su conocimiento con los demás, eran de las pocas cosas que venian a su mente al tratar de recordar los momentos que habían vivido.

El tiempo que pasaban juntos siempre era efímero, por alguna circunstancia, siempre que pensaban que disfrutarían de algunas semanas tranquilamente, algo sucedía, arrebatandoles groseramente sus momentos.

Supuso que salir con el Avatar traía su lado negativo de vez en cuando.

Por otro lado, los viajes con el Maestro Aire no solo eran de compañía, tenía que asegurarse de que ninguna tipa se acercara a Aang por más que confiara en él.

El avatar era un joven de 20 años, bastante alto, de rasgos y músculos muy bien definidos, nada exagerado y bastante atractivo para su edad.

Era toda una celebridad, muy querido por todas las personas a su alrededor. Las cuatro Naciones estaban completamente a su disposición, agradecidas con el de terminar la Guerra.

Definitivamente, demasiadas chicas están tras de él y era algo a lo que Katara no le parecía.

— Es una hermosa vista — dijo mientras soltaba un suspiro.

—Solo espero la noche, cariño. Mientras no estás, es la única forma en la que puede estar contigo, en mis sueños—.

El monje solo estaría fuera por poco más de un mes, pero era más de lo que ella soportaba.

Estaba emocionada porque llegara el día de su regreso; Continuarían con lo que dejaron pendiente.

Ciudad República se encontraba en una etapa de crecimiento muy acelerado, nuevas fábricas, maestros y no maestros de todo el mundo se mudaban casi a diario a la nueva Ciudad. En los últimos años, las cosas habían ido muy tranquilas, Los disturbios que se presentaban no eran mucho problema para la policía de metal control.

Aang había convencido a los concejales de que era necesario una autoridad que vigilara el lugar, por lo que Toph Beifong sería la ideal para liderar este trabajo.

Antes de irse a la cama dio un último vistazo a la isla que se encontraba frente a la bahía Yue, bautizada así por Sokka, en memoria de la princesa de la Tribu Agua del Norte.

Avatar • Amor VerdaderoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora