Todo Lo Impredecible Es Predecible

Capítulo 32: "Séptimo Día; Despedida"

Capítulo dedicado a:

MixaidaArguelles
AbnerRam
@alizabeth270
marienancy37
@alexanderRodrguez34
Rooxyiilove
ZorangyRaquel
MauG_8
guisellelove
romanti-fantasic
@escritora_roj
forever2208
luisafernandaGarc380
blaneyglz373

Por sus votos y comentarios ❤️😭

                              (...)

Apenas logro escuchar el sonido de la bala disparada, no sé de dónde proviene, siento que me atraviesa la piel.

—Hasta que por fin te encuentro sola Sveta y de pasada me hiciste el favor que matarlo— aplaude mientras sus pisadas resuenan por el lugar—. Me impresionas cada vez más, eres única, lástima que mueras hoy y nadie pueda salvarte— se acerca a un lugar donde la luz de luna muestra su rostro—. Eres tan estúpida que mataste a la única persona que podría salvarte— carcajea fuerte—. Fue más fácil de lo que pensé.

Ese dolor me punza, me quema.

El frío de la espalda recorre todo mi cuerpo, es miedo. Trato de no recurrir a la ansiedad o por lo menos, mostrarla, debo ser astuta ahora, tal como las raíces de mi apellido. Pienso en tantas posibilidades que la única escapatoria es que me viole para tener tiempo de buscar una salida.

No me he movido ni un centímetro desde que me disparó. Me observa como si tratase del fruto de su placer, es un real demente. pero solo me queda esperar y saber actuar.

—¿Sabes? Siempre pensé en cómo te verías con tanta sangre salir de ti, quería verte muerta— se acerca a mí, sacando su arma para acercar la contra mi herida—, todavía falta hasta esa etapa— sonríe para sí mismo—. Te queda poco tiempo

—Supongo que no tienes motivos mas que el dinero— sonrío cínica—. ¿Cómo es que te llamabas?— carcajeo.

—Me parece perfecto que rías. Es lo último que puedes hacer ahora— me acerca su arma a la sien.

—En realidad lo último que haré será ver tu corta vida— carcajeo—. El reloj suena, tic tac.

Siento su determinación al cargar el arma, sólo espero el momento mirándolo a los ojos como él a mí. Mi mente viaja a algunos recuerdos cálidos donde aparece Franco, ahora ya sé cómo se sintió.

Perdóname.

Esa determinación se reduce en cuestión de segundos, aquel hombre baja el arma.

—Si por mi fuera te mataría, sería encantador mandar en paquete tu cabeza sin ojos— se acerca a mí para observarlos—. Son hermosos— sonríe tan cuerdo que no parece que tenga serios problemas mentales—, claro, lo enviaría  tu querido papi.

—Que lástima— digo con falso desgano—, pero déjame decirte que eres y seguirás siendo un perro faldero, que para eso naciste— sonrío con cinismo.

—Bueno, tienes razón como perro  que soy, tengo que esperar órdenes.

Sus palabras son luz verde para mí, comienzo a analizar mi siguiente movimiento. Él se sienta en el sillón pensativo por la situación, mientras me mantengo en el suelo, voy con cierto sigilo arrastrándome hasta encontrar la luz en el túnel.