Capítulo 20: "Segundo Día De Vacaciones"

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Saludo para guisellelove por sus comentarios, votos y el apoyo. ❤️

                               (...)

Abro los ojos u lo primero que veo son las migas del sándwich en la mesita de noche, por lo que me viene un flechazo de todo lo sucedido, inmediatamente sonrío y no siento a nadie abrazándome, acariciándome o dándome los buenos días, me giro rápidamente y veo el vacío en mi cama. ¿Me decepciona? Sí ¿quería unos buenos días? Si...

Repentinamente recuerdo que en la madrugada fotografié a Franco, por lo que tomo mi celular de la mesa de noche y veo la devolución de mensaje.

Franco
¿Estas citando a Romeo? No sabía que de paparazzi también seas una romántica de la literatura clásica Steph.
No te preocupes, todos tenemos demonios por esconder y siempre recuerda contar conmigo. Somos amigos ¿no? Para eso estamos

Sonrío por sus comentarios, pero me decepciona el ser “amigos”, ¿Será mala señal? No quiero pensar en nada, necesito despejarme.

Me quito esos pensamientos y me levanto de las gloriosas sabanas de seda que me cubrían por la noche, en dirección al baño. Veo mi cara indecente por las mañanas y me río para mí misma, tomo mi cepillo de dientes con la pasta y comienzo a cepillarme mientras coloco un poco de música un tanto más alegre, hoy no quiero que nada me amargue.

No logro decidir si ir al gimnasio de la casa, nadar o salir a correr, sin importar los riegos, por lo que tomo la decisión más impertinente para este preciso momento. Me coloco ropa de ejercicio, necesito desestresarme.

Corriendo voy a la habitación que supongo se aloja Nicolás. Al entrar no encuentro a nadie, por lo que bajo las escaleras enérgicamente y me encuentro a Franco, Francisco, Mahia y Ale desayunando, al girar a la izquierda mi mirada me encuentro estirado en el sofá a Nicolás.

—¿Vamos a salir?— me siento a su lado eufórica.

—¿Teníamos que salir?—se acomoda medio confundido.

—No, pero lo decidí hace unos momentos—le sonrío.

—¿Eso significa que saldremos?— me mira extrañado.

—Oh que lenta amigo, el porro está bueno— me levanto y rueda los ojos.

—No me llames así—me mira con dureza.

—Entonces levántate y vamos, o iré con alguien más. No eres indispensable Nicolás.

—Estoy listo Stephania. ¿Dónde iremos?— se acomoda a mi costado izquierdo.

—Dónde no iremos querrás decir Nicolás—lo miro con picardía.

—Chicos saldré un momento, que tengan buen desayuno—me despido.

Me retiro tan rápido de lo emocionada que estoy que no escucho más que la puerta cerrarse.

—Nicolás pásame tu radio— le extiendo la mano para que me lo dé.

—¿Mi radio?— me lo entrega.

—Habla Sveta Ivankov, quiero un anillo de seguridad en la casa y los otros cuatro vengan conmigo.

—Si señora— hablo a Triste.

—Triste, también te quiero conmigo. Síganme, saldré con Nicolás.

—¿Saldrás conmigo?— me mira con picardía.

—Tú saldrás conmigo— desvío la su mirada.

Me subo a la camioneta, siento el gran frío de Alaska, esa brisa resplandeciente y abundante que me gusta, pero sé que se me pasará en un par de minutos.

Todo Lo Impredecible Es PredecibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora