Capítulo 4

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Apolo

Siempre pensé que la mejor forma de despertarse era cuando mi madre venía y me despertaba a besos cuando era pequeño, pero tenía claro que con el paso de los años esa mujer dulce que me despertaba a besos, se había transformado en un sargento militar a la hora de levantarse. No sabía ni que hora era solo tenía claro que me dolía la cabeza con un jodido infierno, definitivamente la fiesta de ayer se descontrolo demasiado.

Abrí un ojo para ver dónde se encontraba la mujer que me dio la vida y estaba al lado de la ventana abriendo las cortinas y las ventas, cuando vi que venía hacia mí volví a cerrar el ojo.

—Apolo McGregor levántate ahora mismo si no quieres que suba con un cubo lleno de agua.— dijo mientras me arrancaba las sabanas y me dejaba desnudo, bueno desnudo no, tenía un bóxer puesto pero hacia jodido frio, estábamos llegando a finales de septiembre y el frío se empezaba a notar,  si le sumamos a que esta mujer abrió las ventanas y entraba todo el aire frío de la calle entonces ya era como el polo norte

—Joder mama, que cojones ¿no ves que hace frio?— le pregunté mientras buscaba un pantalón y una camiseta para ponerme.

— ¿ ves cara de que me importe hijo?, haz el favor vístete y despierta a los trogloditas que tienes por amigos y bajar a desayunar, más te vale que esta habitación este totalmente recogida cuando vuelva esta noche o si no jovencito te las veras conmigo y ambos sabemos lo que significa eso.—Se dio la vuelta y salió por la puerta haciendo sonar sus tacones en el suelo.

 Lo que yo decía, la mujer mas cariñosa del mundo, esa era mi madre, me vestí rápidamente y me dispuse a despertar a Eros y a Mikail que estaban en una de las habitaciones de invitados, pero antes de ir agarré el teléfono para mirar la hora a que mi querida madre me había despertado, las siete y media de la mañana, las jodidas siete y media, habíamos llegado a casa a eso de las cinco, esto tenia que se una puta broma.

Salí por la puerta como alma que lleva el diablo y me apoyé en la barandilla de la escalera dispuesto a hablar con mi madre.

—¡Me cago en la puta! ¡mama! ¿¡en que jodido momento se te ocurre despertarme cuando llegue a las cinco a casa!?

No podía verla pero sabía que me había escuchado, ya que oía sus pasos apresurados hasta el el final de la escalera desde el que se quedo viéndome. Se quedó ahí por qué ella sabía que si subía me acabaría ganando un guantazo. 

Mi madre nunca nos pego a mi hermana o a mi para desquitarse, las veces que lo hizo fueron algunos bofetones o azotes en el culo pero sinceramente yo que fui el que más se llevo, si no lo hacía ella cualquiera lo hubiera hecho y a pesar de tener casi los 21 años me había ganado algún que otro bofetón de su parte.

—Vuélveme ha hablarme así Apolo y tendremos un problema muy gordo, me importa una mierda a que hora llegaras anoche, madura y deja de salir tanto de fiesta, deja de hacer el imbécil eres muy mayor para muchas cosas pero para otras no— no se que daba más miedo si su expresión facial, o el tono tan tranquilo que utilizo para decírmelo.

No volví a abrir la boca, me giré para ir a despertar a mis amigos, no quería pelear con mi madre por que tenía todas las de perder, esa mujer cuando se lo proponía daba verdadero miedo. 

Sin preocuparme de más, abrí la puerta de la habitación de golpe,  me encontré a Eros dormido con medio cuerpo colgando de la cama y  Mikael con la boca abierta en el suelo, sin hacer ruido fui a mi habitación busqué una bocina de las que se usan para dar inicio a juegos o carreras y volví a la habitación de invitados, fue divertido ver el susto que se metieron cuando escucharon el ruido de tal manera que Eros acabo cayendo encima de Mikael .

Ahora bésame estúpidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora