Capítulo 1.

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En el auto de Tom, yo observo el lugar donde mi cuerpo había impactado. Si bien no luce tan horrible, solo tiene una abolladura que mi codo provocó. Inspecciono un poco a mi alrededor, el vehículo no está nada mal, se trata de un Audi pero no sé qué modelo exactamente, la verdad que de seguro tiene ganas de matarme por haberle dañado su precioso.

—Am, te pagaré ese golpe que le hice a tu auto. —Le digo sin mirar, mantengo mis ojos en la perforación leve.

Escucho como su risa merodea por el aire, y luego voltea a verme, hacemos contacto visual por unos segundos ya que él no debe despegar la vista del volante.

—No te preocupes, eso será un recuerdo de haber conocido accidentalmente a un ángel como tú.

Alzo ambas cejas mirando hacia la ventana, aguanto una sonrisa, en vez de eso, me sale una mirada pícara. No llego a sonrojarme. Que un extraño te diga eso es bastante razonable, o quizás quiere ganarse mi confianza de alguna manera.

—No soy un ángel. —Le corto. —Soy una idiota que perderá su trabajo por no haber prestado la suficiente atención.

—Basta con eso. —Suena como que me regaña. —No perderás el trabajo, y si lo llegaras a perder, no te quedaras de brazos cruzados.

Asiento con la cabeza y reconozco la calle siguiente.

—Oh, debes doblar aquí. —Él me hace caso y toma la calle, le digo que siga unos metros más y llegamos a mi lugar de trabajo.

Tom estaciona en un espacio vacío y se baja primero, yo intento abrir la puerta pero me duele el brazo derecho del impacto. La puerta se abre y él está ahí, sonriéndome, extiende su mano y yo la tomo con firmeza, puedo sentir la calidad y suavidad de su piel contra la mía. Siento un calor acumulado en mis mejillas y aparto, no de manera descarada, más bien tranquila, mi mano y la pongo en su lugar. Tom agarra mi mochila y se la cuelga al hombro.

—No tienes que hacer eso —Le digo, pero él no me responde, tan solo camina hacia la puerta de mi trabajo.

Emprendo mi caminata, él, tan caballero, abre la puerta y me deja pasar. Recién acabo de darme cuenta que se había colocado las gafas, unas oscuras, ¿Cuándo se las había colocado? No recuerdo.

Ingresamos y el aroma a café recién hecho inunda nuestras narices. Veo que algunos me observan y mis compañeras no tardan en tirarme mierda.

—Llegas muy tarde. —Dice la rubia, una que no me la trago ni con agua. Solo dice esas tres palabras, ya que al parecer ve a mi acompañante, y se queda embobada.

—Pequeña… —Dice la mujer que siempre está en la caja registradora. —El jefe te quiere ver, ahora.

Yo revoleo los ojos y siento que Tom viene detrás de mí sin decir nada.
Atravieso la barra y paso por un pasillo, camino hasta llegar a la oficina de mi jefe, antes de que gire la perilla, mi acompañante me detiene el paso poniéndose frente a mí.

—Deja que yo hable primero. —Dice serio, le quedo mirando, y lo único que puedo decir ante aquellos ojos color miel, es un sí, aceptando su petición.

Él abre la puerta, sin siquiera avisar, puedo ver que mi jefe está sumergido en sus pensamientos mirando el techo, como siempre lo hace cada vez que lo voy a ver. A mí me da la sensación de que tal vez se clava alguna paja y se queda en la misma posición para pensar en alguna técnica nueva, pero por desgracia siempre termina en lo mismo.

Baja lentamente su mirada hacia nosotros y mira con desconfianza a Tom.

—Little Girl. —Me llama mi jefe, me asignaron ese apodo porque soy pequeña en estatura. —Siéntate por favor, y dime quién es la persona que está contigo.

Our bastard secret [Tom Kaulitz - 1° y 2° Temp.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora