Capitulo 11.

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Los tipos me quedan viendo, ni ellos se lo creen pero más yo, que nunca he tomado clases de alguna rama del kung fu o boxeo. Hay una chica con ellos, cruzamos miradas y la de ella no es de amistad.

No sé qué hacer, de pronto siento que algo caliente cubre todos mis nudillos y parte de la mano, la observo, está roja y algo hinchada.

— ¿Qué mierda te pasa? —Pregunta la misma chica que no me mira bien, yo arrugo la frente sacudiendo la mano, como si estuviera quemándome e intento apagar el fuego.

Todos van a socorrer a Tom como si fuera su rey, él se reincorpora y advierte con sus manos que se encuentra bien, dice palabras que yo no entiendo pero los otros sí. Yo me giro al sentir que alguien deposita la mano sobre mi hombro, me encuentro con unos ojos color miel que me fijan con detenimiento, y me siento estremecer con ellos, es como que te desnudan, como que te saca cualquier peso de encima, como un succionador de energías negativas. Bajo mi vista hasta ver su mano, y vuelvo a mirarlo a los ojos.

—Ven conmigo.

Es lo único que dice Bill, me suelta y empieza a caminar, viro mi vista hacía el herido y sus colegas, volteo nuevamente y decido seguirlo. Al alejarnos, él me espera y me toma de la mano para entrelazarla con la suya, no hice ningún movimiento ante aquella acción, así que continuamos caminando sin problemas. Salimos del depósito, nos sentamos sobre unos viejos muebles que hay a poca distancia, él se queda en silencio observando el panorama, admirando como el viento juega con su melena dorada.

Junto mis manos, mis dedos inician una guerra entre sí, por lo que decido concentrarme en ello hasta que Bill diga alguna palabra.

—El odio es mutuo. —Habla por fin luego de extensos momentos. Me mira. —Así como lo es el amor.

Sonríe, pero sus ojos siguen igual de cansados que hace un instante, rápidamente me doy cuenta que está sonriendo de forma cínica, y yo se la devuelvo.

— ¿De qué habla? —Le contesto con otra pregunta de manera formal. Él niega con la cabeza. — ¿Qué está insinuando?

—Muchas preguntas y pocas respuestas —Dice a medida que se inclina.
Nos quedamos mirando durante unos segundos, y luego me alejo observando hacia otro lugar. Me río de los nervios, porque él me pone así.

Mi mano late constantemente, sé que ese golpe me va a provocar algo, y que además, también me va a meter en problemas.

— ¿Algún motivo en especial? —Articula, refiriéndose a lo que ha pasado hace unos segundos atrás. — ¿Algo que quieras comentar?

Hace un silencio luego de eso, como esperando a que yo responda, pero no le voy a dar el gusto y por más que le diga la verdad, seguramente él ya la sabría. Todo esto se me hace tan misterioso.

Aprieto mis labios, al tiempo que frunzo el ceño. Ceder ante el señor Bill es un trabajo muy duro, contarle que me da una rabia que, no solo me mienta él, sino también Tom, me pone el doble de fastidiada. Sobre todo por no decirme la verdad, aunque hay una parte de mí que dice que todo lo que he hecho es en vano, y que tal vez confundo las cosas.

—Little Girl. —Me llama el de ojos miel, mi cuerpo se tensa y alzo la vista para observar el cielo. Unas nubes rojas amenazan con empezar el aguacero, la noche transcurre tan lenta como hielo en invierno. —Me gustas en esa forma. Decidida, intuitiva, y no te importa si es tu amigo o novio a quién debes golpear.

—Tom no es mi novio. —Le corto de inmediato, los dos nos miramos. —Ni tampoco es mi amigo, somos compañeros de trabajo.

Otra vez el maldito silencio tiene lugar entre nosotros. De fondo se puede escuchar unas campanas tintineantes, el ruido del viento, o de las olas que cerca del puerto golpean intimidantes.

Our bastard secret [Tom Kaulitz - 1° y 2° Temp.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora