Capítulo 5.

1K 56 2
                                    

Llegamos a una especie de galpón o deposito enorme, casi en las afueras de la ciudad, cerca del puerto. Todos descendemos. El tipo y Nathallie van juntos, el otro se gira a verme y me hace seña para que le siga.

Doy un suspiro, no tengo la más puta idea de esto. Ni siquiera sé qué tipo de trabajo van a asignarme. Miro todo a mí alrededor, observo como las gaviotas a lo lejos revolotean, puedo ver el mar en el horizonte y muchas camionetas oscuras que rondan cerca.

— ¿qué miras tanto? —Pregunta Tom.

Niego con la cabeza, la verdad que se me hace sospechoso esto.
Veo que el tipo sostiene del cuello a Nathallie, ella va diciéndole alguna cosa ya que con sus manos hace gestos. Ella va tan animada, el otro le sonríe.
La enorme puerta se abre y todos ingresamos, la iluminación casi me ciega la vista. Si estás adentro no sabes si es de día o de noche. Es todo oscuro, solo esos reflectores te iluminan cada rincón del enorme galpón. Puedo ver a medias que hay personas que van y vienen desde arriba, es como que tiene pasadizos y otros pisos pero yo no puedo fijarme con claridad.

El tipo, que Tom me dice que se llama Bill, se gira, observándome.

—Bien —Lo miro. — ¿puedes venir conmigo un momento?

Frunzo el ceño, pero trato de que no se note. La chica a su lado pone sus manos hacia atrás y fija a Tom. Roto la mirada y él me observa de manera intimidante.

—Adelante —Sentencia él  y se va. Todos ven como él se marcha, yo no entiendo cómo es capaz de dejarme a merced de alguien que no conozco del todo.

La joven le sonríe al tipo y luego a mí, también se aleja de nosotros.
Genial, ahora estoy sola.

—Por aquí —Determina el tipo alto y delgado. Camina hacia unas escaleras de metal, puedo escuchar que se gritan, al parecer en códigos porque no comprendo lo que dicen.

Subimos dichas escaleras, yo adelante y el a mi lado, claro, yo no sé dónde ir. Nos detenemos en el primer pasillo de piso metálico, ahora él toma el lado izquierdo, yo veo que al final hay una puerta.

Al llegar, nos frenamos frente a la misma. Siento una mano depositarse sobre mi cuello, eso me provoca un escalofrío, pero me mantengo quieta. Aprieta con suavidad y veo por el rabillo del ojo que su rostro se asoma por mi izquierda.

—Espero que estés segura de esto —Yo miro el picaporte. —Una vez que entras aquí, no hay vuelta atrás.

Trago saliva, la verdad, no me agrada cuando las personas dicen ese tipo de cosas porque siento que ingresas a la mafia o algo parecido.

Parpadeo repetidas veces y me digno a mirarle.

—Ni que fuera algo ilegal —Digo algo nerviosa, sonriendo cínica.

Él alza una ceja y abre la puerta. Nos encontramos con una oficina común y corriente. Un velador ilumina los papeles del escritorio, otro se encuentra sobre una mesita en una esquina y un sofá a su lado.

Sinceramente, debo decir, que esto es bastante turbio.

La puerta se cierra, yo miro por encima de mi hombro a Bill que me observa, pasa por mi lado y va hacia su escritorio. Observo las paredes, la que está opuesta al escritorio tiene un pizarrón con fotos y nombres, y una serie de cadenas con palabras que los unen.

Por algo, por instinto o curiosidad, me acerco a ese pizarrón que casi abarca toda la pared. Miro las fotos, todos son, casi, hombres. Sus nombres delatan que la mayoría es extranjera. Voy de izquierda a derecha, a paso lento, inspeccionando cada mirada, cada nombre y situación. Pero como dije anteriormente, hay palabras que no entiendo, tal vez son códigos.
Cuando estoy por llegar al final, veo una fotografía suelta, no tiene ningún alineamiento ni cadena con otros, está solo.

Our bastard secret [Tom Kaulitz - 1° y 2° Temp.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora