Capitulo 15

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Pasados los días Gustabo aún no había vuelto a casa, Segismundo se encargaba de los negocios pero las cosas empezaban a verse mal porque hacía falta el pico de oro que tenía  gustabo. Los jefes de los santos comenzaban a molestarse por la baja en las ventas.

—Lo sé pero ya le dije que gustabo  está atendiendo asuntos personales— Hablaba segis por teléfono paseándose por toda la sala.

Horacio miraba atentamente, el sabía lo que estaba ocurriendo y quería ayudar pero Segismundo se negaba a romper la promesa que le había hecho a su hermano.

—¿Pero qué significa eso? ¡Me está discriminando por ser gallego!— grito de manera molesta.

—¿Pero yo que tengo que ver en eso? Julian tiene peores ganancias que yo y está todo tranquilo.— Tomo asiento en el sofá que se encontraba frente a Horacio.

—¿Los santos?— hizo una señal para que Horacio le pasase una hoja y papel.

—Yaaa, vale. Mañana a primera hora me tendrá ahí. Coño que gustabo no puede, si, si le preguntaré. Hasta luego— colgó la llamada —Me cago en Dios Horacio, los jefes me quieren mañana en los santos para ver de qué manera mejoramos el negocio—

—¿Pero tú solo?— segis asintió

—Quieren que lleve a gustabo pero claramente no se podrá— se levantó —Iré a arreglar algunas cosas, me iré por algunos días y tengo que buscar a alguien que les cuide—

—Podría encargarme yo, se cómo funcionará todo— Segis negó

— Prometí que no te metería en esto, además...— sonrío — Ya es tarde para tu clase de baile y tu noviesito no tarda en venir— Horacio se sonrojo, no es que no le importase lo de su hermano, pero Segismundo le había explicado que en esos casos lo mejor era dejarlo solo y el regresaría. Intento creerle.

—Vale pero recuerda que puedo apoyar— segis se acercó y golpeó levemente su hombro — Lo sé hombre pero por ahora lo tengo controlado. Anda que se te hace tarde— Horacio asintió y se fue a cambiar.

Después de la clase de baile y como cada tarde, Horacio y Dan se encontraban sentados en una banca del parque.

—¿Entonces aún no sabes nada de el?— Horacio negó, le había contado todo a Dan.

—Aun no sabemos nada, Segismundo utiliza sus contactos para dar con el pero nada, es como si la tierra se lo hubiese tragado— Dan tomo su mano

—Debes estar tranquilo, por lo que me has costado tu hermano es alguien que se sabe cuidar, además si el ya hubiese matado a alguien lo sabrían ¿No?— Horacio asintió

—Supongo que tienes razón pero es mi hermano y es imposible no preocuparme—

—Pero trata de no darle muchas vueltas, tu hermano estará bien— Horacio sonrío.

—Creo que debería irme a casa, Segismundo se irá y quiero despedirme — Dan asintió

—Te acompaño—

Mientras ambos chicos caminaban, la noche comenzaba a llegar y un fuerte viento  anunciaba que llegaría una fuerte lluvia.

Dan quiso hacerse el romántico y quitarse su suéter para dárselo a Horacio quien solo llevaba una playera sin mangas.

—No te preocupes, te hará más falta a ti— Dan negó

—No seas penoso y tómala, imagina el recuerdo que saldrá. Yo todo un Caballero— Horacio soltó una leve risa y acepto el suéter

Al llegar a la entrada de la casa, ambos chicos se despidieron y Horacio entró. En el salón se encontró a Segismundo quien veía la televisión.

—Llegaste a buen tiempo, a nada comenzará a llover— Horacio le saludo y se sentó a su lado

—Lo sé, parece que dios se ha enojado— Segismundo sonrío

—Mi madre solía decir que la lluvia siempre anunciaba un suceso catastrófico—

—No digas eso tío, que después no duermo eh— ambos soltaron una leve risa

—Ese suéter no te lo había visto, cómo que tú noviesito en muy cliché— Horacio se sonrojo

—Me lo ha prestado porque comenzaba a refrescar— se quedó en silencio unos segundos— ¡OLVIDE DÁRSELO!— Segismundo le miró confundido — Tío, Dan me prestó su suéter y me lo quedé, ahora está a nada de llover y se va a enfermar el pobre—

—Bueno creo que aún estás a tiempo de dárselo, toma una sombrilla y si corres lo suficiente lo alcanzas— Horacio asintió y se levantó de un salto para ir por una sombrilla y salir a buscar a Dan.

—Ahora vuelvo— Segismundo asintió

Una vez Horacio puso un pie fuera de la casa, la lluvia se dejó caer, comenzó a correr mientras trataba de llamar a Dan, ahora más que nunca debía encontrarlo para evitar que se enfermase, pero el no respondía.

—Debe estar corriendo al igual que yo—

Al pasar por el parque escucho un disparo que le hizo detenerse, su corazón comenzaba a aumentar su ritmo y algo dentro de él le decía que debía ir al lugar donde se había escuchado.

Lentamente se fue acercando cuando un nuevo disparo se escuchó. Y como si fuera una señal, las palabras de segismundo aparecieron en su mente.

"Mi madre solía decir que la lluvia siempre anunciaba un suceso catastrófico"

Poco a poco se fue acercando y se oculto detrás de un árbol para visualizar a las dos siluetas que se encontraban exactamente dónde el tomaba sus clases de baile. Uno se encontraba tirado en el suelo mientras el otro le apuntaba con un arma. Horacio quería escuchar pero el fuerte sonido de la lluvia se lo impedía. Fue hasta que un fuerte rayo  alumbró el cielo que pudo visualizar al agresor. Su corazón se aceleró al máximo y poco a poco algo dentro de él se rompía.

—Gustabo...— logró susurrar.


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