La guerra cambia a las personas. Más de lo que cualquiera admite nunca. Muchos no se dan cuenta de ello, y a otros no les interesa. Pero no es verdad que las historias terminan con un felices para siempre, y menos con semejantes batallas de por medio.
En una guerra se pierden vidas, no sólo físicamente. Algunas almas están condenadas a sufrir un destino peor que la muerte: lamentar la vida. ¿Y es que, qué es vivir cuando no tienes nada?, dejemos de lado lo material porque todo se puede reconstruir con suficiente esfuerzo. Pero, ¿Y qué cuando ya no te queda nada de nada? ¿Qué más puede haber cuando perdiste tu esencia, tu cordura y dignidad? Nada. A menos que puedas devolver lo que la vida arrebata, y sólo el tiempo puede hacer eso.
No todos viven las consecuencias de la misma manera. Algunos, las sufren en silencio, esperando que algo cambie, o que algo suceda para acabar con su sufrimiento, son aquellos quienes lloran de desesperación a la mitad de la noche y al siguiente día pretenden que nada pasó, callando los sollozos que sólo la luna escuchó. Hay otros, que se levantan cada día planeando olvidar, dejar atrás todo lo que sienten y seguir con sus vidas, quizás sea lo mejor.
Draco se negó a ser cualquiera de estas personas, y en cambio dio la vuelta hacia ese escaso grupo de personas que viven por la idea: "Si yo sufrí, ellos deberían también". ¿Está orgulloso de lo que hace? No, absolutamente, pero a estas alturas eso da igual, no tiene pensado detenerse o cambiar. Por nada ni nadie. Ya no conoce lo que está bien o lo que está mal, ya no sabe lo que es el amor ni lo que es el odio, son cosas que pasaron a segundo plano para terminar desvaneciéndose en el fondo de su mente.
Al inicio, tenía bien claro que hacía todo eso por un bien, pero ahora tal vez solo era por costumbre o mérito propio. Quién sabe.
Tomó una daga de la mesa frente a el, la levantó frente a su rostro y la observó cuidadosamente.
No, esa no.
Luego, fue turno de un cuchillo, largo y afilado, al que le era fiel sólo por sus cortes rápidos. Sonrió. Ese era esta vez.
Se sentó elegante y calmado en la segunda silla en medio de la habitación vacía. Cruzó las piernas con parsimonia, contrario a la desesperación que mostraba el sujeto frente a él, agitándose en la silla y tratando de zafar sus manos de las fuertes ataduras. No se escuchaban sus gritos por la cinta en su boca, que los silenciaban abruptamente y hacían que su rostro se pusiera rojo por el esfuerzo. Draco sonrió de lado.
-¿Quieres hablar?,- dijo el rubio con sorna, inclinándose hacia delante y alzando una ceja.-Oh, cielo, debiste hacerlo cuando podías,- siseó colocando la punta de su cuchillo en la garganta del hombre, sin hacer la suficiente presión como para lastimar.-
Se levantó de su asiento, sin mover el cuchillo, acercó más su rostro y lo miró a los ojos, sonriendo. Luego comenzó a caminar alrededor de él, moviendo el afilado utensilio por todo su rostro, causó un par de pequeños cortes, pero nada serio aún.
-¿Ahora lo sientes?, ¿Te das cuenta de lo que es no poder hablar?, no poder escapar por más que grites y patees, ¿Comprendes?- cuestionó el chico con calma. El otro sólo asintió varias veces, con los ojos cerrados y el cuchillo ahora en su garganta de nuevo. Draco sonreía cada vez más, le encantaba sentir tal clase de poder sobre otra persona.
Dejó ir su fuerte agarre en la silla y alejó el cuchillo, el hombre se relajó y soltó un suspiro de alivio, justo antes de que Draco deslizara la afilada punta por un lado de su cuello, cortando una arteria. El hombre comenzó a boquear por falta de aire y ya no podía mantenerse quieto en la silla, no que lo hiciera antes, pero ahora era el dolor lo que lo movía. El oxígeno dejaba de llegar a su cerebro lentamente. Pero no iba a ser una muerte rápida, lo sabía, sí había cortado el suministro de sangre hacia el cerebro, pero aún tardaría un poco más en quedarse completamente sin oxígeno, o desangrarse.
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Historias cortas
FanfictionUna compilación de one-shots escritos por mi con distintas writing prompts sobre Drarry/Harco.