1.- Beso sorpresa.

11.7K 649 122
                                    


Por fin, se dijo Harry a si mismo, terminó la semana. Salió con prisa de la última clase, sin esperar ni a Hermione o Ron. Habían sido días muy estresantes, era su último año en Hogwarts después de la guerra y aún a mitad del curso, no lograba acostumbrarse a sentirse tan... en paz, pero estresado a la vez. No faltaban los regaños de Hermione y la abrumadora atención de todos a su alrededor, sin embargo no era nada comparado a que su vida se viera amenazada cada año.

Cuatro Slytherin lo rebasaron, ignorándolo completamente y sonrió de manera sutil. Pudo ver a cierto rubio voltear ligeramente para verle. Sí, eso era algo que pasaba ahora. Era una cosa más a lo que no se llegaba a acostumbrar, tanto había cambiado en... ¿Qué?, ¿Un año?, y aún así se sentían como días, apenas lejanos.

 Eran pocos lo que habían regresado a terminar el año, sólo cuatro Slytherin, tres Gryffindors, un par de Hufflepuffs y alguno que otro Ravenclaw. Todos compartiendo la misma torre. Pero no por esto se habían vuelto más unidos ni nada por el estilo, incluso parecían más separados que nunca, la amargura del ambiente quemando cualquier posibilidad de amistad. O eso creían todos, pues así se veía a simple vista. Pero oh, Merlín, cuanto hay detrás de unas miradas en clase, unas sonrisas en el comedor o caminatas a media noche. Y no eran sólo dos quienes las compartían. A ojos de los demás ni siquiera parecían saber que alguien fuera de su casa existía.

Una de estas peculiares uniones comenzó en Noviembre, aún no caía la nieve pero el frío ya era espantoso. La cena había terminado hacía ya tiempo y casi todos estaban durmiendo, ¿Pero cómo puedes dormir con el peso de tantas vidas en tu conciencia?, aunque no fueras la causa directa, Harry sabía cuantos habían muerto por él. Y Draco sabía cuantos habían muerto por su cobardía, que así la llamaba. 

Ambos merodeaban por el castillo, no había mucho más que hacer y ya eran adultos, y sobrevivientes sobre todo ¿Quién iba a venir a mandarlos a dormir? Esa noche el sitio perfecto resultó ser la torre de Astronomía, porque a veces, revivir malos recuerdos te hace sentir mejor, aunque mejor no sea la palabra correcta. Harry se sentó lo más cerca del borde que podía sin temer caerse, porque aún siendo Gryffindor y aún siendo Harry Potter, tenía miedo, tal vez incluso más que cualquier otro. Draco llegó minutos después, un encuentro no planeado pero tampoco mal recibido, Harry apenas se notaba como una persona, era simplemente otro fantasma rodeado de sombras. Daba pena, realmente. El rubio estaba igual o peor, y ambos estaban tan inmersos en su monólogo interno que apenas notaron que alguien estaba ahí.

Eso ocurrió un par de veces más y pronto descubrieron que el otro era una buena compañía, de hecho. Entonces empezaron a hacer los deberes, en la helada torre, a mitad de la noche. Era el único lugar donde se sentían bien realmente y si eso significaba pasar un momento con el que había sido su rival, que así sea.

Los abrazos cariñosos empezaron una particularmente fría noche. Harry había tenido un mal día, pero aparentemente el no tenía permitido tener de esos justo después de una guerra. Draco, en cambio, lo comprendió, y sintió compasión por él. Se sentaron uno al lado del otro, y de la nada, el ojiverde comenzó a llorar, tal vez estaba siendo dramático pero las emociones lo inundaban, confusas y dispersas. No podía evitarlo. El rubio lo miró con sorpresa, no recordaba ver a Potter así de... débil, parecía que se había rendido. Él, que siempre salía feliz y librado de todo, era complicado verlo sufrir. El ojigris sabía lo que sentía, no exactamente, pero podía comprenderlo de cierta forma, y el corazón se le encogió al pensar que Harry estuviera sintiendo algo así. Y lo abrazó, fuerte y decidido, llenando la acción de consuelo. El otro sólo pudo dejarse llevar y llorar en su pecho.

Después de eso hablaron y hablaron por horas, aunque el siguiente día hubieran andado mitad dormidos. Y descubrieron que se sentían cómodos con ello, las ojeras valían esas brillantes sonrisas que hace mucho desaparecieron.

No podría decir con exactitud cuando empezaron los besos, o cuando comenzaron a sentir tanto por alguien. Simplemente pasó, y ellos no notaron la extrañeza de la situación, si se correspondían, nada más importaba. Aún así, lo mantenían en secreto, era algo suyo, no del mundo, este ya les había arrebatado bastante y si ellos podían guardar un secreto a cambio, lo harían.

De vuelta al presente, una castaña y un pelirrojo lo habían alcanzado en el pasillo, ambos le hablaban, o tal vez hablaban entre sí, no podía saberlo. Él no prestaba atención. La imagen enfrente suyo era mucho más interesante, el grupo de serpientes se había detenido a mitad de su camino por alguna tontería que hubiera dicho Parkinson y todos estaban riendo. Sobre todo Draco, soltaba carcajadas genuinas y ruidosas que sólo Harry tenía el placer de escuchar últimamente. 

-¿Qué miras, Potter?- soltó el rubio de la nada, cuando notó los ojos verdes sobre él, lo decía en un tono fastidioso que sólo él tenía, pero si prestabas atención, no era tan cruel como pudo haber sonado en años anteriores. Harry sonrió.

-A ti, Malfoy- le respondió de forma casual y el ojigris devolvió la sonrisa. Entonces, en medio de un pasillo concurrido que detenía el caos para observar su interacción, pasó. Se dio cuenta de que había caído, y lo había hecho tan fuerte y tan de repente que se mareó por un momento. Y un pensamiento le cruzó la cabeza, no podría vivir un sólo día más sin ese chico delante suyo.

Entonces, Harry dio un paso hacia delante y Draco dio dos. Todos esperaban una pelea, una confrontación, algo, y un silencio expectante llenó el pasillo. Tal vez Draco esperaba lo mismo porque cuando el chico de ojos verdes se inclinó hacia enfrente y en un solo movimiento, pegó sus labios juntos, el otro tardó cinco segundos en reaccionar, Harry los contó. 

Decir que todos los presentes se sorprendieron se quedaba corto. Pero a ninguno de los dos les importó, estaban conversando sin palabras, asegurándose de que el otro sintiera lo que le decía con un beso, se necesitaban más que al oxígeno, y luego un poco más. Cuando por fin se separaron, sus sonrisas eran más anchas y más brillantes. Ignorantes o desinteresados del revuelo que habían causado a su alrededor, caminaron juntos el resto del camino hacia ningún lugar, continuando una conversación sobre ningún tema.

No sabían nada sobre el futuro ni cómo o enfrentarían, de lo único que estaban seguros era de que lo enfrentarían juntos. Y eso estaba bien. Eso era suficiente.




Nota:

¡Hola! Esta es la primer historia, son 1140 palabras. Es algo corto pero creo que está bien para empezar. Espero que les guste <3

Emily



Historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora