15.- ¿Quién...?

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¿Quién prepara el desayuno?

Cada mañana, exactamente a las siete A.M., Harry despierta por la alarma del maldito reloj despertador. Aunque la mayoría de las veces a esa hora ya se encuentra haciendo cosas. Y no porque quiera o porque se levante antes voluntariamente. Sino porque su esposo tiene la costumbre de despertar apenas sale el sol, aún en fines de semana y días libres.

Le gusta tener todo listo y organizado desde mucho antes de hacer las cosas y en su opinión, las horas del día no son suficientes para tener una vida productiva, y la única solución que encontró era robar un par de minutos a su sueño.

Y a pesar de que trata de ser silencioso y salir inmediatamente de la habitación para dejar a Harry dormir, el otro tiene el sueño muy ligero como para no darse cuenta de que alguien falta a su lado. También, es imposible dejarlo descansar por mucho tiempo, pues si algo le molesta más que levantarse tarde es saltarse el desayuno, aunque sólo coma una manzana y una taza de té, es necesario para comenzar a hacer nada. Y si Harry puede preparar algo más que una manzana, vale la pena caminar un poco muy fuerte por la casa para hacer sólo un poco de ruido.

Y Harry, por supuesto, está consciente de ello, por lo que, al abrir los ojos diez minutos antes de la hora y escuchar movimiento en el primer piso, sonríe tallándose los ojos y no espera más para salir de la habitación.

La mayoría de las veces sólo pone a calentar agua para té y hace un café para él mismo. Además de eso, Draco siempre se asegura de mantener la nevera y la alacena llenas de cualquier cosa dulce que vea mientras va de compras, por lo que no hace falta pensar demasiado en qué hacer. A ninguno de los dos les gusta desayunar demasiado, pero cuando tienen suficiente tiempo y antojo de waffles o panqueques, no duda en ponerse manos a la obra.

Aquel día, era un Domingo de otoño y ninguno de los dos tenía nada que hacer. Perdieron tiempo acostados en la cama pensando a dónde ir, o en hacer algún plan para más tarde. Pero el rubio no tenía ganas de levantarse. 

Harry lo dejó haciendo un berrinche muy infantil mientras iba a la cocina a ver qué tenían, o que no tenían, más bien. Afortunadamente, les sobraba harina y huevos para panqueques bañados en miel de maple y fresas frescas.

Eso fue lo que hizo, era probablemente, la comida favorita de su esposo. Y Harry diría que le quedaban bastante bien y no era sólo por la cantidad de azúcar que significaba comerlos.

Draco entró a la cocina de repente, en su bata de dormir y descalzo. Mientras el moreno vertía mezcla en el satén, el otro se acercó y recargó su mejilla contra el hombro de Harry, aún mitad dormido. Harry rio suavemente y se giró un poco para verlo.

-Huele delicioso.- anunció el rubio sin separarse.

-Oh, ya veo, y yo que creía que te habías levantado por mi.- pretendió ofenderse el ojiverde, tomando la mano de Draco con la suya que no ocupaba, él sonrió culpable.

-Mmm no, me casé contigo por tu comida.- admitió el ojigris abrazándolo por la cintura con fuerza. Harry soltó una carcajada y volteó uno de los panqueques. Su esposo se separó y fue a sentarse en la mesa a su lado con ambos pies acomodados de alguna manera sobre la silla.

-Entonces, ¿Decidiste a dónde quieres ir?- cuestionó Harry aún cocinando. Draco soltó un quejido y recargó su cabeza sobre la mesa con frustración.

-No, no tengo idea de qué hacer, le prometía Pans que la visitaríamos pronto pero no quiero salir, y también tenemos eso de Teddy, ¡Pero yo no quiero salir!-chilló el rubio dramático, Harry negó con la cabeza riendo y sirvió el desayuno.

-Tendremos que hacer algo, no nos vamos a quedar aquí todo el día.- se opuso Harry mirando divertido como Draco vaciaba la mitad de la botella de miel sobre sus panqueques.

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