12.- Te amo

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Aquel día había empezado muy bien. Y aunque estaba seguro del clima tempestuoso de Londres les había arruinado la mañana a muchos, para Draco no podía ser más hermoso. Vaya que sí, un día precioso para pasar encerrado en la casa con la televisión prendida mientras tomaba una larga siesta. Ese era su plan de Viernes, y tenía suerte, porque los planetas se habían alineado para ello. Su reunión fue cancelada y todos sus conocidos estaban demasiado ocupados como para obligarlo a salir.

Cambiaba de canales, encontrando sólo programas aburridos para mujeres casadas en la mediana edad, como el los llamaba. Nada especialmente interesante. Y las películas que había eran todas aburridas o románticas, que no le interesaban en lo más mínimo, pero tampoco le hacían mucha ilusión sus otras opciones. 

Dejó el aparato prendido y tomó su celular para revisar algún mensaje o notificación, pero realmente no había nada. Estaba a punto de cerrar los ojos y dejar caer el celular cuando comenzó a vibrar violentamente y emitir una canción irritante que había puesto como tono de llamada. Eso lo hizo saltar de su lugar y sentarse tan rápido que le dolió la cabeza. Con los ojos cerrados, el ceño fruncido y sin mirar quien era, respondió.

-Hola, Draco, ¿Estás en tu casa?- se apresuró a cuestionar una conocida voz por el teléfono.

-Sí- replicó simplemente el rubio y separó el dispositivo de su oído para mirar quien era,- Oh, hola, Harry, ¿Qué pasa?-

-Uhm, no, nada-dijo inseguro,- todo bien, ¿Estás muy ocupado?-

-No, no estoy haciendo nada, ¿Quieres venir?- cuestionó el ojigris amable mientras revisaba la hora, se supone que Harry estaría en alguna presentación de arte con su novia.

-Sí, claro, llego en un segundo.- estableció el moreno rápidamente y colgó antes de que Draco hiciera un sonido de asentimiento. Aventó el celular hasta el otro lado del sillón, milagrosamente no se cayó, de nuevo. 

El ojiverde últimamente no le hablaba como solía hacerlo, y eso estaba bien, comprendía que el necesitaba su propio espacio y que vivía su propia vida. Pero ahora de la nada le llamaba preguntando donde estaba. Miraba hacia la ciudad debajo de sus pies a través de los enormes cristales que iban desde el piso hasta el techo, gotas golpeando suavemente la superficie. ¿Porqué los eligió? Nunca se atrevía a acercarse demasiado, estaba varios pisos sobre el suelo y si no fuera por la hermosa vista y la luz natural que aportaban, estarían cubiertos por cortinas todo el tiempo. El timbre lo sacó de su divagación.

Y ahí estaba Harry, escurriendo agua por todas partes y dejando un rastro detrás de sí en el pasillo.

-Joder, Potter, ¿Qué te pasó?- bromeó el rubio mirándole de pies a cabeza varias veces, el se encogió  de hombros.

-Hace algo de frío afuera.- admitió el ojiverde abrazándose a si mismo con fuerza.

-Oh, lo siento, pasa.- se exaltó Draco al recordar que cuando alguien toca a u puerta, generalmente los invitas a pasar, y más si es tu mejor amigo mojado hasta los calcetines.

Caminó rápidamente hasta el baño para prestarle alguna toalla limpia, se le entregó y luego fue a su habitación por algo de ropa seca. Lo llevó a empujones hasta el baño y cerró la puerta con cuidado. Ahora estaba calentando agua para té en la cocina, analizando la situación y barajeando posibilidades, nada le venía a la mente.

-Harry Potter, ¿Qué crees que haces caminando descalzo y con el cabello mojado? Te vas a resfriar y si eso ocurre no vas a salir de aquí hasta que te pongas bien.-expresó el ojigris cuando el moreno salió del baño. Comenzó a secar su negro cabello con cuidado y le sirvió una taza de té caliente que se encargó de llevarle hasta la mesa del salón, donde Harry ya se encontraba.

-Draco...-comenzó a decir Harry con la taza en las manos, sin moverse mientras veía al rubio moverse de aquí para allá.

-Espera un segundo, traeré una manta, te debes estar congelando.- interrumpió el ojigris saliendo inmediatamente de la habitación.-Bien, ¿Quieres algo más? Puedo prepararte algo.- sugirió Draco con varias cosas en las manos que acomodaba alrededor del moreno. Este negó con la cabeza, sonriendo.

-¿Ya puedes escucharme? ¿O vas a traer a un doctor?- se burló Harry, Draco pareció pensárselo, pero estaba más curioso sobre el porqué Potter se encontraba ahí que por nada, iba a estar bien mientras no comenzara a estornudar. Se sentó a su lado y escuchó atentamente.

-Bien, habla, ¿Qué haces en mi casa empapado y no con Avery?- indagó el rubio mirando sus pies y balanceándolos en la orilla del sofá. 

-Me dejó.- replicó simplemente el moreno sin alguna pista en su voz que demostrara que le hubiera afectado, Draco volteó rápidamente a mirarlo.

-¿Es en serio?- cuestionó alzando ambas cejas. Harry asintió.- ¿Porqué? ¿Qué pasó?- 

-No tengo idea, sólo llegó en la mañana y rompió conmigo- informó tomando su té, demasiado caliente para el gusto del rubio pero perfecto para él, sonrió por ello. El ojigris, por su parte, abrió la boca un par de veces y la cerró otra vez, al final hizo una mueca.

-Bueno... Sabes lo que pienso sobre ella.- señaló él en respuesta y Harry rio divertido, recordando sus peculiares opiniones sobre su ex-novia.

Harry estornudó.

Draco suspiró con cansancio y el moreno rodó los ojos al saber lo que esperaba. No se sentía mal en absoluto pero el rubio era peor que Molly Weasley en cuanto a cuidarlo. Además, se lo había advertido. No movería un pie hasta que se asegurara de que no hubiera enfermado o que se mejorara. Estaba a punto e levantarse de su lugar, quizás para ir por otra manta, cuando Harry lo tomó del brazo y pidió que se quedara, no era la gran cosa.

Comenzaron a conversar de algún otro tema que les interesara para distraerse. Ahora estaban los dos sentados frente a frente, los dedos de sus pies sobre los del otro, y reían a carcajadas por lo que sea que pasara en la película escogida.

Harry tomaba cada vez más pañuelos desechables de la caja y ya se estaban acabando, Draco no había dicho nada porque sabía lo exagerado que podía ser, pero notó que al moreno le pesaban los párpados y cerraba los ojos con fuerza cuando veía la pantalla por un tiempo prolongado. Lentamente, se levantó del sofá y le quitó las mantas de encima, él le miró extrañado. Tomó sus manos y lo ayudó a levantarse, guiándolo hasta su propia habitación.

-Draco, estoy bien.- estableció el ojiverde alargando las letras exageradamente y sosteniendo flojo la mano que movía la suya hasta la cama.

-Sí, sí, vamos, recuéstate.- insistió el rubio removiendo las sábanas sólo lo suficiente.

-No quiero,- se resistió Harry haciendo un puchero infantil,- Deberíamos salir, ¿sabes?, a cualquier lugar, ¿No quieres ir a cenar?- ofreció el moreno caminando por la habitación, seguido por el rubio.

-Sí, hay que salir en medio de la tormenta y así me enfermo yo también, que gran plan, Potter, muy inteligente.- asintió sarcástico Draco atrapando por fin a su amigo y logrando meterlo a las cobijas a regañadientes. Lo cubrió hasta el cuello y él, demasiado cansado como para discutir, se dejó hacer y pronto había cerrado lo ojos.-Duerme un poco y después te despierto para cenar.- ordenó el rubio saliendo lentamente de la habitación.

-Gracias, te amo.- dijo Harry desde su lugar con los ojos cerrados. Draco se detuvo y se giró a verlo.

-¿Acabas de decir 'te amo'?.- preguntó el ojigris, el otro frunció el ceño y apretó los labios.

-No.- respondió el moreno, Draco sonrió y asintió a punto de cerrar la puerta.-Debes decir 'yo también'.- exclamó enfurruñado Harry, el rubio rio.

-Yo también, Harry.- accedió.




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