En total oscuridad creyó que nadie llegaría a salvarla, como una flor que moría por no sentir la calidez del sol o por no tener amor. Perecería en soledad sin que nadie pudiera escucharla.
Fue cuando sus ojos por fin pudieron ver una pequeña luz qu...
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Narrador omnisciente.
Era un hombre que vestía con una capucha, un parche salpicado de piedras preciosas en su ojo izquierdo y parecía por su aspecto simple un mensajero, el Sensei Wu lo atendió de inmediato sin dejar que ninguno de sus alumnos bajara la guardia, aunque era extraño recibir visitas y mas si se trataba de un extraño debían escucharlo por lo menos.
— Yo vengo de una isla mas aya del norte de Shintaro, muy pocos la conocen y solo se puede llegar en avión. — explicó el hombre.
La isla era desconocida y pertenecía al territorio de la isla oscura, casi a los limites de Ninjago, ni siquiera en los mapas mas recientes se podía ver su localización y tal como dijo ese hombre solo se puede llegar por medios aéreos, los barcos eran tragados por el oscuro mar, lleno de criaturas desconocidas, claro que no todas, entre ellas las mas famosas, el kraken y el leviatán que eran bestias titánicas que merodeaban y protegían todas las costas. La isla era muy grande, tanto como un continente mediano, y en el centro estaba el gran castillo de la persona que solicitó a los guerreros de Ninjago.
— Esta solicitando en pocas palabras, una misión privada. — dedujo Zane.
— Es correcto, el señor con el que trabajo es alguien muy importante. — dijo —. Su esposa esta gravemente mal y esta persona que desapareció es quien se encargaba de curarla.
— Comprendo la situación en la que esta. — dijo el Sensei Wu —. Sabrá que mis maestros, porque ya no son alumnos, estan siempre ocupados por si alguna amenaza llega a Ninjago, no digo que su problema sea menos importante que todas nuestras misiones, pero sabrá que es muy difícil que dejemos Ninjago sin una razón aun mas grande.
Aquel hombre sonrió por lo bajo. La persona para cual trabajaba era nada mas y nada menos que un rey, a la espera de su tesoro mas sagrado que había desaparecido hace tres noches. Así como desapareció, el mensajero fue enviado por una solución, lo mas lógico que pensó fue llamar a los salvadores de Ninjago, cinco jóvenes guerreros que darían incluso su vida para sostener la paz en Ninjago.
— Los habitantes de Ninjago en mas de una ocasión les han dado la espalda. — con una sonrisa les extendió un sobre —. Aquí se les pagara muy bien, siempre y cuando hagan su trabajo y no solo eso, también mi señor les puede conceder cualquier petición, dinero, joyas, respuestas y permisos, cualquier cosa.
— ¿Qué es eso?. — preguntó Jay
— Tienen de aquí hasta mañana en la mañana para pensarlo, ahí dentro estan los pases para subir al transporte que nos llevara hasta aya. — explicó levantándose de su asiento —. Si aceptan los esperó en el muelle de Ninjago, siete de la mañana, si no llegan a esa hora supondre que no aceptaron y me iré.
Dio las buenas noches y se marchó en un automóvil que lo esperó afuera. Los ninjas lo pensaron y debatieron muchas horas hasta la madrugada. Un lugar extraño con gente extraña, era lo mas inusual, no sabían si saldrían vivos o no de ahí, pero alguien les necesitaba con urgencia, eso no podían dejarlo pasar por alto.