Dieciocho - abandono

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            Estaba en el apartamento de Justin, acababa de llegar de la playa, así que después de acomodar todo corrí al baño, necesitaba sacarme la sal, arena y bronceador de mi cuerpo. Después de ducharme admiré mi cuerpo, estaba realmente bronceada y sonreí por eso. Después de vestirme comencé a hacer la cena para esperar a Justin, pero un mensaje suyo me llegó anunciándome que no cenaría conmigo, pues una chica linda lo había invitado a su casa. Así que prendí la televisión y comí en soledad, pero sintiéndome bien, papá e Irina tenían razón, alejarme unos días me ayudarían.

Cuando ya no había nada en mi plato, decidí apagar la televisión y limpiar todo, pero mi celular interrumpió mi acción, Dylan estaba llamándome, y después de suspirar lo atendí.

-Hola Dy – saludé alegre.

-Vida te necesito, por favor ven – me pidió y mi corazón se encogió al escuchar su voz dolida y consumida por el llanto.

-Dy ¿qué pasó? – pregunté preocupada mientras caminaba hacia la habitación y comenzaba a meter mis cosas en las valijas de forma desordenada.

-Kiara se fue, nos dejó – me dijo y se me cayó de la mano las prendas de ropa que tenía. ¡No puede ser! Lo supe, yo lo sabía desde el principio, Kiara no estaba interesada en su embarazo, no estaba interesada en la niña, nunca le prestó atención, nunca vi en sus ojos una mirada de amor, ¡sabía que no eran celos!

-Dy intenta tranquilizarte ¿Si? Hazlo por Kath. Tomaré el primer vuelo que salga para ahí, te lo prometo. ¿Por qué no llamas a tu mamá o alguno de los chicos para que cuide de Kath? – le pregunté con ternura.

-No quiero, no he hablado con ninguno de ellos, solo te necesito a ti y a mi hija – me dijo y mi corazón se encogió de dolor, su dolor me dolía muchísimo.

-Okey, ¿Crees poder tranquilizarte hasta que llegue y cuidar bien de Kath? – Le pregunté preocupada – Puedo llamar a alguno de los chicos si no quieres ver a tu madre.

-Es mi hija Ev, puedo cuidar de ella, nunca me voy a alejar de ella – y pude notar la promesa no dicha en sus palabras.

-Lo sé Dy, lo sé.

-Hay un vuelo que sale en una hora – me dijo.

-¿Puedes comprarme el pasaje por favor? Así termino de arreglar todo acá y salgo.

-Ya lo hice – me susurró y asentí – Gracias Evie.

-No agradezcas – ambos cortamos la comunicación y yo me apuré en guardar la mayor cantidad de cosas que pude, para después salir disparada hacia el aeropuerto.

El viaje en avión se me hizo eterno, necesitaba llegar a Dylan para asegurarle que todo iba a estar bien, para apoyarlo en esto que le estaba pasando. Me maldije lo suficiente por no poder hacer nada, porque yo sabía que algo así iba a pasar, lo supe desde un principio y no hice nada. Más de cinco horas después de esa llamada me encontraba con mi valija y sin dormir en la puerta del apartamento de Dylan, segundos después de tocar el timbre él me abrió y mi corazón se partió. Ese Dylan no era mi Dylan, estaba pálido, con ojeras, sus ojos rojos e hinchados de tanto llorar, y su mirada con una tristeza profunda.

-Shhh todo va a estar bien – le aseguré cuando me abrazó y comenzó a llorar como un niño en mis brazos. Caminé con él un poco para cerrar la puerta y dejar mi valija a un lado, y después ambos caminamos abrazados hasta el sillón.

-Tenías razón, vos me lo advertiste, peleé con vos por ella, por defenderla y tú siempre tuviste razón. Lo siento, siento tanto no creerte.

-Dy, eso ahora no importa – le dije intentando inútilmente limpiar sus lágrimas e intentando contener las mías, me dolía horrores verlo así – Lo importante ahora es Kath, eso es lo único que importa. Tienes que ponerte bien y seguir porque ella te necesita ¿lo entiendes? – él asintió con la cabeza mientras me miraba con sus ojos cargados de lágrima y dolor – Vas a quedarte con ella ¿verdad?

-Por supuesto – me dijo casi sin dejarme terminar la pregunta – Hay padres solteros y yo seré uno de ellos, me ayudarás ¿verdad?

-Estaré cada vez que me necesiten Dylan – le aseguré y lo volví a abrazar. Pero nos separamos cuando escuchamos el llanto de Katherine – Yo voy, tú ve a bañarte y luego vamos a dormir. Mañana será un nuevo día y buscaremos juntos soluciones – le aseguré y él asintió con la cabeza.

Ambos nos levantamos y yo fui por Kath, mientras Dylan entró al baño.

-Hola preciosa – la aupé y ella enseguida dejó de llorar - ¿Me extrañaste? Yo te extrañé un montón – le aseguré y ella me miró con sus ojazos azules, sin saber lo que pasaba a su alrededor, sin saber que su mamá la había abandonado - ¿Sabes? Siempre estaré contigo y con tu papá, no importa que tu madre se haya ido, mejor, porque yo hasta los cinco años tuve unos padres que no me amaban, y era horrible Kath. Pero a ti te rodean personas que te aman con todo su corazón, como tu papá y como yo. Vas a crecer sin una mamá, pero me tendrás a mí, que te enseñaré todo lo que una mujer necesita, te ayudaré a escaparte a fiestas o a que te veas con algún noviecito, estarás siempre a la moda, y lo más importante, juntas haremos renegar muchísimo a tu papá – le prometí y ella me regaló una tierna sonrisa que me hizo sonreír a mí también. – Vamos por tu biberón, seguro estás hambrienta.

Caminé con ella en mis brazos hasta la cocina, y después de prepararle el biberón intenté dárselo pero ella se negó a tomar.

-¿Qué pasa Kath? ¿Por qué no quieres el biberón? – Le pregunté y ella llorisqueó un poco – Ya sé, ¿quieres que te cante? – Le pregunté – Para dormir a un elefante, se necesita un chupete gigante – puse el biberón en su pequeña boca y enseguida se prendió de él, haciéndome sonreír – un sonajero de coco y saber cantar un poco, para dormir sh sh, para dormir a un elefante. Si se despierta de noche, hay salir a pasear en coche, si se despierta de madrugada acomódale bien la almohada, para dormir sh sh, para dormir a un elefante.

-Tiene a la mejor madrina del mundo – me dijo Dylan mientras nos veía a ambas – Gracias Vida.

-Si vuelves a agradecerme una vez más te golpearé, tú harías lo mismo por mí tonto – lo amenacé y él rió – Ve a dormir, yo me ocupo de mi ahijada.

-Tú también necesitas dormir – dijo parándose frente a mí.

-Y lo haré una vez que la acueste – dije obvia.

-¿Duermes conmigo? Por favor – me pidió y yo largué un suspiro mientras asentía con la cabeza. No era la primera vez que dormía con Dylan, cada vez que a mí o a él nos pasaba algo y necesitábamos del otro dormíamos juntos, pero ya hacía varios años de la última vez que había pasado – Vayamos al cuarto entonces.

Los tres caminamos en silencio hacia la habitación, y una vez que me aseguré que Kath estaba profundamente dormida la dejé en su cuna, para después acostarme alado de Dylan, no sin antes ponerme de pijama una de sus remeras, yo y mi obsesión por dormir con remeras de hombres. Dylan enseguida me abrazó por la cintura y apoyó su cabeza en mi pecho, esperando que yo lo mime y sé que él sintió como mi corazón latió de forma descontrolada. Sabía perfectamente lo dolido que estaba Dylan, sabía que su corazón estaba completamente roto, sabía que estaba desesperado por su futuro tan incierto y con una niña recién nacida a cargo suyo. Pero yo no podía dejar de sentir miles de mariposas por tenerlo aferrado a mí, por saber que él solo me necesitaba a mí, y me maldije por eso, porque sabía que luego me iba a doler aún más.

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Las vueltas de la Vida [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora