Cuando Juliana terminó su jornada laboral ese día, se sentía satisfecha, cansada, por supuesto que sí, pero satisfecha, había sido un buen día, un día de locos, diría su madre, pero un buen día al fin y al cabo, la cantidad de comensales había sobrepasado lo visto hasta ahora, el café donde trabajaba, llamado "Sabores", tenía varias semanas abierto, probablemente ya tenía el mes, y hasta ahora había tenido una afluencia moderada, pero hoy... Hoy, justo hoy, era como si la gente lo hubiera visto materializarse frente a sus ojos y decidieran echar un vistazo y de una vez quedarse al desayuno. No había parado desde las 8 de la mañana que abrió sus puertas, por momentos la clientela llegaba en oleadas, la primera justo después de abrir, personas vestidas de todas las formas, oficinistas en su mayoría, con sus trajes sastres, pantalones, faldas, camisas y blusas en colores principalmente sobrios, muchos solo se pasaron por un café, y un bocadillo rápido, encantados con la variedad que manejaban, expressos, capuchinos, americanos, lattes... hasta café de olla tenían ahí, Juliana supuso que tal vez otros establecimientos de la misma rama a los que esta marejada de oficinistas acostumbraba acudir con frecuencia, había cerrado o tal vez se había retrasado en la apertura, así que todos terminaron ahí, pero la clientela no se limitaba a los que trabajaban a los alrededores del local en los muchos edificios de oficinas, había otros, vestidos no tan formales, solos o en grupos que llegaban a sentarse tranquilamente y echar la platicada mientras tomaban un desayuno completo sin prisas.
Después de tres horas intensas, el ritmo bajo un poco y el horno tuvo un pequeño descanso y por consecuencia ella también, Juliana era chef repostera y se deleitaba preparando postres, panes y pasteles, lo hacía con dedicación e incluso con amor por lo que ella consideraba un arte, amaba su trabajo y disfrutaba como niña estar en la cocina, creando dulces y deliciosas maravillas de repostería, su hora de entrada era mucho antes de la hora de apertura, a las 6 de la mañana para tener los dulces encantos listos a las 8, así que desde temprano un delicioso olor a pan recién horneado se esparcía por los alrededores, el resto del personal disfrutaba de otros horarios más convencionales, pero a ella le gustaba estar temprano, cuando se dirigía a su trabajo no había tanta gente ni tanto tráfico y disfrutaba la pequeña caminata desde la estación del metro hasta el local, por lo regular las mañanas eran frescas y revitalizantes, también tenía la ventaja de salir más temprano que sus compañeros y disfrutaba de las tardes libres paseando por un parque cercano antes de regresar a su hogar.
Hacia allá se encaminaba en ese momento, porque a pesar de que estaba agotada, disfrutaba mucho respirar el aire fresco del parque, le relajaba. En cuanto se internó entre los árboles buscando un buen lugar para sentarse sobre el pasto iba pensando en lo mejor de su día, ese pequeño y fugaz momento, durante uno de los minutos antes del caos que fue la hora del almuerzo, en que sus ojos se chocaron con la mirada más profunda y la sonrisa más cautivadora que había visto jamás, fue solo un instante, un instante detenido en el tiempo, ella se encontraba detrás del mostrador de postres, acomodando el último lote que había horneado, cuando, por casualidad, llamada por alguna fuerza desconocida tal vez, levantó su mirada y se encontró con unos hermosos ojos azules, eran de un azul misterioso y atrayente, casi verdes, como el océano, Juliana podía haberse quedado ahí sumergida en esas profundidades y por un momento los notó tristes, hasta que sintió, inesperadamente, una sonrisa extendiéndose en su cara y notó la sonrisa deslumbrante que la otra mujer le regalaba a su vez, fue entonces cuando vio el brillo en sus ojos, un brillo que no habían tenido antes. Sintió como su corazón se aceleraba y su respiración se acompasaba, se estremeció ante la misteriosa reacción de su cuerpo, pero luego el instante se desvaneció y escucho que la llamaban desde la cocina, perdió el contacto y se dirigió hacia allá para ver en que la necesitaban, luego de atender el llamado, que solo era para preguntarle si iba a hornear otra tanda de pastelillos, regreso al frente del local para ver si la encontraba de nuevo, tenía miedo de que sólo hubiese sido una fantasía creada por ella, afortunadamente cuando regresó ahí estaba, ahí seguía, hablando por teléfono animadamente. Suspiró y luego de un momento observándola disimuladamente, detallando el claro color de su piel, su hermosa cabellera castaña, su delicado perfil y su hermosa figura, regresó a la cocina a terminar de meter al horno la última tanda de la tarde.
Luego de eso se desató el caos de la hora del almuerzo, no la involucraba directamente pero era parte del equipo y se dispuso a ayudar en todo lo que podía, el tiempo se pasó en un suspiro y su hora de salida llegó. Había sido un buen día y su intuición le dijo que además de ser un buen día, había sido un día especial, un día que de forma particularmente significativa estaba ligado a su destino.
Paso un largo rato ahí sentada, en la hierba, sintiendo el aire fresco sobre su piel, disfrutando en contemplación el milagro maravilloso de estar viva. Luego su teléfono empezó a sonar, cuando vio que era su madre quien la llamaba se dispuso a contestar mientras se levantaba, --hola Lupe, ya se te hizo mucho que no llego y estás preocupada ¿verdad? -- le dijo descaradamente, -- ya voy, sabes que me gusta pasear un rato por el parque antes de volver a casa--
--ya lo sé mija-- le respondió su mamá con un tono preocupado, -- ya sabes que siempre me da pendiente que andes sola-- continuó --y no me digas nada Juliana, que soy tu madre y es mi deber preocuparme por ti-- le recalcó con un tono de regaño.
--ya Lupita, no me regañes, en este momento me pongo en camino, todavía tengo que llegar a lavar mi uniforme y luego se hace tarde y no se alcanza a secar-- le respondió la morena.
--si hubieras lavado tus otros uniformes ayer que fue tu día de descanso, no tendrías que llegar a lavar ahorita-- le recalcó su madre todavía con el modo mamá on activado, -- las cosas que te digo son por tu bien Juliana pero nunca me haces caso--
Y así siguió la conversación telefónica un buen rato, en lo que Juliana llegaba a la estación del metro, cuando iba a entrar, colgó la llamada, pero le dijo que no se preocupara más, en menos de 20 minutos ya estaba ahí.
Durante el monótono viaje en el metro estuvo reflexionando sobre su día, sobre su vida y sobre todo, se sentía afortunada de poder dedicarse a lo que le gustaba, de haber podido concluir sus estudios a pesar de los obstáculos que tuvo que superar, respecto a su posición económica y su situación de vida, el trabajo lo había conseguido rápido luego de graduarse gracias a que la señora para la que su madre trabajaba había decidido abrir ese café, y pensó en ella para el puesto de chef repostera, luego de haber probado los deliciosos postres que Juliana preparaba, la señora Perlita tenía otros locales de comida y su mamá había trabajado con ella desde hace muchos años, empezando como mesera, el negocio prosperó y la señora Perlita al ser muy emprendedora quiso entrarle a otro tipo de establecimiento más refinado y especializado, sabiendo que el café gourmet estaba en auge quiso probar por ahí y aprovechando que Juliana, la hija de una de sus empleadas más queridas había estudiado para chef le propuso trabajo, conociendo lo talentosa, dedicada y responsable que era Juliana, no lo dudo en ningún momento, y ahora estaba ahí, gracias a todo eso, su vida y la de su mamá mejoraba a pasos agigantados luego de la difícil niñez que tuvo que pasar, llena de carencias. Definitivamente se sentía muy afortunada.
Llegó a casa, terminó su pendiente y se dispuso a dormir. Su vida estaba cambiando, pensó, cambiando para bien, se sentía feliz, llena de vida y con todo un mundo de posibilidades por explorar y ella lo reconoció al instante, se quedó dormida sin dejar de pensar en una hermosa sonrisa y unos profundos ojos color océano.
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A petición popular aquí les traigo el segundo capítulo, ahora conocemos más de la hermosa chef que cruzó mirada con nuestra artista, espero que lo hayan disfrutado. Gracias por estar aquí, por leer y comentar.
Estoy trabajando ya en el siguiente capitulo y como me hicieron la sugerencia de que hiciera los capítulos más largos, lo voy a intentar a ver que tal me va, pero es posible que me tarde un poquito más en actualizar esta vez, haré todo lo posible por tenerlo listo el lunes, pero sean pacientes conmigo.
Les amo
LU? 🌟
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El Color De Tus Besos
FanfictionJuliantina AU Valentina Carvajal es una pintora que siente que su vida a perdido su color y que ella está perdiendo todas sus ganas de vivirla. Juliana Valdés es una joven chef con muchas ganas de vivir Cuando sus destinos se encuentren, sus vidas s...