De Colores Y Sabores

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Luego del desayuno en "Sabores", Valentina regreso a su estudio con mucha energía para continuar pintando, le atribuía mucho de esa energía a su inusual noche de sueño largo y reparador, además pensaba que realmente había sido muy buena idea llegar al café a tomar el desayuno, ese panecillo de zanahoria y nuez estaba delicioso e intercambiar palabras con la joven chef fue muy estimulante.

El cuadro en el que había estado trabajando el día anterior seguía montado en el caballete a lado de la mesa, estaba bastante avanzado para ese momento y ya solo le faltaban algunos detalles, remarcar algunas líneas y colorear bien algunos espacios, pero Valentina, a pesar de toda la energía que sentía para pintar, no sentía deseo de continuar con él, ahora que lo veía con atención, pensaba que, aunque era bonito, se sentía muy vacío, sin sustancia, sin pasión, tenía su estilo, por supuesto y sus trazos típicos: pinceladas directas y contundentes de colores brillantes... pero no tenía su corazón, Valentina no sabría expresar que era exactamente lo que lo hacía ver tan "sin alma", repaso lentamente con sus ojos claros cada sección del lienzo frente a ella, estaba lleno de color, pero los trazos estaban tan perfectamente delineados que daban la impresión de haberse hecho con un algoritmo matemático, tal vez era ahí donde se delataba, se veía rígido, forzado, sin fluidez, supuso que ese era el resultado de la sistemática supresión de sus emociones. Solo de mirarlo le producía una leve tensión en el cuello.

Se enderezó, cerrando los ojos rodó sus hombros y giró su cuello tratando de liberar esa tensión y cuando levantó la cabeza y volvió a abrirlos, dirigió la mirada hacia la pared del fondo, donde estaban alineados otros de sus cuadros. El día de ayer, cuando espontáneamente realizó la pequeña limpieza, hizo una rápida clasificación de ellos, en tres montones ordenó los cuadros de acuerdo a su grado de terminación: uno con los que estaban totalmente terminados pero aún sin enmarcar, ese paso sólo se realizaba un poco antes de ponerlos en exhibición; otro, con cuadros solo bosquejados, líneas ligeras y tenues que apenas dejaban ver que algún día se convertirían en una pintura si había suerte y el último, con todo lo demás entre esos dos estados. Al hacer esto, los cuadros que estaban más abajo en el montón original, es decir, que eran más antiguos, ahora habían quedado en la parte superior de sus respectivos apartados.

En el apartado de los que solo eran bosquejos, alcanzo a distinguir uno en particular. El día de ayer solo lo había dejado descuidadamente en la parte superior, ahora lo veía con mucha más atención, el bosquejo sobre el lienzo, solo contaba con algunas líneas tenues en color lila y cuando estuviera terminado sería la representación de la primavera, aunque el estilo de Valentina algunas veces era bastante abstracto, en su cabeza lo imaginaba claramente como un campo de flores, un interminable campo de lilas moviéndose al viento, en su mente también imaginaba el cuadro intensamente luminoso.

Recordó que lo hizo unos meses antes de que aconteciera el trágico accidente en que su papá murió, pudo recordar incluso el momento exacto en que la idea le vino a la cabeza. Estaba en su estudio, sentada sobre el sillón tomando una taza de café, era una mañana fría de mediados de enero y mientras daba pequeños sorbos a su bebida caliente envolviendo la taza con ambas manos en un intento por calentarlas, porque las tenía heladas, le vino a la mente la imagen de un campo tapizado de algún tipo de flor color violeta extendiéndose hasta el horizonte, se levantó tan rápido que incluso el café casi se le derrama sobre el blazer azul marino que llevaba puesto, tomó un lienzo en blanco y lo puso sobre la superficie plana de la mesa y directamente comenzó a dibujar con el pincel, ni siquiera puso atención de cuál era el color con el que el pincel estaba mojado pero por buena fortuna, era color lila. Las flores serían Lilas.

Por ese entonces Valentina estaba trabajando ya en los últimos detalles del segundo cuadro para la misma colección al que pertenecería el campo de lilas y fue capaz de terminarlo solo unas semanas después, pero hasta hoy, el cuadro aún no estaba en exhibición, nunca había dado el visto bueno para que lo hicieran, de hecho, desde donde estaba parada podía distinguirlo entre los demás, este se encontraba en el montón clasificado como cuadros terminados. Ella no tenía muy claro todavía cuál era el motivo por el que se negó a exhibirlo.

El Color De Tus BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora