Lo que está Pasando en Realidad

2.5K 283 60
                                    

Exactamente a las 12:27 del mediodía, Valentina volvió a ver el reloj de su teléfono celular con impaciencia, al igual que lo había hecho las últimas seis veces desde las 12:05 que vio la hora por primera vez. Digamos que la primera vez, solo fue casualidad, estaba terminando de detallar una de las flores lilas que estaban en primer plano en su pintura, cuando notó que la pantalla se iluminó brevemente, por supuesto, ella supo que fue por la llegada de un mensaje, Valentina acostumbraba tener el teléfono en silencio siempre, ver la pantalla iluminarse era la única manera de notar cuando un mensaje le llegaba, por lo regular nunca lo tenía a la mano, el teléfono siempre estaba bien guardado en su bolso que generalmente dejaba colgado en el perchero cerca de la salita que tenía en el estudio mientras ella trabajaba, así que siempre pasaba desapercibido cuando le llegaba un mensaje, pero en esta ocasión lo había dejado sobre la mesa, a lado de sus instrumentos de trabajo, por si acaso tal vez, y solo tal vez, Juliana se animaba a mandarle algún mensaje durante la mañana.

Ella no le había mandado un mensaje a la chef, aunque deseaba hacerlo, porque sabía que su hora de entrada era a las 6 de la mañana, así que, para las 7 que Valentina se levantó, Juliana ya estaba trabajando, ella no quería interrumpirla por si estaba ocupada, así que prefirió esperar a que fuera la pelinegra la que se manifestara cuando tuviera tiempo. La artista estaría al pendiente por si eso pasaba. Fue por eso que lo había dejado sobre la mesa.

Claro que el método elegido era bastante defectuoso, las primeras cuatro veces que el teléfono se iluminó por la llegada de un mensaje, ella fue a revisarlo apresuradamente, esperando ver algún saludo de buenos días de parte de Juliana. La primera de esas cuatro veces, todavía no estaba haciendo la preparación de su espacio de trabajo para empezar a pintar, así que no lo consideró una interrupción grave, pero las siguientes veces le empezó a causar un constante estado de alerta bastante incómodo que cada vez le provocaba reacciones más violentas ante la ansiedad y el sobresalto, sobre todo porque esos mensajes eran de todo el mundo, menos de quien ella quería que fueran. Primero fue Lucho, con dos mensajes separados por lo menos en 12 minutos uno del otro, y luego había sido Renata 15 minutos después del último de Lucho. La cuarta ocasión, 8 minutos después del mensaje de Renata, y como cereza del pastel, le llegó un mensaje de texto de "AquiNoticias", así es, un estúpido mensaje generado automáticamente por un servidor, hizo que casi aventara el pincel que tenía en la mano para correr a revisar su teléfono, frustrada, se preguntó desde cuándo tenía dado de alta el servicio de noticias por mensaje y porque demonios no lo había dado de baja.

Después de eso, se obligó a concentrarse en la pintura, haciendo esfuerzos sobrehumanos para no saltar hacia el teléfono cada vez que la bendita pantalla se iluminaba, fácilmente podría haber evitado el problema volviéndolo a guardar en su bolso, pero se dijo que, si ya había tenido cuatro intentos fallidos revisando mensajes, no quería arriesgarse a perderse al que si fuera el que estaba esperando. No está muy claro el porqué estaba tan segura de que ese mensaje llegaría. De cualquier modo, todo fue un caos, porque, aunque ella no se apresurara a revisarlo, igual la distraía, y de todas las veces que fue a verlo calmadamente, igual ninguno era de la chef, hasta que, por obra y gracias del espíritu santo, el teléfono dejó de iluminarse constantemente por la suficiente cantidad de tiempo para que pudiera concentrarse en lo que estaba haciendo e incluso se olvidara de que estaba ahí, todo, hasta la última vez, a las 12:05.

Cuando lo vio de reojo, al principio se sintió descolocada, había estado tan concentrada por fin, dando pequeños toques luminosos a esa flor, que no sabía lo que estaba viendo, luego, cuando cayó en cuenta de lo que se trataba, se enderezó lentamente porque se había prometido más temprano en la mañana ya no lanzarse sobre el teléfono como si fuera un desahuciado que espera la llamada donde le avisan que por fin encontraron donador para su trasplante de riñón. Se levantó del banco y se acercó calmadamente al teléfono, lo tomó con aparente despreocupación y vio la hora casualmente, 12:05 pm, luego puso atención al mensaje, era de Juliana. Su corazón empezó a latir aceleradamente, saltando en su pecho con alegría, no entendía la razón de tanta emoción, ni de sus ansias por recibir ese mensaje, no entendía nada, todo era una locura. La situación era absurda, por supuesto, e incluso se permitió reírse un poco de sí misma. Consideraba que esta era una situación absurda hasta lo inimaginable, —¿Qué me está pasando? Por Dios—, se preguntaba Valentina a sí misma, —Tranquila, mira el mensaje, solo míralo— se decía. Dando tres respiraciones profundas se dispuso a abrirlo.

El Color De Tus BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora