Capítulo 8

647 116 48
                                    

- Hijo... no debes desquitarte de esa forma con Dios, el no tiene la culpa de... -Yoongi alzó su brazo extendiendo su palma, callando al sacerdote, su mirada se encontraba inmersa en la pintura del ángel que había dibujado, esta vez no era una mujeres, Yoongi había cumplido ya los 16 años y sus dibujos se había convertido en algo demoniaco. Ya no eran simples y hermosos ángeles, eran mucho más que eso, era todo lo que la vida representaba para el. Oscuridad, odio, decepción, dolor.

- No comprendo de que me habla, padre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- No comprendo de que me habla, padre. - bajó su mano después de encontrar el punto exacto para su enfoque, añadió unos trazos más y lo firmó. Sonrió ladinamente al estar totalmente complacido con su trabajo.

- Esto... no debe estar en la casa de dios, es... es demoniaco. - el padre tragó saliva y unió sus cejas sintiéndose aprisionado por las garras de Yoongi, le había tomado tanto cariño al joven pelinegro que no podía simplemente ignorar sus recientes actitudes. 

- Solo es una pintura - rodó los ojos hastiado de escuchar las mismas palabras - no significa nada, padre.

- ¿Podrías al menos mirarme a los ojos? - el menor suspiró y dejó el pincel en el bote de pintura negro. Giró su banco y lo miró alzando las cejas.

- ¿Qué sucede, padre? - el hombre parado frente a el, llevaba varios meses tratando de reanimar el estado emocional del pelinegro, pero este no escuchaba media palabra de lo que el hombre quería decirle.

-  Tal vez... deberías comenzar a buscar otro lugar donde quedarte. 

La mirada de Yoongi había dejado de ser cínica, jamás había imaginado que incluso lo echarían, después de tantos años... definitivamente ya no tenía nada.

.

.

.

.

.

.

.

La noche cayó más rápido de lo que esperaba, había tenido una cena realmente deliciosa, de aquellas que no había tenido desde hace años. La última vez que vio a la madre de Hoseok el tenía 19 años, y ahora el tenía 26. Había extrañado el calor de un hogar, el cariño materno, la atención familiar. Hoseok era su mejor amigo porque le daba todo aquello y más, eran como dos hermanos, siempre se lo había dicho el uno al otro. Desde que se conocieron, se habían prometido con la mirada, siempre estar unidos, y siempre ayudarse mutuamente. Yoongi exhaló el vaho de su aliento congelado y se abultó entre las cobijas de la pequeña cama, sacó uno de sus brazos y lo usó como almohada para su cabeza, mientras observaba el techo y releía en su mente las  palabras de Jungkook, que retumbaban en su cerebro. Escuchó la puerta ser tocada y dio pase a su amigo pelirrojo que pronto entró con esa característica sonrisa que parecía nunca desaparecer, a veces quería ser como el, sin preocupaciones, con un aura radiante, tan lleno de vida, emociones positivas y todo ese amor de sobra.

El infierno de Dante 2 (Insidious) [Yoonkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora