Imagina que Tom Riddle jamás hubiera existido, que Colagusano no hubiera sido un merodeador. Y que Sirius y Remus hubieran estado felizmente casados.
La pareja Black-Lupin deseaba tener un pequeño o pequeña cachorr@ que correteara por la casa y que...
Lily estaba más que emocionada, ese mismo día iría a comprar sus cosas al Callejón Diagón con sus padres.
Lo que más le interesaba en aquel momento era su varita. Había leído bastante sobre ellas, sus núcleos y sus maderas. Pero además de eso tenía curiosidad por saber qué aspecto tenía su futura varita.
Ella quería que no fuera como las demás, quería que fuera única y bonita. Quería tener una varita tan bonita como una melodía tocada con su guitarra.
Sus padres decidieron que irían primero a por su varita y por último a por un animal de compañía para Hogwarts.
-¿Cómo crees que se hacen las varitas? ¿Si se hacen con varitas mágicas, cómo hacen para hacerlas? ¿Todo el mundo puede hacer varitas?-Lily estaba demasiado nerviosa, y se notaba-.
-Tranquila, pequeña. Si no le molesta al señor Ollivanders puedes preguntarle-le dijo Remus-.
-De esas varitas no, pero soy experto en otro tipo-Sirius movía las cejas de arriba a bajo, Remus le pegó un codazo sonrojado-.
(Lo siento pero tenía que poner eso. Atte: MoonyBlack09)
-¿Hay otras varitas?-preguntó curiosa Lily-.
-NO, mejor cambiemos de tema.
Sirius en esos momentos se estaba partiendo de la risa. Era gracioso ver como Remus evitaba las preguntas de Lily sobre el otro tipo de varitas.
Estuvieron andando un rato más hasta que llegaron al Caldero Chorreante, el camarero los llevó hasta la trastienda dónde había una gran pared de ladrillos rojos.
Esta estaba sucia y rota, pero Lily podía ver la ilusión de sus padres al pasar de nuevo por aquel portal entre el mundo muggle y el mágico.
-Bien cachorrita, cierra los ojos y cuando te digamos que los abras lo haces. ¿Entendido?
-Sí, papá.
Lily cerró los ojos con una gran sonrisa de emoción plasmada en su cara mientras sus padres abrían el portal hasta el Callejón Diagón.
Remus dio unos golpecitos a unos ladrillos específicos y de estos se empezó a formar una puerta al mundo mágico.
-Cariño, ya puedes abrirlos-dijo Remus dulcemente-. Bienvenida al Callejón Diagón.
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(Ignoren a Harry y a Hagrid)
-¡Es genial!
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