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Draco suspira, de mal humor. Limpiar. Por supuesto que sí. Nunca se les ocurría otro castigo más original. No~, siempre era limpiar. Ah, y sin magia. Por supuesto.

- Draco, si sigues golpeando la escoba de esa manera nos vas a llenar de polvo - réplica Harry, con un cansado suspiro, mientras el rubio bufa y levanta el mentón, indignado.

- ¡Yo ni siquiera debería estar limpiando!- extiende los brazos, con aires de ofensa, sin soltar la escoba- Todo esto es culpa tuya, Potter - Harry palidece y niega con manos y cabeza. Gracias a Dios, el ego de J. Potter lo hizo creer que le hablaba a él.

- ¡Ya me disculpé!- responde molesto el miope, dejando de plumerear el estante para voltear a ver al rubio.

- Eso no me sirve, sigo limpiando - responde con fastidio, virando los ojos, para retomar su trabajo. Uno que odiaba hacer.

- Que pesadilla- masculla Sirius, pasando el trapo húmedo a los estantes ya despolvoreados- Todos los Slytherins son igual de quisquillosos - vira los ojos. Severus levantó la cabeza en si dirección y bufa.

- ¿Podrían sólo limpiar?- interfiere Remus, cansado de oírlos pelear - No terminaremos más rápido si siguen así- asegura. Los Merodeadores suspiran, pero no discuten.

Aunque el castigo era medianamente piadoso, era muy tardado. Llevaban dos horas limpiando, y ya comenzaban considerar ser mejores amigos con tal de que ese castigo acabara. No lo tomen enserio, por supuesto que eso jamás pasaría. No, ni en un millón de años.

En algún punto, James se cansó, y decidió sacar su varita. A pesar de que los demás leones, incluso Draco, le advirtieron que el castigo era sin magia, y que era probable que Dumbledore hiciera algo si se enteraba, James realizó un hechizo que - teóricamente - debería haberlo limpiado todo. Pero el cuarto mágico, repelió el hechizo y todo lo limpiado hasta el momento se ensució de nuevo, como si no hubieran limpiado. Claramente, el cuarto mágico tenía idea - de alguna forma - de que ellos no podían utilizar magia en su interior, y decidió castigarlos. Cabe decir, que esa fue la última vez que James consideró desafiar un "Sin magia" de Dumbledore.

2 hora después

En total fueron cuatro largas horas de castigo, donde tuvieron que ausentarse a un par de clases, gracias a Salazar, las últimas y las más molestas. Pero por supuesto, eso lo significaba que luego no debieran pedir apuntes y ponerse al día con las clases faltantes.

- Ah~ - jadea James, estirando los brazos por sobre su cabeza con una sonrisa- Finalmente, acabamos- celebra el miope, saliendo del cuarto.

- Pudo haber sido hace dos horas, pero no cooperaste, Potter- Sisea Draco. James voltea, ya cansado, desde que se equivocó ese chiquillo no dejó de recriminarle cada jodido movimiento que hiciera.

- ¿Sabes qué, precioso? Tú balbuceo comienza a irritarme- Asegura, acercándose amenazante a Draco, quién apenas se movió lo suficiente para no tener el rostro del mayor tan cerca.

- Te odio- masculla Draco, y James no puede evitar fijar sus ojos avellana en los ojos grises del Slytherin.

- Si se besan vomitaré- alude Peter, sobresaltándo a los demás, que habían olvidado que estaba ahí.

Aunque el resultado tardó un poco, lentamente, uno a uno, los estudiantes presentes, leones y serpientes, iban soltando un quejido o chillido de asco ante la idea, aunque a James Cojo-Con-Quien-Yo-Quiera Potter no iba a negar que en el fondo de su mente retorcida, el imaginar al rubio en su cama lo ponía ansioso.

- Y con esa desagradable imagen en mi cabeza, yo me voy a cenar- Ron alza ambas manos, en un claro gesto de que no quería saber nada más del asunto, y se da media vuelta para dirigirse al Gran Comedor.

- Si, vamos Rems, yo también quiero cenar- Peter jala animado el brazo del licano, quién lo veía, divertido- Hoy sirven pollo- Sirius lo mira y ríe.

- Bien, vamos- Severus se aparta en cuanto Sirius pasó, seguido de James, Remus y Peter. Harry tardó unos segundos en comprender que Ron ya se había ido.

Draco miró fijamente a los leones cuando éstos pasaron cerca, procurando que ninguno sacara su varita y atacara. Porque sabía, que a pesar de que habían terminado de salir de un castigo por pelear - aunque el bien sabía que fue una broma pesada de los deserebrados felinos - los leones eran perfectamente capaces de cometer la estupidez de querer "vengarse" del castigo, tan pronto como salieron.

Para su suerte, nada pasó, y solo se fueron entre empujones y risas. Probablemente repasando la broma que les jugaron a él y su padrino. Draco viró los ojos con fastidio, casi al mismo tiempo que Severus.

- ¿Irás a cenar?- Draco voltea ante la pregunta, encontrándose con la sería mirada expectante de su padrino.

- Si, claro- responde- ¿Tú irás?- Severus parece estar tentado a responder con una negativa, pero finalmente acaba asintiendo- Bien, vamos- Draco comienza a caminar.

La verdad, el rubio no estaba seguro de que tan bien o mal estaría el que se relacionara con conocidos cercanos, como lo eran: Su padre, su padrino, su madre, o sus tías. Incluso profesores que vería en el futuro - que sería su presente, en tiempos originales - como lo serían el profesor Slughorn, de pociones, o la profesora Trellawney de adivinación. Tal vez no afectará en nada, o tal vez si lo hará. Si regresaba a su tiempo ¿Ellos lo reconocerían? ¿Se acordarían de él? ¿O solo les parecería conocido? Oh por dios, ya parezco Potter, haciéndome miles de teorías estúpidas que no pasarán.

Concéntrese, PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora