El sol comenzaba a asomarse con lentitud, y se colaba con sigilo por las ventanas de la escandalosa estructura del castillo de Hogwarts. La enfermería estaba vacía, como de costumbre cada día después de luna llena, por órdenes de Albus. Bueno, casi vacía. Pomfrey acababa de curar a Remus, quien dormía plácidamente en su respectiva camilla, acompañado de sus tres amigos, quienes agradecieron a la estricta enfermera por el cuidado de su licántropo amigo. En cuanto los animagos ilegales la vieron desaparecer, se apresuraron a tratar las heridas que había recibido Sirius esa noche, por accidente.
James murmuraba el hechizo restaurador de tejidos en la espalda de su compañero mientras Peter verificaba que Remus no despertara. Los tres animagos preferían que el licano no supiera que los había herido. Nunca. La culpa que el ojimiel cargaba desde niño por cualquier cosa referida a su enfermedad lo tenía en un estado emocional intestable. Mejor cuidarlo de cualquier sentimiento negativo.
Por lo general, el lobo no los atacaba cuando tomaban sus formas animales. Pero habían algunas noches, en las que por algún motivo, el licántropo se la empeñaba con ir a Hogwarts. En esos momentos, les tocaba interferir. Pocas veces salían lastimados, y quienes usualmente lo hacían eran Sirius y James, mayormente el primero, quien las tenía de perro guardián y siempre tiraba a colmillos y zarpazos si era necesario. Peter resultó herido una vez, pero fue porque Remus no lo había visto y lo pisó.
- Rápido, ya va a despertar- susurra Peter al ver al licántropo vendado gemir levemente, soñoliento. James acaba el hechizo y deja que Sirius se vista rápidamente.
No utilizaban glamour para tapar sus heridas porque Remus los descubría. Y sin importar si eran rasguños, Remus demandaba que lo dejarán verlos. Cada que la metamorfosis se alejaba de su cuerpo, y Lupin recuperaba la consciencia en la enfermería de la escuela, el licano forzaba a sus amigos a desvestirse y deshacer cualquier hechizo que se hayan colocado en el cuerpo para verificar que no les hubiera hecho nada. Usualmente no encontraba nada, porque los animagos se curaban antes que él supiera, pero cuando no podían completar la sanación completamente y algo de la herida quedaba Remus se disculpaba, aunque no se asustaba tanto porque las heridas se reducían a su mínima expresión.
- Agh...- Se quejó el lobo, llevando lentamente su mano derecha a su cabeza, que punzaba sin parar.
- Ey, amigo- saludo Sirius con la voz ronca por el cansancio. Pasar las noches en vela era casi usual para los Merodeadores, pero cuando tenían que pasarlas corriendo y en estado de alerta constante era un poco más agotador.
- Ahí está nuestro lobito- sonríe James, viendo a Remus sentarse lenta y cuidadosamente en la camilla, para apoyar su espalda contra el respaldar. El ojimiel les sonríe tímidamente.
- ¿Te sientes bien, Moony?- pregunta Peter. El licano sonríe contento, le fascinaba como siempre lograban hacerlo sentir bien con tan simples palabras. Aunque que no se alejaran corriendo se él ya era más que suficiente para quererlos.
- Si, gracias Pet- la ratita sonríe contenta y se sienta en la camilla de al lado de la de Remus, mientras James se acomodaba al borde de la camilla de Remus y Sirius tomaba el otro lado de la misma.
- Te trajimos chocolate- Sonríe Sirius, entregando la barra al adolorido licántropo, quien la tomó con una sonrisa y un brillo infantil en sus ojos.
- Gracias, Pad- el canino sonríe orgulloso de hacerlo feliz- ¿Les hice daño anoche? ¿Fui muy violento?- cuestiona, abriendo el dulce.
- No, para nada- sonríe James. Remus lo mira un momento y luego mira a Sirius.
- Estuviste más calmado que otra veces, así que no. Estuviste relativamente pasivo- lo despeina con cariño. Remus mira a Peter y este alza los pulgares en afirmativa. Remus se toma su tiempo, pero finalmente les cree y deja el asunto.
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Concéntrese, Potter
FanfictionHarry comete un severo error en su clase de posiones en una de sus múltiples riñas con Draco Malfoy, llevándose con él al rubio y a Ron al pasado, aterrizando en la época de los Merodeadores. - Todo esto es culpa tuya, Potter-