Draco mira a Severus, cuestionando en silencio si él sabía algo de lo que estaba pasando, pero el mago de negro le devuelve una mirada fría complacida pero totalmente desconcertada, no tenía ni idea. Dumbledore advierte que de no presentarse los responsables en su despacho en una hora todos serían castigados, creando un estallido de quejas y murmullos, sin embargo los responsables no se dieron a conocer.
— ¿Sabes quién fue? — cuestiona Draco a Lucius, quien solía enterarse de las bromas planeadas por los Slytherins para proteger a los alumnos de su casa. Sin embargo el rubio niega con la cabeza.
— No me dijeron nada — afirma, y Draco lo ve tan indiferente que le cree. Suspira en silencio y sigue comiendo, no sin antes ver una vez más la zona de la broma.
Mira hacia arriba, encontrando en el techo encantado un par de baldes flotando, aún goteando lo que restaba de la sustancia. La profesora Minerva — que se veía demasiado joven en esta dimensión — se encargó de bajar los baldes con un hechizo y estos cayeron haciendo un estruendo sordo que fue opacado por las voces de los alumnos.
Draco no sabía quiénes o quién fue, pero si sabía que rodarían cabezas. Jamás había visto a Harry enojado, no de verdad. Sabía que cuando lo molestaba Harry solo se frustraba, no se enojaba. Pero ahora, pobre de los idiotas que osaron jugarles esa broma a los Gryffindors.
En la enfermería Harry miraba en silencio a Pomfrey trabajar sobre la piel cicatrizada e irritada de Remus, quien emitía quejas por lo bajo. La comezón no solo era eso, era una tortura, cada vez que se rascaba lejos de aliviarse les ardía. Dolía demasiado rascarse, y molestaba mucho más no hacerlo.
Ron estuvo en total silencio desde que llegaron a la enfermería, y solo podía ver la cara de Harry de vez en cuando. Su ceño fruncido y los labios apretados dejaban muy en claro lo molesto que estaba, juraba que incluso sus ojos eran más claros ahora. Su mirada ahora estaba en Sirius, quien trataba de rascarse tras la oreja como un perro con la mano, gimoteando adolorido cuando sus uñas tocan su piel irritada.
Ron sabía que Barty conocía a los culpables, el rubio le había dicho que lo alejó de la broma de unos amigos ¿Quiénes eran esos amigos? Dudaba mucho que incluso con la obsesión que el rubio ceniza tenía por él fuera a delatar a sus amigos, sabía que los Slytherins eran muy quisquillosos con los secretos y eran muy leales. Sin embargo, le debía a los Merodeadores y a Harry la información, incluso si no podía conseguir más de ella.
— Bartemius dijo que unos amigos habían planeado la broma. Pero no me dijo quienes eran ni por qué — aunque el por qué era demasiado obvio. Harry lo miró casi al instante.
— ¿Seguro? ¿Crees que si le preguntas te cuente? — Ron niega con la cabeza.
— Pero puedo intentarlo — responde. Harry parece poco convencido pero asiente satisfecho, al menos sabía que los que hicieron eso eran Slytherins.
Oh, los haría pagar. Fuera cual fuera el motivo por el que lo hicieron, Harry les devolvería la jugada, y doble. Comprendía que en cierto modo se lo merecían, Harry no era inocente, sabía bien que los Merodeadores eran una bromistas molestos, pero no eran crueles. James lo puso al tanto de sus bromas... No pasaban más de bromas pestilentes y sobre el aspecto de los demás, jamás hicieron algo que afectara la salud de los estudiantes como lo que les hicieron a ellos. Ni si quira con Severus.
— Bueno, más que esto no puedo hacer — afirma Pomfrey apartándose de los Merodeadores, mirándolos con cansancio — Los sarpullidos se irán en unas horas pero dejarán de picar en pocos minutos. No se toquen la piel hasta que deje de picar por cuenta propia y no estén en lugares húmedos. Pueden irse — indica con la cabeza antes de voltear y tomar los ungüentos que utilizó para guardarlos de nuevo.
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Concéntrese, Potter
FanfictionHarry comete un severo error en su clase de posiones en una de sus múltiples riñas con Draco Malfoy, llevándose con él al rubio y a Ron al pasado, aterrizando en la época de los Merodeadores. - Todo esto es culpa tuya, Potter-