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Harry se había levantado temprano esa mañana, dispuesto a visitar a Remus en la enfermería. Pero recordó que se suponía que "No Sabían" sobre su maldición, y que ir allí sería sumamente sospechoso. Lo último que Harry quería era perder sus nuevos amigos, y encima perder contacto con su padre y padrino cuando aún tenía oportunidad de entablar una relación amistosa con ellos y Remus. Ron despertó una hora luego, y al levantarse casi le da un para cardíaco al ver a Harry mirarlo con los ojos bien abiertos, las pupilas contraídas y los labios apretados. Cuando Weasp le preguntó qué le pasaba, Harry respondió que contemplaba la idea de romperle uno o dos huesos para poder ir a la enfermería. Ron chilló y se ocultó en el baño durante varios minutos.

Pasada media hora. Harry y Ron - con todos los huesos intactos- bajaron al Comedor, dispuestos a desayunar como si nada. Harry había decidido que lo mejor era preguntarle a los demás Merodeadores dónde estaba Remus. A pesar de que esa fue la decisión final, Ron aún iba caminando a unos pasos detrás de Harry, quien le aseguraba que no intentaría nada. Finalmente se sentaron junto frente a los demás Merodeadores en cuanto los localizaron con la mirada, aunque no fue difícil, Sirius alzó la mano con una enorme sonrisa anunciando donde estaban.

- Hola chicos- saludó Harry con una sonrisa. Ron murmuró algo similar y comenzó a servirse comida por montón, logrando que la montaña comestible de su plato compitiera contra el Everest, o peor: El plato de Peter.

- Hola- sonríen los demás, bueno. Menos Peter, quien estaba tan enfrascado en su desayuno como Ron.

- ¿Y Remus? - sonríe el miope de ojos verdes- ¿Dónde está? Creí que si había alguien que jamás se saltaba una de "Las Comidas Más Importantes del Día" era él- quizo reír ante el cruce de miradas de los otros dos, casi parecían dos hermanos improvisando una mentira para salvarse de su madre por llegar algunas horas tarde a casa.

- Está en la enfermería- terminan diciendo. Harry alza ambas cejas, curioso y suelta un suave "Oh"- Si...- siguió James- Anoche se quedó hasta tarde en sus rondas de prefecto y parece que cayó por las escaleras por culpa de la Sra. Norris- alude lentamente, claramente no muy convencido de lo que decía. Harry habría supuesto que ya tendrían una excusa hecha para casos así, pero era claro que no.

- Es la gata del Squib que se encarga de limpiar aquí- agrega Sirius, recordando que al ser Harry nuevo era probable que no supiera de quién hablaba.

- Entiendo- responde Harry- ¿Y cómo se encuentra?- pregunta- Hablo de Remus, no de la gata- aclara.

- Oh, está bien. Bueno... Ahora sí. Se había roto los huesos y tiene cortes profundos. Madame Pomfrey, la enfermera, le dio unas pociones para recomponer los huesos y cerrar las heridas- afirma James, estornudando. Peter lo miró cuando salpicó su comida con sus "gérmenes"- Lo siento Pet- responde el miope de ojos avellana, limpiándose con una servilleta. Peter entrecierra los ojos y remplaza su comida por otra "descontaminada".

- ¿Estás bien?- indaga Harry alzando una ceja.

- Si, si - responde el otro- Una pequeña alergia- sonríe. Harry asiente y siguen comiendo. Dejaron el tema de las "Peligrosas escaleras" y decidieron hablar de otras cosas, entre ellas el partido de Quidditch dentro de dos días que tendrían.

Harry oía con atención la estrategia de juego que tenían esos dos para ganar, aunque Sirius estaba castigado y no podría jugar en esa ocasión, nada parecía detenerlo de dar una y mil ideas para derrotar a las águilas. Harry aportaba ideas de vez en cuando, sugiriendo ligeros cambios que harían una mejora en su estrategia. Ron a veces asentía o negaba con la cabeza, aunque no decía nada y seguía tragando cuánta comida pudiera, como si en unas horas fuera a comenzar una dieta y se estuviera despidiendo de la comida chatarra para siempre.

Concéntrese, PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora