Click, just in front of my eyes.

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Las impresiones de las personas, se basan en nuestra vista. Juzgamos a todos por medio de lo que vemos. 
Incluso si nos equivocamos, seguimos haciéndolo. 

Es una costumbre que tenemos implantada, una costumbre que sencillamente nos consume directamente. Y que aunque lo cambiemos de a poco, es prácticamente una naturaleza. ¿No? 

Sin embargo, apreciar los rasgos ajenos, mirarlos con una belleza; una caracterización que no todos logran encontrar en personas, incluso si lo intentamos. Nos fijamos en cosas aburridas y burdas. 

Quizá esto es lo que motivó a Mingyu de tomar una cámara, tomar personas que a sus ojos son llamativas, y colocarlas en un estudio de fotografía para sacar jugo de lo que él encuentre destacable. 
Podía ser desde hasta un lunar en el dedo anular, o los vellos de un brazo entrenado en un gimnasio. 

Cualquier persona podía ser material ante sus ojos.

Sin embargo, no todos coincidían en que esto era arte. Era abstracto y burdo. Era como destrozar una imagen al completo y tomar sólo una pieza de aquel rompecabezas. ¿Era eso? Quizá. Pero Mingyu ya tomaba en cuenta lo que las personas pensaban sobre su cabeza. Quizá eso había llamado la atención del público; de las personas que visitaban sus galerías (en el pasado), o de quienes leen revistas de moda, o arte sólo para leer sus entrevistas. Sólo para disfrutar de lo que él pensaba. 

Según los fans o gente que lo conocía, era una persona "recatada y demasiado sencilla, todos piensan que está lleno de lujos o fantasías, pero es completamente común, excepto por el hecho de una buena vista y percepción de su alrededor". Según un fan que lo conoció cercanamente. 

¿Eso era lo que lograba con sus fotos? ¿Un detallista más en el mundo del arte? 

Habían muchas preguntas que surgían debido a sus misteriosas exposiciones. Muchas preguntas y muy pocas respuestas para alguien tan privado de las muestras públicas. 

—Necesito un modelo, Hoshi. No es mi culpa que tú fotografíes cosas que no se mueven.—Bufó Mingyu mientras sostenía una copa de vino. Se encontraban en una oficina bastante blanca, minimalista con algunas plantas que daban vida al ambiente. Una mesa de centro de madera de abedul y un material reluciente blanco que Mingyu intentaba descifrar. Hoshi estaba en un sillón particular y Mingyu casi recostado en uno de tres puestos.—Te encantan las plantas, y a mi las personas.—Relamió sus labios luego de saborear el caro vino que tenía su amigo. 

—Tampoco es mi culpa que tus pedidos sean tan, pero tan exigentes. Pides cosas demasiado minuciosas.—Su amigo llamado Hoshi, se encogió de hombros, mientras se estiraba y se levantaba de aquel pequeño sillón para buscar la cámara colocada en un trípode.—Te repito que tengo contactos, pero dudo que alguno vaya a corresponder tus estúpidos requisitos. 

—¿Estúpidos? Son completamente normales.—Bufó Mingyu ofendido, mientras dejaba la copa de vino al lado de la botella del mismo líquido. 

—¿Es en serio? ¿Tener abundancia de lunares o una marca de nacimiento o cicatriz en cierta parte del cuerpo? Reduces tus posibilidades de trabajo tú solo.—Hoshi revisó algunas fotos, y suspiró sentándose a su lado.

—A ti te gustan los paisajes, y siempre tiene que ser en una zona predeterminada. 

—Sí, porque dependo de la naturaleza y lo que me entrega, no de las personas que tienen derechos, bobo.—El chico rió y le mostró en la pequeña pantalla de la cámara las fotos de sus ejemplares más recientes.—Un chico que conocí en una fiesta, me dejó fotografiarlo con concepto de flores. Fue en mi estudio. Él tiene contactos de modelos. Puedo organizar una fiesta y ahí puedes conocer alguien que cumpla tus ridículos estándares. 

—¿Harías eso por mi?—Rió Mingyu tomando la cámara para ver al chico en diferentes poses con diferentes tipos de flores. Incluso habían flores artificiales como doradas o coloreadas artificialmente con fondos y vestimentas desarregladas. Hoshi gustaba de jugar con las luces y los colores. El maquillaje y la vestimenta demasiado minuciosa sobre un chico era impresionante. Era un chico diferente que Mingyu nunca había visto.

Sin embargo, una foto llamó su atención. Eran colores burdeos y rojos. Su vestimenta era de una camiseta burdeo o color vino; holgada con un hombro caído. Unos pantalones negros y sin ningún tipo de calzado o accesorio. Cerca de su rostro se encontraba una rosa negra, y además de eso, su maquillaje se basaba en sombras oscuras, castañas o rojas y un delineado suave. Era un chico de facciones maravillosas que para Mingyu hubiese sido un gran modelo; pero que seguro no cumpliría sus exigencias. 

—No lo hago por ti, imbécil. Lo hago a mi beneficio. Conoceré modelos. Te hago un mini favor, pero no dependas de mi. Sólo te daré una pequeña oportunidad para tu trabajo.—Hoshi rió bajo y recibió la cámara desde las manos de Mingyu. 

—Me sirve ese mini favor.—El mayor, un poco despeinado, decidió levantarse.—¿Cuándo será? 

—Tengo todo medio planeado, puede ser este fin de semana. Procura ir formal, sé que no te gusta.—El más alto suspiró, mientras asentía vagamente.—Vete a casa, tengo otro modelo en camino. 

—Suerte.

Mingyu tomó su abrigo y cosas, y salió de la oficina. En poco tiempo, se encontraba en el estacionamiento donde había dejado su vehículo. Subió a este mismo y encendió el motor. Cuando iba a acelerar, vio a un chico con un traje, con un cabello peinado con gel y unos zapatos que lograban un eco en el amplio estacionamiento. La sorpresa del chico de pelo oscuro y gel apegado a sus mechones, fue grande, escuchando el motor y la leve aceleración que dio Mingyu tras el volante. El castaño con aliento a alcohol pidió perdón. Y dejó pasar al peatón que con una mirada bastante acusadora siguió su camino. 

El castaño arrancó y luego de veinte minutos y un pesado tránsito logró llegar hasta su departamento. No sabía que debía hacer para no quedar solo. 

Encendió la televisión, descubriendo nuevos crímenes en la ciudad; cosa de la cual no se sorprendió. Era la ciudad después de todo. Bajó el volumen de la televisión mientras se preparaba un sandwich básico de queso, lechuga y pocos ingredientes más. 

Cuando se volvió a sentar en el sofá, con su pequeño bocadillo, vio que estaban dando la sección de arte, y otros. Le gustaban esas secciones. Subió el volumen nuevamente y suspiró más atento que antes. 

Notó que un modelo salió en televisión; y al notar que algo llamó su atención, se levantó rápidamente para ver de cerca los píxeles cristalizados e incrustados en el plano dispositivo electrónico. El mismo chico que casi atropella en el estacionamiento, estaba detrás del modelo de renombre.

—¿Qué mierda hace ahí? ¿Será el modelo que Hoshi dijo que tendría antes de echarme?—Preguntó en voz alta como si una divinidad bajara a responder con honestidad y precisión. Su voz sonaba ronca y desgastada; lo más probable sería por el cansancio. Su mirada se agotó con el brillo de la pantalla y tomó su celular para llamar a Hoshi. No le importaba si no contestaba, sólo quería preguntarle incluso por buzón de voz lo que sea.—Hola, mi amigo tigre. Ya sé que te molesté lo suficiente por este día per-

—¿Qué quieres? Estoy trabajando.

—¿El chico que salió en las noticias era el modelo que estás fotografiando? 

—Sí, Mingyu.—Suspiró Hoshi mientras se escuchaba gente moverse de un lado a otro. 

—Vaya. ¿Puedes invitarlo a la fiesta? Incluyendo a su asistente, quiero hacerles preguntas. Quizá acepten mis intenciones de fotografía.—El otro lado de la línea se calló. 

—Claro, les diré en un momento. Nos vemos, cuídate. 

Mingyu al cortar sintió una emoción lo suficientemente grande como para saltar o bailar. 

Había conseguido algo nuevo. 


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