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Kuroo.

— Kenma, niño hermoso, precioso y maravilloso — dijo la de ojos azules con una dulce voz antes de añadir con pasivo-agresividad — deja el teléfono de una vez y estudia.

— espera, estoy respondiendo un mensaje — la chica se dio por vencida al ver que el muchacho de pelo teñido solo seguía respondiendo, mientras yo me burlaba de la situación al otro lado de la mesa.

— ¿Es tu novia o algo asi, Ken-chan? — pregunté con sorna.

— es Shoyo.

— ¡Ah, entonces más o menos lo mismo!

— claro que no, Kuroo. Cierra la boca — me lienzo cuchillos imaginarios con la mirada.

— Shoyo es el chico de Karasuno, ¿Cierto? — Nagisa se sacó las gafas de pasta cuadrada ya completamente resignada con el estudio y generó una sonrisa pícara — tu amiguito especial.

— ¿Mi qué? ¿Ah? No — las mejillas de Kenma se sonrojaron por la vergüenza. Lo cual nos dio pie a seguir molestandole.

— no te avergüences, Ken-chan — dije con sonrisa gatuna — si te gusta Hinata solo tienes que decirnoslo.

— claro, no trates de ocultarlo.

— yo no...

Chibi-chan y Kenma, sentado bajo un arbol, b-e-s-a-n... autch — se quejó la castaña mientras frotaba su cabeza, donde Kenma había dejado caer un libro.

— no me gusta Shoyo. Bueno si me gusta Shoyo, pero a todo el mundo el gusta Shoyo, eso no es raro, lo que quiero decir es que no me gusta en... ese sentido.

— ¿Te gustan los chicos siquiera? — preguntó Nagisa. Me causo curiosidad su pregunta así que dirigí mi mirada al rubio, que parecía confundido.

— no lo sé ¿No? No lo creo, aunque tampoco es como que me haya gustado alguna chica.

— nos tienes a Nagisa y a mi aquí. Si fuera de vida o muerte, ¿A cuál besarías? — abracé a la chica por la espalda mientras ella bufaba con las mejillas acaloradas — tic toc tic toc.

— prefiero morirme.

autch — comencé a lloriquear falsamente, secando una lagrima imaginaria — creí que lo nuestro era especial.

— heriste los sentimientos de Tetsuro, Kenma-kun. Discúlpate.

— no voy a disculparme con ese idiota. Idita.

— te vas a quedar sin amigos. Al menos se que si mi vida depende de eso, Nagi-chan va a besarme, ¿Cierto?

iugh, no. Mejor aceptar nuestro inevitable fin.

— dos golpes a mi orgullo en menos de un minuto. Que grandes amigos tengo.

Los tres reimos como idiotas y volvimos a nuestra tarea inicial: estudiar entre clases. Kenma miraba su libro de física como si las formulas fueran a salir y abofetearlo en la cara y por otro lado Nagisa resolvía derivadas con ayuda de una guía mientras yo me enfocaba en mi ensayo de literatura. A ambos los conocía de años y podía decir que eran mis mejores amigos. Kenma y yo vivíamos uno junto al otro desde que muy pequeños, su ventana daba a la mía, así que había una distancia de metro y medio entre su habitación y la mía. Nos criamos como hermanos ya que nuestros padres se hicieron grandes amigos casi de inmediato y ellos pensaron que ya que eramos contemporáneos nos llevariamos bien, y a la larga si pasó. Con el tiempo me enamoré del voleibol y quería compartir con él mi pasión. Si bien Kenma no tenía un gusto particular por nada que no fuesen videojuegos, se entretenía en la cancha y era sorprendentemente bueno en ello. Su mirada escéptica el 90% del tiempo. Esa habilidad para hacerte creer que hará alguna cosa pero en realidad hace algo totalmente distinto. Su precisión y capacidad para calcular donde caerá la pelota o hacía donde irá lo había convertido en uno de los mejores armadores con los que había jugado. El chico tenía talento, solo era terriblemente perezoso.

N E K O M ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora