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Hinata.

— ¡Papá, ya me voy!

— ve con cuidado, y recuerda regresar antes de las 10.

— seguro — corrí por el pasillo tratando de gastar algo de energía y disminuir mis nervios.

No me tomó mucho llegar a la estación y tomar el bus hacia la zona en el que se encontraba la escuela. Al llegar no vi a Kuro por ninguna parte, así que me senté en una banca a esperar que bajase de alguno de los autobuses, lo cual ocurrió transcurridos 5 minutos.

— Chibi-chan. ¿Qué tal?

— Kuroo-san.

— espero que trajeras lo que te dije.

— a-ah, si.

— bien. Entonces vamos.

Caminamos hombro a hombro por la acera en un silencio no precisamente incómodo, pero si raro, como si ambos lo estuviéramos pensando mucho.

— ¿La escuela?

Eran pasadas las 7:30 p.m. por lo cual el edificio escolar estaba en silencio y a oscuras. Los últimos clubes debieron hacerse ido hacía media hora y los profesores también debían haber abandonado el lugar.

Kuroo sacudió frente a mis ojos un manojo de llaves con una etiqueta de la escuela y sonrió.

— ¿Confías en mi? — hice una mueca pero terminé asintiendo — cierra los ojos.

Cerré estos con fuerza y luego sentí como mis pies se despegaban del suelo. Sentí mis mejillas arder mientras era cargado al estilo nupcial por los terrenos de la escuela. Kuroo se las arregló para abrir una puerta grande con un mano sin soltarme, mis pies tocaron el suelo una vez dentro. Sin embargo mis sentidos se dispararon.

— espera un segundo, ¿Si?

Hice caso y me quedé se pie en donde me depositó. Escuché sus pasos y el eco del lugar. El aroma era extraño y un zumbido se deslizaba por mis oídos.

Ese lugar no podía ser el gimnasio de voleibol porque el gimnasio de voleibol no olía a desinfectante, cloro y humedad.

— puedes abrirlos ya.

Lo primero que vi fue a Kuroo siendo iluminado por la tenue luz de pequeñas velas que rodeaban un mantel dispuesto en el suelo de azulejos. La única otra fuente de luz eran los rayos de luna que se colaban por las pequeñas y finas ventanas que estaban hasta arriba de las paredes.

El agua de la piscina brillaba ligueramente reflejando los rayos de luz de luna.

— ¿Cómo es que...?

— Nagisa me prestó la llaves, por supuesto tengo que asegurarme de no dejar evidencia... creí que te gustaría, es silencio y podemos nadar y divertirnos. Incluso podemos jugar.

— ¿por eso me pediste traer shorts deportivos?

— si te decía traje de baño ibas a adivinar y quería que fuera una sorpresa.

N E K O M ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora